En una época en la que las mujeres ni siquiera podían abrirse una cuenta corriente a su nombre, María Jesús Adrada logró sacar adelante a su familia llevando la costura a otro nivel desde su primer taller en la Gran Vía. Su legado permanece vivo hoy mediante el Método Adrada, un sistema de corte y confección que ha llegado a impartirse en cerca de 900 centros de enseñanza de todo el Estado. En Bilbao, la impronta de esta emprendedora que inició su camino hace ya un siglo pervive a través de la academia de la calle Zunzunegi que regenta su nieta, Cristina Tapias, quien mantiene impasible el espíritu de su abuela enseñando todo lo que aprendió de ella. Los 90 alumnos que se matriculan anualmente –siempre hay lista de espera– saben que un buen patronaje no conoce de modas ni tendencias.

“Parece mentira que haya podido durar tanto, y no tiene pinta de que vaya a acabarse”, asegura Cristina Tapias, quien a pesar de no tener herederos, llegado el caso, habría varios alumnos interesados en seguir con el negocio que emprendió su abuela en 1923. En esa época convulsa, María Jesús Adrada abrió su taller en la Gran Vía. “Más que dar clase, al principio cosía”, concreta la nieta quien expone que después de la guerra retomó su negocio en Marqués del Puerto y, más adelante, llegó a tres centros de enseñanza en Bilbao: uno en la calle Buenos Aires, otro en Elcano y otro más en el Casco Viejo. Fue la “necesidad” la que “espabiló” a su abuela, cuenta Cristina Tapias. “Mi abuelo tuvo una enfermedad mental y como tenían tres hijos pequeños, a ella no le quedó otro remedio que emprender. No tenía estudios, pero fue una persona muy inteligente y decidida”, expone.

Junto a su hermana Teófila, María Jesús aprendió lo que sabía de costura de una mujer que había estudiado el método parisino. Posteriormente, fue Teófila quien inició el Método Adrada. “Mi abuela trabajó con ella muchísimos años y luego creó su propio Método Adrada Moderno, que es el que ha durado estos cien años”, concreta Tapias, quien expone que dos tías suyas siguieron el método en el que ella se sumergió con 19 años. “Hice Económicas pero esto se me daba fenomenal y me encantaba estar rodeada de telas y máquinas”, reconoce la heredera, quien incluso ha ido actualizando el libro Método Moderno de Corte y Confección de Alta Costura. Adrada. “El próximo sería la 20 edición”, concreta sobre este sistema que llegó a extenderse tanto, a través de las alumnas que lo aprendían en Bilbao, que hubo un momento en el que se impartía en 900 academias del Estado. “Solo en Bizkaia había un centenar. Antes todas las mujeres aprendían a cocinar y coser”, afirma.

María Jesús Adrada, en 1981.

¿Y en qué consiste este sistema tan popular? Según cuenta Cristina Tapias, Adrada es un método de patronaje que sirve para confeccionar cualquier prenda, desde faldas a pantalones. “Es muy fácil de aprender, no se necesita ningún estudio”, asevera sobre esta forma de confección que ayudó a muchas mujeres a ganarse la vida. “Va con sus propios cartabones que se utilizan para hacer los planos de los patrones”, afirma en relación a este sistema que cuenta con un muestrario con todos los estilos posibles de coser cremalleras, aberturas de mangas, puntos smock, tipos de bolsillos... Con este método, expone Cristina Tapias, se pueden crear marcas de ropa y elaborar prototipos. “La base siempre es la misma, luego se va adaptando a los tiempos”, añade.

Slow Fashion

Actualmente cuentan con 90 alumnos y en julio abrirá el plazo de matriculaciones para el próximo curso. “No cogemos más porque no damos abasto”, asevera Cristina Tapias, quien concreta que entre todo ese alumnado solo hay seis chicos. La responsable actual de la Central de Patronaje, Corte y Confección de Mª Jesús Adrada indica que cuando nació el conocido como fast fashion, el alumnado de las academias se resintió. “Hay que cambiar la mentalidad de la gente, la ropa tiene que durar más para que no haya tanto consumismo”, considera Tapias, quien indica que la juventud ni siquiera distingue un tejido bueno de otro que no lo es. “Cuanto te haces tú tu ropa lo haces con otro cariño, el color y el modelo es a tu gusto y lo confeccionas para que te quede perfecto”, considera. Con todo, revela que los últimos 20 años han sido de nuevo “buenísimos” en cuanto a la matriculación. Hay mucha gente joven que quiere estudiar diseño y nosotros somos su base”, añade Tapias, quien también cuenta con alumnos que se dedican a hacer ropa de época o mujeres de cierta edad que acuden tras jubilarse al tener más tiempo. Todos sus cursos son anuales y van desde las 4 horas hasta las 12 horas semanales. “Cuando la gente viene a aprender a hacer arreglos o cosas muy concretas, les mando a otros sitios”, afirma esta costurera, ya que en su centro la formación va mucho más allá.

Cristina Tapias habla con especial orgullo de aquellos jóvenes diseñadores que quieren realizar su propia marca. “En clase hacemos los prototipos, los cosemos y los probamos”, destaca la responsable de la academia, por donde han pasado las cabezas visibles de firmas que ahora triunfan. Es el caso de Atakontu. Según relata Tapias, tanto Sara Campillo como Ibai León –los dos miembros de la pareja que conforma esta marca bilbaina– acudieron al centro para recibir información. Finalmente fue Sara la que se matriculó. “Ahora están más enfocados en la serigrafía, pero ellos mismos diseñan los dibujos y el estampado de sus tejidos. Les va fenomenal”, puntualiza antes de mencionar a Juls, creada por María Egidazu, “una chica de Getxo especializada en hacer camisas blancas, cada una con su detalle, con popelín de algodón”. Otra de las diseñadoras que ha pasado por su academia es Marina Irazabal. “Estudió en Inedi pero tenía problemas de dislexia y aquí pudimos darle una atención más especializada. Está especializada en tallas grandes y va a montar su propia tienda. Le va fenomenal”, relata.