Tan solo quedan tres áticos de lujo por vender en lo alto de la quinta torre de Garellano. El resto de las viviendas tienen nombre y apellido, el de 163 socios cooperativistas que han ido abonando desde el año 2019 las correspondientes cantidades de dinero para acometer la construcción del rascacielos.

Unos futuros propietarios que han visto como su sueño se ha ido frustrando por cambios de diseño, retrasos en la ejecución y ahora incremento del dinero a aportar. Más de un cooperativista se teme que ante el nuevo escenario personas que apuestan por Anboto Dorrea no puedan asumir los posibles sobrecostes y desistan de su compra. Y ¿cómo va a afectar esta situación al resto de cooperativistas? En el escenario de que algún socio actual no pueda escriturar su vivienda, el grupo Arrasate, como gestora de la cooperativa Anboto Dorrea, procurará sacar de nuevo al mercado esa vivienda para un nuevo propietario que desee incorporarse a la comunidad de vecinos. Mientras se cierra la venta y la configuración legal de las sociedades cooperativas, serían el resto de socios quienes tendrían que hacerse cargo del gasto financiero por no cancelar esa parte del préstamo vinculado a esa vivienda. Cada cooperativista aportaría la parte proporcional que le correspondiera en función del tamaño de su vivienda.

Unos gastos financieros que el grupo Arrasate ya está negociando con Kutxabank, la entidad financiera a la que se ha pedido el préstamo para acometer los trabajos de construcción. La renegociación es tanto por el tiempo de abono como por el precio.

La gestora ya venía hablando con el banco vasco para renovar el préstamo solicitado para poder adecuarlo a los plazos y contratación por fases, pero al encontrarse con la nueva perspectiva del incremento de precios planteado por la constructora Urrutia, Kutxabank paralizó el proceso hasta que se cierre el contrato con una nueva empresa para determinar el importe final de préstamo.