El espacio público de Bilbao, ese que utilizan peatones y paseantes para desplazarse por la ciudad, está sufriendo una revolución silenciosa desde hace algo más de dos años. Aceras, plazas y avenidas que protagonizan el plano de la villa están creciendo en metros cuadrados por dos acciones directas del Ayuntamiento de Bilbao.

La más conocida es la política municipal que se viene desplegando desde hace casi tres décadas de recortar el espacio que ocupan los turismos, tanto en sus estacionamientos como en su recorrido rodado. La sustitución del asfalto por aceras más amplias, la desaparición de plazas de aparcamiento, orejetas que facilitan el uso de los pasos de cebra y peatonalizaciones de calles enteras han alumbrado una ciudad mucho más amable que tienen al peatón y su comodidad como su objetivo prioritario.

Pero también se está llevando a cabo otra dinámica que está pasando más desapercibida pero que a su vez coadyuva a que los residentes en la ciudad y habituales de muchos espacios públicos los sientan mucho más amplios y generosos. Ello es debido a la desaparición en los últimos tres años de elementos que durante décadas han conformado la esencia del mobiliario urbano además de los cambios que están sufriendo otros elementos que persisten con planteamientos más recogidos en la huella que dejan sobre aceras y plazas. Según fuentes del área municipal de Obras, Planificación Urbana y Proyectos Estratégicos la desaparición de elementos de la vía pública “se realiza en pos de de la accesibilidad a nuestras aceras, las nuevas estéticas y la limpieza de las mismas”.

Sin rastro de cabinas teléfonicas

Las extinguidas cabinas. Oskar M. Bernal

El caso más paradigmático es el de las cabinas que Telefónica tuvo distribuidos por todos los distritos bilbainos hasta diciembre de 2021. Fue la fecha en que se retiró el último punto dispuesto en la villa para hacer llamadas utilizando monedas o tarjetas. La compañía propietaria sumó la retirada paulatina de las 112 máquinas que prestaban servicio tanto en estructuras cerradas, mucho más voluminosas, como en postes pegados a la pared, más sencillos. Desde el área que preside Asier Abaunza explican que “su falta de uso con la proliferación de teléfonos móviles unido al deterioro y falta de mantenimiento, hicieron que algunas ciudades como la nuestra pidieran y controlaran la retirada de estos elementos”

Puestos de prensa abocados a desaparecer

Otra pieza del mobiliario urbano que está desapareciendo de manera esporádica pero contínua son los tradicionales kioscos de prensa que durante lustros han ocupado espacios abiertos amplios. De la Gran Vía, que exhibía antaño hasta media docenas de puntos de venta de revistas, hoy solo quedan dos después de la retirada del ubicado al lado de la plaza Circular. Prácticamente han desaparecido casi todos los que se ubicaban en los barrios y los que restan en servicio continúan su actividad a duras penas en un nuevo mundo donde la información en papel cada vez pierde más adeptos en pro de internet y las redes sociales.

Fuentes municipales detallan que “los kioscos de prensa son concesiones que se otorgaron en los años 90 y que ya caducaron hace años”. Aún así todavía persisten más de una docena ya que “para no dejar sin medio de subsistencia a las personas que continúan explotándolos se realiza autorizaciones puntuales”, puntualizan desde el Consistorio. Es la jubilación de los responsables de estos puntos de venta lo que ha supuesto que durante 2021 se solicitaran siete retiradas de puestos y el pasado año fueran cuatro más dejando vacíos lugares como el espacio ubicado al lado del Hotel Ercilla, el sito entre el Instituto Central y la sede de Correos o el ubicado en la plaza de la torres Etxe zuri en Sabino Arana.

Una nueva versión del kiosco de la ONCE

Uno de los próximos kioscos de la ONCE a sustituir. Oskar M. Bernal

Por lo que se refiere a los puestos de venta de juegos de la ONCE, la organización está actualmente en un proceso de renovación integral que comenzó el pasado año. El propósito es retirar las viejas cabinas de color verde con tejado a dos aguas, un estilo que mantienen los mencionados kioscos de prensa, y que fue obligatorio adoptar en Bilbao a finales del siglo pasado tras una ordenanza municipal que quería dar una imagen consensuada a estos elementos de mobiliario urbano.

Juan Carlos Andueza, delegado de la ONCE en el País Vasco, explica que “los estamos retirando porque se habían quedado pequeñas, de hecho era la que menos hueco ofrecía de todo España”. El proceso iniciado el pasado año en colaboración con el Ayuntamiento de Bilbao se va a prolongar este ejercicio y parte del siguiente y supondrá la sustitución de las 60 estructuras actuales, en la mayoría de los casos en el mismo lugar, por unas cabinas algo más amplias “y sobre todo mucho más ergonómicas”, detalla Andueza. Cuentan con una ventanilla más baja para que personas con discapacidad puedan comprar los boletos y habilita un espacio suficiente dentro para albergar a un perro guía en caso de ser necesario. Para quienes utilizan silla de ruedas, el modelo dispone de una rampa fija de acceso al interior, además de que todas las zonas de exposición son accesibles para estas personas mediante una plataforma que se adecua a las necesidades del vendedor. Se han estrenado ya siete cabinas del denominado modelo Zenis y se trabaja en la colocación de tres más.

También en una segunda fase, la ONCE va a analizar el cambio de ubicación de algunas de las cabinas fijas y se seguirá apostando por los modelos tipo estand, las mesitas que colocan abiertas los empleados de la organización y que ocupan un reducido espacio sobre todo en esquinas donde no hay hueco suficiente para plantar una estructura grande. Porque como recuerda el delegado de la ONCE “no podemos pedir colocarnos donde queramos”.

Marquesinas de Bilbobus más escuetas

Una parada nueva. M. Goikotxea

La misma estela de cambios de estructura, estética y de funcionalidad han protagonizado también el pasado año las marquesinas donde las unidades de Bilbobus recogen y dejan viajeros. Diseñadas por el arquitecto que firmó los planos del metro de Bilbao, Norman Foster, el Ayuntamiento ha sustituido las 243 estructuras que contaban con más de 30 años de antigüedad para instalar las nuevas marquesinas que ocupan menos superficie, ocho metros cuadrados, resguarda con tres paneles de vidrios de seguridad a los viajeros y están dotadas de wifi y luminaria led. De todas formas, no todas las paradas de Bilbobus, superan el medio millar, cuentan con marquesina ya que no se ha colocado en aquellas aceras estrechas o lugares que pudieran interrumpir el paso de los transeúntes.

Escasa retirada de buzones de correos

Los buzones permanecen, obligados por ley. Oskar M. Bernal

Sorpresivamente los que permanecen en las calles bilbainas son los tradicionales buzones de correos. En un mundo donde los emails, whatsapp e Instagram fagocitan la comunicación epistolar la presencia de buzones es obligada por ley ya que hay que “garantizar la admisión de envíos postales al conjunto de la población”, han indicado a DEIA fuentes de Correos.

Por eso todavía ocupan espacio urbano, eso sí muy reducido, 109 buzones de distintos tipo. Siguen prestando servicio los depósitos cilíndricos amarillos, los de toda la vida y que son la mayoría en Bilbao, los buzones murales que no afectan al espacio público y los de pared que están fijados en una fachada, como los existentes en la propia sede central de Correos en alameda de Urquijo. Desde el organismo estatal concretan que “la red es bastante estable con ajustes a la baja por el decrecimiento de las comunicaciones postales” pero todos los días laborables “se vacían los buzones y en momentos especiales, como Navidad, pueden darse recogidas extraordinarias”. Además, Correos ocupa también más espacio público con los buzones azules que son de uso interno y carecen de boca.