Alrededor de 2.500 kilómetros distan Bilbao de los campos de refugiados de Tinduf, en Argelia, donde desde hace más de 47 años se ve obligada a sobrevivir una parte del pueblo saharaui después de que Marruecos ocupara el Sahara Occidental. La distancia que separa Euskal Herria de estos campamentos se reduce cada verano para cerca de 300 niñas y niños saharauis, quienes vienen para pasar dos meses en casas de familias vascas, fuera de las duras condiciones del desierto. 

“Es fundamental que puedan ser acogidos aquí desde finales de junio hasta finales de agosto. Por esos meses las temperaturas pueden alcanzar los 50 grados a la sombra”, explicaba Alex Hernández, responsable del programa Oporrak Bakean en Bilbao. Lo ha hecho en un acto organizado por varias asociaciones y el área de Cooperación del Ayuntamiento de Bilbao para fomentar las acogidas de cara a este verano. En la plaza de las Mujeres, frente a la estación de FEVE, se ha instalado esta mañana una jaima donde se ha podido degustar té y pastas, así como salir con un tatuaje de henna. Todo ello al ritmo de canciones y un taller de percusión saharaui.

Además de las altísimas temperaturas, entre los objetivos que fomentan las acogidas se encuentran la mejora de la salud de estas niñas y niños a través de una alimentación equilibrada y revisiones médicas básicas. Durante los dos meses estos menores conocen una  cultura e idiomas nuevos, además de una realidad diferente a la vivida en los campos de refugiados. En cuanto a la parte receptora, estos peques de 8 años actúan como “embajadores de su pueblo” ya que “trasladan la injusticia que viven” a las familias en particular y a la sociedad vasca, en general. “Para ellos y ellas, la primera experiencia es montar en el avión. Al llegar, durante este tiempo viven experiencias que normalmente no pueden hacer como ir a la piscina, ir y bañarse en el mar…”, exponía Hernández. 

¿Qué se necesita?

“Desde la pandemia, cuando tuvimos que interrumpir el proyecto, ha bajado el número de familias que que han acogido en Bilbao”, detallaba la técnica de cooperación Aitziber Fernández Sáinz de Murieta. Desde la organización remarcan que el hecho de acoger temporalmente "no resulta costoso", ni tampoco difícil de gestionar." Es como si se tuviera un hijo más a nivel de ocio. Supone un puñado más de macarrones en la olla o un filete más en la mesa", indicaba Hernández.

“En principio, lo único que hace falta son la disponibilidad y las ganas de querer hacerles felices . No hay un requisito especial para la conformación de la familia, cualquiera es válida”, explicaba Hernández, quien además de organizador del programa, también es familia de acogida. ¿Cómo contactar? Quien desee formar parte de este proyecto, puede entrar en la página web oporrakbakean.eus donde encontrará una lista de asociaciones y Ayuntamientos participantes  en Euskadi. 

Una vez que las personas o familias se inscriben son derivadas a un equipo de profesionales que les realizan una entrevista para verificar su adecuación al programa. Hernández recalca que “hay una gran cobertura de ayuda a estas familias”,  es decir, en ningún momento durante la acogida “van a estar solas”.

“En mi caso y yo creo que en todos, la sensación constante es la alegría en estado puro. Hay que dar muchísimo cariño, el mismo que dan ellos y ellas”, reiteraba Hernández.