La undécima planta del edificio situado en la calle Iturriaga –en el bilbaino barrio de Santutxu– continúa cubierta de hollín. Es el último resquicio del fuego que se desató el pasado lunes en uno de sus apartamentos y que obligó al desalojo de 43 vecinos. Dos tuvieron que ser atendidos por inhalación de humo. 

El piso en el que se originaron las llamas está totalmente calcinado. Una espesa capa negra de material quemado se adhiere al suelo, a las puertas e incluso al techo. En ese estado es difícil distinguir qué función cumplían cada una de sus habitaciones antes de que se produjese la combustión. No obstante, las dotaciones de bomberos que se acercaron hasta el lugar lograron sofocar las llamas con éxito. Los vecinos, por lo tanto, pudieron regresar a sus casas, aunque siguen estando intranquilos. “No he pegado ojo en toda la noche, todavía no se nos ha quitado el susto”, afirmó Marisol Izquierdo. La vecina aseguró ayer a DEIA que este es el segundo incendio del que ella y el resto de los moradores del edificio han sido testigos. Se originó, además, en el mismo apartamento que el anterior. 

Un vecino conflictivo “Dicen que el primero fue un cortocircuito, pero no nos lo creemos nadie”, comentó enfadada. Y es que muchas de las personas que viven en el rascacielos donde se declaró el incendio, el pasado lunes a las 23.00 horas, creen que el ocupante de esta vivienda es el causante de ambos sucesos. “Es un chico problemático”, espetó.

El joven, de 33 años, fue hasta ayer el vecino número 44 de este bloque de viviendas. Vivía en su undécima planta –según denuncian algunos de sus vecinos, de “manera ilegal”– en un apartamento que pertenece a su familia. “Después de la última vez, su tío puso un candado en la puerta, porque ya en el primer incendio el piso estaba inhabitable”, relató Marisol. 

“No he pegado ojo en toda la noche. Todavía no se me ha quitado el susto”

Dos candados forzados El joven comenzó a pernoctar en un coche estacionado cerca del inmueble. “Pero en vísperas de Nochevieja se lo llevó la grúa y en ese momento toda la vecindad supimos que él y sus amigos iban a volver”, dijo Marisol. Estaban en lo cierto. A primera hora del pasado lunes forzó el candado de la vivienda. “Eran las siete de la mañana. Alguien llamó a la Policía y a su familia en cuanto apareció”. Los agentes que se personaron en el edificio informaron al presunto autor del siniestro de que no podía estar allí y su tío volvió a cambiar el candado. “Él y su grupo estuvieron rondando por aquí todo el día hasta que consiguieron entrar por la noche”.

Marisol afirmó que los residentes de las viviendas aledañas insistieron en recordarle que no podía estar allí. Más tarde, en torno a las 23.00 horas, vio cómo una joven chillaba desde la calle. “¡Qué has hecho!, ¡qué has hecho!”, debió espetarle. 

“Me puse una bata según bajaba las escaleras ¡Vaya susto que me llevé!”

Poco después los 43 moradores del rascacielos tuvieron que abandonar sus hogares de manera precipitada. “Me puse la bata según bajaba las escaleras, ¡vaya susto!”, dijo Dora Delatorre, cuya vivienda se sitúa en frente de la siniestrada. “Pienso mucho en estos chicos jóvenes que viven aquí”, añadió Marisol señalando la ennegrecida puerta del piso que colinda con el de la familia del presunto autor del delito. “Si lo llego a saber, les disuado de que compren el piso”, zanjó. Josu Olsao, su propietario, apenas lleva dos años residiendo en él. Aseguró que ha tenido varios problemas con dicho joven. “Esto ha sido la gota que ha colmado el vaso”, sentenció. 

Marisol, Dora, Josu y los 40 vecinos restantes continúan teniendo miedo. Ayer la puerta de la vivienda siniestrada permanecía abierta. Temían que volviera a entrar.

El incendio en uno de los bares establecidos en el Puerto Deportivo de Getxo obligó ayer a desalojar al resto de locales hosteleros de la zona, según informó el Departamento de Seguridad. El fuego se originó, por causas que se desconocen, sobre las once y media de la mañana en un bar con estructura de madera, lo que facilitó la extensión del incendio en poco tiempo. Por ello, se procedió a desalojar al resto de establecimientos hosteleros situados en la zona. El fuego ocasionó daños en el local y lograron sofocarlo sobre las doce y media del mediodía sin que ninguna persona se viera afectada por el incendio.