Una de las tiendas de reparaciones más importantes de Bilbao se despide este diciembre después de tres décadas de trabajo con las lámparas. El dueño de Restauraciones Triluz, José Ángel Jiménez, se jubila tras años de arduo esfuerzo en reparaciones de lámparas, candelabros y decorados. José Ángel, restaurador de toda la vida, no ha encontrado sucesor para su negocio ni tampoco manera de realizar un traspaso. Triluz alberga todo tipo de herramientas de pulido, horneado y armado, pero, sobre todo, una larga trayectoria que merece ser contada.

Vecino del barrio bilbaino de Rekalde, José Ángel se inició pronto en los oficios del arreglo de metales. Trabajó en un taller de cromados, en donde era oficial de los baños (en materiales como níquel, cromo y oro). Fueron años de mucha implicación con su oficio, pero no estaban siendo recompensados como deberían. José Ángel tenía dos niños pequeños junto a su esposa Ana Palacios y recuerda ese momento como una profunda reflexión sobre su futuro. No ganaba lo suficiente y, poniendo a su familia como el motor de sus decisiones, empezó a labrarse su propio futuro. “Uno de mis patrones me dijo que su hija estudiaba en Donostia por 100.000 pesetas. Quedé asombrado, era poco menos de mi sueldo. Tenía dos hijos y quería darles oportunidades. Por eso me fui”, explica. 

José Ángel comenzó trabajando para una reconocida tienda de lámparas en Licenciado Pozas. La dueña del establecimiento confió en él para numerosas reparaciones y, poco a poco, fue forjándose su camino en el gremio. En 1988 Triluz abrió sus puertas y así hasta hoy. “El taller lo montamos mi mujer y yo. Hemos estado trabajando juntos treinta años”, aclara José Ángel, quien se encontraba terminando uno de sus últimos encargos. Su negocio está ubicado en la calle Moncada y sus 364 metros cuadrados asombran. No por el espacio, sino por la cantidad de materiales que colman las paredes, suelo y techo del local. Cristales de todas las formas, tamaños y colores se reparten entre las estanterías. Grandes arañas de cristal yacen en bolsas transparentes, que no les quitan un ápice de la vieja gloria que imponen. Unos pasos más adelante está el escritorio en el que José Ángel atiende a la clientela, trabajo en el que le precedía su esposa, ya jubilada. A unos metros se encuentra su taller, donde sucede la magia. Su dueño se desenvuelve con entereza entre cristales y herramientas. Más que un trabajo, parece su segunda casa. Al fondo se hallan las máquinas de horneado, pulido y limpieza.

José Ángel ha restaurado el escudo de la fachada de la Diputación, jarrones y farolas del Ayuntamiento y lámparas del Edificio Aznar

Treinta y cuatro años se cuentan fácil, pero José Ángel señala que siempre ha tenido “exceso de trabajo”. Entre los más importantes se encuentran el gran escudo en la fachada del flamante edificio de la Diputación de Bizkaia, junto a numerosas piezas de las grandes columnas dentro, además de los jarrones, farolas y apliques del Ayuntamiento de Bilbao, las lámparas del Edificio Aznar y destacables trabajos en la Iglesia del Sagrado Corazón, Residencia de los Jesuitas y en el Seminario de Derio. El resumen no le hace justicia porque hay que sumar los cientos de clientes que han dejado en sus manos sus lámparas y diseños. “Esto, además de su trabajo, es su pasión. Disfruta mucho del taller”, señala su hijo Iker. “Hemos propuesto que se enseñe el oficio y alguien continúe, pero ninguna entidad parece interesada”. Iker trabajó con su padre ocho años. “No se hace una fortuna, pero un trabajo digno sí es”, dice. 

A través de su página web, Restauraciones Triluz hace envíos a todo el Estado. “Tengo tantos clientes y compromisos que no sé qué voy a hacer”, afirma José Ángel, quien, a pocas semanas de su jubilación, aún conserva la esperanza de que su humilde oficio y su pequeño taller puedan, de alguna manera u otra, continuar.