El ahora deteriorado edificio que todavía se muestra orgulloso al lado de la ría, entre los barrios bilbainos de Zorrotza y Elorrieta, estaba llamado a ser uno de los centros punteros en la generación de harinas. Una ubicación buscada fuera del centro de Bilbao por los herederos de Toribio de Ugalde, promotor de La Ceres, la fábrica de harinas sita en el muelle de La Merced, la cual fue el primer edificio industrial levantado en hormigón del Estado.

La sociedad Grandes Molinos Vascos se creó en 1920 para dedicarse a la fabricación de harinas a gran escala y a la importación de maíz y otros cereales. Su instalación junto a la Ría fue buscada ex profeso para descargar directamente el trigo y el maíz que llegaban por mar del buque a los silos, utilizando cargaderos similares a los de mineral.

Incluso se proyectó también desplegar un tendido ferroviario por medio de vías de apartadero del Ferrocarril del Norte y los trenes de vía estrecha para contar con otro transporte por tierra para ampliar el negocio. Las pretensiones de los promotores eran crear una gran factoría capaz de moler diariamente 200.000 kilos de trigo por lo que fue dotada de los almacenes y silos correspondientes.

En poco más de un año, entre 1923 y 1924, con los planos firmados por Federico de Ugalde y Echevarría se levantó un edificio espectacular desde el punto de vista arquitectónico. Con una característica forma de ‘L’ y creado en la línea artística del edificio de Grandes Molinos de París –que hoy acoge la biblioteca de la Universidad de París–, en su construcción se reutilizaron materiales del antiguo Astillero Real de Zorroza, uno de los principales de la costa vasca, que estuvo activo desde el siglo XV.

El edificio, también construido en hormigón, cuenta con cinco plantas y dos torres donde destaca la que se integra en el ala derecha, la que mira a la ría, con su fachada llena de cristales rotos en la actualidad. Se construyó ligeramente descentrada en un característico estilo neovasco y servía para conectar con escaleras y montacargas los diferentes niveles del edificio.

23 silos en total

La superficie de cada planta es de 600 metros cuadrados mientras que el ala izquierda, más corta, alberga en su interior 23 silos, quince de ellos con envergaduras de 22 metros y capacidad para almacenar hasta 75 toneladas de grano.

Desgraciadamente su vida productiva fue muy corta, tan solo cuatro años, tras iniciar su producción en 1925. El incremento del precio del trigo y las malas cosechas de finales de la década de los años 20 del siglo pasado dieron al traste con el negocio original.

Tras diversos avatares, en 1946 la propiedad fue subastada y en los años 60 el bloque pasó a manos de Almacenes Comerciales, que durante años alquiló sus pabellones como almacenes, siendo después las instalaciones abandonadas. En 1998, el Programa de Demolición de Ruinas Industriales del Gobierno vasco, derribó el edificio de oficinas y viviendas adjunto al bloque principal, que se encontraba en estado de ruina. Fue un año después cuando el Ejecutivo vasco abrió el expediente de Bien Cultural atendiendo a una petición realizada en 1995 por la Diputación Foral, y lo protegió como Bien Cultural Calificado con categoría de monumento. Aunque hubo una intentona por convertir el edificio en la sede del Museo Vasco de la Industria y la Técnica y varias propuestas –tanto en el pleno del Ayuntamiento de Bilbao como en Juntas Generales de Bizkaia– para recuperar el bloque, la pasividad de propietarios e instituciones ha marcado su deterioro continuo hasta nuestros días.