Marijaia, custodiada por la pregonera, Itziar Lazkano, y, por la txupinera, Iratxe Palacios, ha sido la encargada de inaugurar el recinto de txosnas. Rodeada de una marea de gente, la reina de la fiesta fue acogida con cánticos y gritos de ¡Gora Marijaia! Mientras, las comparsas se ponían manos a la obra para dar vida durante 9 días intensos días a cada uno de sus templos festivos que acogerá a millones de personas. La música comenzó a sonar en El Arenal. La fiesta se desató. Veintisiete txosnas son las que se desenvuelven en los alrededores de la Ría y Marijaia recibió a todas. Entre música, bebidas y el material restante en las ropas de los asistentes tras el txupinazo, las miradas se volcaron al personaje más querido de Bilbao. Con el teatro Arriaga de fondo, comenzó el evento y Marijaia, poco a poco fue colándose en medio del tumulto de gente.

Ha ido de txosna en txosna, pasando por las calles a lado de los escenarios, las luces y la emoción. Los trabajadores de las konpartsas la miraban contentos, preparados para recibir a los cientos, miles -o si esta edición rebasa las anteriores- millones de individuos en el borde de sus barras. “Nosotras teníamos muchas ganas de fiesta. Ver a Marijaia después de tres años fue justo lo que necesitabamos para empezar la fiesta”, han dicho Daniela y Ainhoa, dos amigas que ya se encontraban bailando al ritmo de la música frente a la txosna Kaixo.

Mientras tanto, tras el multitudinario txupin, a medida que la zona de la Plaza del Arriaga se fue vaciando, la gente se iba acercando a la zona de El Arenal. “Hay noches que no salgo de las txosnas. En Aste Nagusia vivo aquí. Tenía ganas de volver a vivir este. Se ha hecho muy largo”, dijo el bilbaino, Julen Ruiz. No ha sido el único. En la txosna Mekauen estaban al filo de la espera, contando los minutos para divisar a Marijaia entre la multitud y recibir a los asistentes. “El ambiente es increíble y la gente ya quería volver a las txosnas”, señaló Isabel, una de sus coordinadoras. 

La energía de ese primer kalimotxo servido en un ambiente lleno de música y ganas de celebrar se repetía una y otra vez durante la ruta de Marijaia. Los bilbainos y bilbainas saltaban de alegría al verla pasar. Se cogían de las manos y la acompañaban por el camino. En cuanto Marijaia pasaba, saludaban con una sonrisa a quienes les servían un kalimotxo. 

“Creo que es muy bonito poder conectar a través de esta gran semana. Marijaia recibe a las txosnas y les permite iniciar con su labor. Para mi, que he pasado toda mi vida aquí, nunca se hará repetitivo verla”, dijo Luix García, un fiel bilbaino con pañuelo azul al cuello, y desde luego, kalimotxo en mano.