RAN los años sesenta y setenta del pasado siglo, cuando el boxeo gozaba de gran predicamento en Bilbao, el tiempo en el que apareció en escena la leyenda de Urtain y los días en que los guantes tenía, incluso, un aura caballeresca. Uno de los gimnasios más reconocidos de la ciudad se encontraba en las duchas de La Concha, cerca de La Casilla. Allí entrenaban Benito Canal y Madrazo, el guapo, entre otros. Y hay algunas crónicas de la villa que recuerdan que en el bar Mendia, allá en la plaza Eguileor, había un ring pequeño y la gente de alta alcurnia se ponía los guantes y hacía el paripé, aunque a veces también se sacudían de lo lindo y de verdad. Era toda una estampa ver a caballeros bilbainos boxeando, como si les hubiese poseído un espíritu british.

¿Les había cautivado la imagen de mister Jack Broughton, el hombre que redactó en 1743 las primeras reglas del boxeo moderno (London Prize Ring Rules)? ¡Quien sabe!Les traigo hasta este ring el recuerdo de Benito Canal, uno de aquellos hombres con nombre entre las doce cuerdas. Nacido en una aldea gallega llamada Fontao, ubicada en el ayuntamiento orensano de A Merca, el niño Benito creció entre la emigración vasca a la que le habían traido sus padres. El progenitoo era cantero de profesión y de reconocido prestigio pero vio cómo su vástago escogía la electricidad como oficio.

Con apenas veinte años Benito se calza los guantes profesionales (peleó 25 combates como aficionado, donde se encontró con su primera bestia negra, en catalán Manolito García...) que le daría vida y debutó como profesional, en Amorebieta. Poco tiempo después, el 25 de diciembre en Bilbao en 1960 (la fecha no está confirmada...) pelearía contra Mariano Echevarría un púgil con mucha más experiencia que él y que había sido campeón nacional semipesado en anteriores fechas. Ahí comenzaba una leyenda al estilo, si se quiere ponerle épica a la historia, de la vivida en los duelos librados entre Jake La Motta y Sugar Ray Robinson que culminó en el último combate, el de La matanza del día de San Valentín.

Sus enfrentamientos, propiciados por la carencia de pesos pessados, fueron sucesivos. Benito perdió por puntos aquella pelea, pero contra este mismo púgil ganaría el campeonato de España casi dos años después. El 9 de septiembre de 1962 los púgiles se encuentren por segunda vez. El escenario era la plaza de toros de Vista Alegre, recién estrenada tras el incendio de la Plaza Vieja, un coso que presentaba una extraordinaria estampa con cerca de 9.000 personas siguiendo la velada. Canal lograría el título y encadenaron, a partir de entonces, sucesivas peleas hasta la del 6 de agosto de 1969, fecha del último capítulo de la épica rivalidad. Ambos sabían, además, que el ganador alcanzaría una buena bolsa, pues debería defender ante la nueva sensación del boxeo: José Manuel Ibar, Urtain.

A pesar de que Benito Canal se hizo con el entorchado, retó a Urtain micrófono en mano, este poco después conseguía una oportunidad para disputar el campeonato de Europa, con lo que ese duelo quedó aplazado hasta que el tigre de Zestoa perdió con Henry Cooper. El 8 de mayo de 1971 acaba midiéndose con Urtain en Bilbao. Salta el escándalo Urtain gana en dos asaltos y algunos creen que Benito se ha tirado. Él replica que Urtain le ha dado en la nuca. La Federaación le retiene la bolsa y le sanciona. Sería su última pelea profesional. Durante su carrera disputó 37 combates con 21 victorias, 11 derrotas y 4 nulos.

Habías hecho dinero en su carrera profesional y montó el Mesón Canal en la calle 2 de mayo hasta que regresó a su tierra natal. En 2016, tras una larga enfermedad, falleció en Villarcayo. Arrojó la toalla. l

Fue cuatro veces campeón de España en pesos pesados y libró legendarios combates con Echevarría en los sesenta

Casi retirado tuvo una oferta para boxear con Urtain y al caer por KO en el segundo asalto le acusaron de tongo