El conjunto inacabado de tallas de madera en la senda Potongo de ArtxandaPotongo parece más fruto de la conjunción de talento, tiempo y oportunidad de una persona o grupo de personas que un proyecto planificado. Lo cierto es que, desde finales de la década de los sesenta del pasado siglo, existe una corriente artística denominada Land Art En castellano estaríamos hablando de Arte de la Tierra o Arte de la TierraArte AmbientalSe trata de una tendencia del arte contemporáneo surgida en Estados Unidos en la que el paisaje y la intervención creativa presentan una relación estrecha.

Los materiales que se emplean suelen ser tierra, piedras, arena, viento, rocas, agua o madera. Lo más impactante y conocido es la utilización de rocas, piedras o grandes masas vegetales para crear laberintos, grandes figuras o conjuntos geométricos que cambian el paisaje.

La pareja formada por Christo y Jean Claude, Walter de María, la cubana Ana Mendieta o el argentino Nicolás García Uriburu se encuentran entre los artistas más renombrados de esta corriente. Por supuesto, obra cumbre de la tendencia sería el Bosque de Oma en el que la escultura, la pintura, el trabajo sobre perspectivas y el cuidado de los árboles forman una mixtura mágica, sorprendente y única en el mundo. También al genio de Agustín Ibarrola se deben los Cubos de la Memoria de la escollera del puerto de Llanes (Asturias); en este caso no tanto por las policromías, sino por la relación de estos con el mar y el paisaje del litoral.

El polifacético Rober Garay (Bilbao, 1964) ha realizado intervenciones sobre las dunas de Urdaibai, además de en rocas y bosques, la mayoría realmente espectaculares. Las páginas de DEIA decían el 3 de marzo de 2017 lo siguiente: “Acantilados litorales, bosques frondosos, islas, cavernas, rasas costeras, fondos marinos, campos o marismas son algunos de los escenarios en los que ha intervenido durante los últimos años Rober Garay, ilustrador, diseñador gráfico y apasionado del Land Art. Con sus propias manos ha reorganizado los materiales naturales de cada entorno, planteando propuestas estéticas efímeras que se desvanecen con el tiempo y la acción del agua o el viento”. En Arcos de Quejana (Araba) se puede visitar La Robleda de los Sueños.