Bilbao - Pasar un día en la feria de Santo Tomás es tomar un talo con chorizo y compartir una botella de txakoli, es pasear por los puestos, comprar algún capricho para la mesa de Navidad... Para que miles de personas disfruten de una jornada que está marcada en rojo en muchos calendarios, decenas de operarios municipales trabajan de sol a sol con la mirada puesta en que el día transcurra sin sobresaltos. Desde personal de limpieza a enfermeros, pasando por inspectores sanitarios o la propia Policía Municipal y agentes de la Ertzaintza, cada Santo Tomás supone el despliegue de un amplio dispositivo especial.

Aunque el almanaque señala el 21, los preparativos del operativo de limpieza comienzan dos días antes. Ya el miércoles y el jueves, diez operarios apoyados con seis vehículos trabajaron intensamente para retirar los residuos que genera el montaje de las propias casetas, como cartones y plásticos. También hubo que retirar 41 elementos, sobre todo bancos de la zona de El Arenal, para facilitar el tránsito de los asistentes.

Ayer era el día para echar el resto. Si un día normal trabajan en la zona donde se instala el mercado veinte operarios, la cifra durante la feria se eleva hasta los 66, triplicando por tanto la plantilla. La jornada empieza pronto, muy pronto. Para las 6.00 de la mañana, la plantilla estaba ya dando el último repaso a las zonas festivas. Una vez amanece y los incondicionales comienzan a visitar los puestos, la tarea se complica. La afluencia de visitantes condiciona sobremanera el poder entrar en el recinto de puestos con maquinaria, por lo que la labor se limita al trabajo a pie. Los operarios recorren las zonas de puestos barriendo, recogiendo botellas, vasos de plástico y servilletas que los visitantes dejan en bancos y parterres, y vacían los cubos de basura dispuestos por todo el recinto. Los llevan hasta dos camiones que se mantienen en los viales, donde los vacían y vuelven a la carga. “Se tiran muchas botellas de cristal y puede haber un accidente si se rompen y alguien se corta. Con toda la afluencia de gente, el trabajo consiste sobre todo en hacer una labor de mantenimiento, conjugando el que la gente pueda disfrutar sin que la molestes, pero sin que se amontonen los residuos”, explicaba Marta Barco, directora del Área de Obras y Servicios del Ayuntamiento. Se colocan, por ello, un número importante, hasta 270, de contenedores de diferentes tamaños, muchos de ellos específicos para cartón y vidrio, y también algunos de aceite para las txosnas.

Mangueos, solo por la noche Los operarios trabajan, literalmente, hasta que la marea de gente se lo permite. A media tarde, y sobre todo ayer, el viernes anterior a Navidad y con buen tiempo, la afluencia de visitantes convierte el espacio en poco menos que impracticable. Volvieron por la noche, una vez que el mercado había apagado ya sus luces y los puestos habían cerrado, aunque la fiesta todavía continuaba para muchos, para comenzar a limpiar, con los vehículos de mangueo, los viales que circunvalan el espacio festivo y que durante toda la jornada permanecieron cerrados al tráfico. Pero el gran ataque a la zona se realiza a primera hora de la mañana de hoy, sobre las 6.00 horas, con un equipo formado por 41 operarios y una treintena de vehículos. “Para las 10.00 de la mañana está todo en perfecto estado, la ciudad recupera la normalidad y los signos de fiestas han desaparecido”, señaló Barco.

El año pasado, solo el día de Santo Tomás, se recogieron más de 75 toneladas de basura, sobre todo fracción resto (52 toneladas), vidrio (casi veinte), papel y cartón (3,5), y envases en mucha menor medidas (apenas 280 kilos).