BILBAO. Ante un escenario arrasado por el agua la sociedad vasca dio un paso al frente y sacó lo mejor de sí misma para recobrar la normalidad lo antes posible. Pero para facilitar ese trabajo ingente y coordinarlo fue necesario que alguien hiciese malabares en unas condiciones precarias. En 1983 Mario Fernández y Pedro Luis Uriarte fueron los dos hombres escogidos por el lehendakari Garaikoetxea para gestionar aquella catástrofe. Treinta y cinco años después los dos relatan a DEIA sus recuerdos de aquellos días.

Mario Fernández estaba de vacaciones en Zarautz. Tanto a él como al lehendakari Garaikoetxea les llamaron para decir que lo que estaba ocurriendo “era algo serio”. Su primera reacción fue repartirse Gipuzkoa y Bizkaia. El lehendakari tomó las riendas de Gipuzkoa y Mario Fernández las de Bizkaia, donde los daños eran más severos. “El lunes siguiente hubo una reunión del Consejo de Gobierno creando la Comisión Coordinadora de lo referente a las inundaciones”, explica Fernández, “el lehendakari me dijo que la presidiera yo”.

Los números eran demoledores. “Para las pymes las pérdidas eran terribles”, relata el que fuera vicelehendakari, “el agua no te lleva el edificio, te lleva también la maquinaria, el producto que tienes terminado, las materias primas?”. Para paliar los daños el Gobierno puso en marcha 114 medidas de ayuda, “pero eran imprescindibles otras patas de la mesa: que las compañías de seguros rápidamente valorasen los daños y viesen qué ponían”. Por otro lado, Mario Fernández se encargó de que el Gobierno de España fuese consciente de la necesidad de ayudar a Euskadi en aquellos difíciles momentos. Fernández montó a Felipe González en un helicóptero y le llevó a ver los desastres causados por el temporal. A partir de ahí, se negociaron las ayudas con José Barrionuevo, ministro de Interior. “El Estado se portó muy bien”, reconoce el abogado vizcaino.

El agua no hizo distinciones. “Esto alcanzó a todo el mundo”. El saldo fueron ochocientas viviendas destruidas, 37.308 damnificados y daños en primera estimación de 200.000 millones de pesetas (unos 1.200 millones de euros). “Pedimos que se hiciesen aportaciones voluntarias de dos días de salario y que la gente lo ingresase en una cuenta corriente”, recuerda Fernández. A pesar de que el país atravesaba tiempos complicados en lo económico, la sociedad vasca no miró a otro lado: “Fue un momento difícil. Hay que entenderlo en un país que en aquel momento atravesaba una crisis económica de caballo. Cuando te cae esto encima?”.

Mirando atrás, Mario Fernández confiesa que lo que más le impactó fue “ver Bilbao a oscuras”. “Teníamos un quinqué del ejército en el Gobierno Civil”, relata, “solo teníamos eso para trabajar mientras mirábamos al cielo y seguía cayendo lo que no está escrito”. Otra escena que le dejó huella fue la de el túnel de Malmasín, que estaba cerrado: “Cuando empezaron a quitar los escombros, antes de entrar los técnicos metían un pajarito y, si salía, era que no había gases. Si no salía, se esperaba para entrar”.

A Pedro Luis Uriarte las inundaciones también le pillaron finiquitando sus vacaciones en Donostia. Le faltaban dos días para reincorporarse a sus labores como consejero de Economía y Hacienda cuando el lehendakari Garaikoetxea lo convocó con urgencia en la Diputación Foral de Gipuzkoa. “Me indicó que había riesgo de muy graves inundaciones en Euskadi, pero sobre todo en Bilbao, y que el Gobierno vasco tenía que responder de inmediato a lo que se adivinaba iba a ser una situación crítica”, relata Uriarte, “por ello me indicó que cogiese inmediatamente un coche para ir a Bilbao”.

Consiguió llegar a la capital vizcaina “de chiripa” y pasó a ser el máximo responsable de coordinar todos los trabajos y operativos de salvamento en Euskadi, pero muy en especial en la cuenca del Nervión. “Garaikoetxea llegó a un acuerdo con Felipe González y se pusieron bajo mis órdenes todas las personas y equipos de la CAV y del Estado, que hubo que movilizar”, puntualiza Pedro Luis Uriarte, “eran miles de personas, civiles y militares, porque estamos hablando de personal del Gobierno vasco, de las Diputaciones Forales y de los ayuntamientos afectados, pero también del aportado por el Estado, incluyendo Policía, Guardia Civil y Ejército, que era consciente de la gravedad de lo que había ocurrido y de lo que estaba por venir. Hay que destacar que se volcó y puso a nuestra disposición todo lo que hizo falta”.

El exconsejero recuerda que aquella catástrofe le mantuvo en vilo día y noche durante dos semanas “apoyado por el trabajo memorable y valiosísimo de muchas personas que se sacrificaron y se volcaron hasta lograr recuperar una cierta normalidad”.

Después llegó su segunda tarea, reparar las pérdidas. Junto a Mario Fernández negoció las ayudas aportadas desde Madrid. Una vez más se encontró “con buena disposición al otro lado de la mesa” y consiguió una aportación de 120.000 millones de pesetas. A eso se sumaron 40.000 millones aportados por las instituciones vascas: “Aquello fue posible gracias a que comenzaban a contar con recursos tras la entrada en vigor del Concierto Económico”.

Un hecho tan excepcional como aquellas inundaciones requirieron medidas excepcionales. Pedro Luis Uriarte recuerda que él propuso un Proyecto de Ley en el Parlamento vasco por el cual se establecía un recargo transitorio sobre el Impuesto de la Renta, a pagar en 1984, con el fin de que la ciudadanía vasca, además de las ayudas estatales y de los recursos provenientes de los presupuestos de las instituciones públicas vascas, cooperase personalmente en la superación de los daños de las inundaciones: “Ha sido la única disposición fiscal que ha aprobado en su historia el Parlamento Vasco”.

Entre el lodo, Uriarte también saca cosas positivas, como los valores que afloraron. “Hubo una solidaridad inmensa. Miles de personas se ofrecieron para trabajar en aquellas tareas de salvamento y de recuperación”, rememora, “y otro recuerdo positivo es, en una Euskadi que quedó arrasada, en un contexto crítico social y económico muy negativo, es el de nuestra capacidad como vascos para afrontar dificultades, mantenernos en pie, no dejarnos arrollar y recuperarnos como país. Aquellas terribles inundaciones no pudieron con Euskadi, no nos vencieron”.