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Del ‘pica’ al USB

Bilbobus cumple el 1 de agosto treinta años de servicioAunque en este tiempo ha perdido muchos usuarios el servicio está muy bien valorado

Del ‘pica’ al USBDEIA

BILBAO. Entonces sus autobuses eran blancos con rayas rojas y el interventor o pica vigilaba sin compasión. Ahora son todos rojos con un par de toques blancos en forma de ‘B’ de Bilbao y la barik evita el pago en efectivo. Cuando comenzó Bilbobus movía 130.000 viajeros cada día de media. El pasado año no llegó a 70.000 usuarios. Hace tres décadas el servicio se estrenó para resolver un grave problema financiero y de seguridad. Hoy su mantenimiento está asegurado y cada vez se moderniza más una flota que se adapta a sus clientes.

El próximo miércoles, 1 de agosto, el servicio Bilbobus cumple 30 años después de transportar en su historia un montón de vicisitudes, traspiés, modernizaciones y huelgas. Un servicio municipal que nació cuando era el rey de la movilidad urbana y que ahora tiene que competir con servicios mucho más modernos, como el metro o el tranvía, y sobre todo con el coche privado, su bestia negra. De ahí la sangría de usuarios que ha padecido durante estos años que tuvo su última pérdida el pasado año con la entrada en servicio de la línea 3 del metro, la cual redujo el volumen de clientes en nueve líneas que atienden los barrios del norte de Bilbao.

Su nacimiento en 1988 tiene como origen otra sangría, la económica. Fue la necesaria acción del Ayuntamiento ante la graves crisis que presentaba TCSA, la firma que tenía en concesión el transporte nada más y nada menos que desde 1948. Hasta entonces no se había realizado ningún concurso público de un servicio que se prestaba con dos tipos de autobuses, los tradicionales de gran tamaño y los micros, conocidos popularmente como azulitos, que desaparecieron dos años después. Las prestaciones de estos últimos, que paraban en el lugar que demandaba el cliente, les hizo muy populares a pesar de que cobraban hasta cuatro veces más que un autobús normal y no se podía viajar de pie.

La modernidad del transporte urbano llegó con su bautismo como Bilbobus. Desde entonces el Consistorio tiene todo el control económico, antes la vieja compañía TCSA cobraba por el servicio realizado, convierte la tarifas de los viajes en unitarias, estrena el bonobús, precursor de la actual barik, e implanta las canceladoras en los autobuses, un elemento que supuso mejorar la seguridad de los conductores y evitar los robos de la recaudación.

52 mercedes nuevos

El último gran cambio fue asumir la mayor renovación de unidades incorporando a la flota, 52 Mercedes a estrenar. Fue la misma TCSA quien siguió prestando el servicio que empezó a ser visto con mejores ojos por los ciudadanos.

Acciones como la incorporación a la flota del primer autobús que se movía con gas natural en 1992 o la integración progresiva de unidades con rampas para personas con discapacidad daban una nueva etiqueta a Bilbobus. Su imperio se mantuvo incólume hasta 1995.

La llegada del metro supuso un mazazo brutal para el servicio ya que las sucesivas ampliaciones del suburbano hasta Santutxu y Bolueta cubrían los itinerarios de las líneas de autobús que más clientes tenían. Con el suburnano a pleno rendimiento en 1998 Bilbobus bajó a 90.000 viajeros diarios. Cuatro años después otro transporte de nuevo cuño, el tranvía, retornaba a la villa para quedarse y también arañar unos cuantos miles de clientes más diarios a la red urbana de autobuses.

Aún así, ninguno de los dos transportes llegaban a todos los sitios y los autobuses municipales se reconvirtieron para atender aquellas zonas alejadas del centro sin cobertura ferroviaria. De hecho, históricamente, Bilbobus siempre ha sido más utilizado por los bilbainos de los barrios altos y los más alejados del Ensanche, algo que se mantiene hoy en día.

El vigésimo cumpleaños de la marca fue convulso. En 2008, el Ayuntamiento sacó por primera vez en la historia a concurso el servicio que ganó una empresa francesa, Veolia, una adjudicación que recurrió TCSA, aunque finalmente sin éxito.

Sin embargo, los azares de la vida, volvieron a llevar a TCSA a Bilbobus. En mayo de 2012 con una serie de conflictos laborales continuados y unas cuentas que no salían, Veolia puso a la venta su contrato que compró Alsa-Pesa, firmas que tenían anteriormente las acciones de la vetusta TCSA. Bajo el nombre de Biobide, la nueva concesionaria ha mejorado ostensiblemente el servicio y quizás por ello el número de clientes se han mantenido desde entonces alrededor de los 25 millones anuales.

Apunte de historia

Bilbobus también ha mirado a su historia. Por ejemplo, y recordando a los azulitos, la flota incorporó autobuses de similar tamaño con potencia suficiente para subir fuertes pendientes y llegar a los barrios más altos y alejados. Los bilbainos también refrescaron su memoria cuando empezaron a ver circular por la Gran Vía los autobuses de dos pisos. Estos vehículos tan especiales no tienen nada que ver con los viejos trolebuses a los que se salían el trole y el conductor tenía que bajar para encajar de nuevo el conector con el tendido que le daba energía. Los nuevos autobuses se compraron en 2010 para cubrir los trayectos con más clientela y recorridos más prolongados, por ejemplo, el que va de La Peña al Sagrado Corazón.

Mientras tanto han mejorado todos los ratios. Desde la edad media de los vehículos que ronda los siete años de media, nada que ver con aquellas chatarras que circulaban con 20 años a cuesta en la década de los años ochenta, pasando por las unidades que incorporan prácticamente todas las mejoras de seguridad existentes, y siempre teniendo en cuenta al cliente.

Se han introducido nuevos coches eléctricos y con combustibles más limpios, las paradas ofrecen terminales que dan información en directo de las frecuencias, cuentan con tomas de USB para cargar los móviles y los choferes ya paran a demanda por la noche para evitar agresiones a mujeres. Sin duda, 30 años han dado para mucho en el transporte urbano de Bilbao.