BILBAO - Vecinos que no pagan por insolvencia, comunidades con un grado importante de vivienda vacía, problemas convivenciales y situaciones de desamparo por una soledad que les paraliza a la hora de tomar decisiones. Estas son algunas de las causas que pueden influir para que un edificio se vaya deteriorando poco a poco por falta de compromiso a la hora de realizar los trabajos necesarios. Para solucionarlo, Surbisa pensó hace diez años en aportar una solución que pasa por un mediador, un administrador de fincas concretamente, en las viviendas de su ámbito. Su objetivo: mediar en estos conflictos. Hasta la fecha han intervenido en 41 edificios en los que han resulto los conflictos. “El resultado ha sido tan importante que nos ha animado a revalidar este programa en Bilbao La Vieja y se ha extendido a Atxuri y a todos los ámbitos de actuación de esta sociedad”, anuncia Marta Ibarbia, directora de la sociedad para la rehabilitación, Surbisa.

El parque de viviendas en Bilbao se hace mayor como su población y eso hace que los problemas sean dobles. “Intuíamos y apreciábamos que muchas veces había problemas de desavenencias vecinales que tenían clara afección en que se hicieran las obras de conservación de los edificios”, dice Ibarbia. Esto provocaba que se fuera perdiendo el interés por las viviendas. Es por ello que desde Surbisa se pensó que se podía contratar a mediadores de fincas como instrumento para mediar, mejorar y prevenir el problema.

Los profesionales son previamente formados en el concepto de la convivencia pacífica para posteriormente encargarse de unas tareas concretas en algunos edificios.

Las actuaciones se dividen en problemas de organización, convivencia, legalidad y otros más concretos por edad avanzada o falta de instrucción. “Vimos que introducir a un administrador podía servir para llegar a acuerdos o bien para que estos acuerdos pudieran ser llevados a cabo o que hubiera un mejor uso de los elementos comunes. Esa convivencia era el objetivo”.

La directora de Surbisa explica que, “por lo general, hemos conseguido que se vayan haciendo las obras aunque sea parcialmente. A veces, los problemas son muchos y están muy enredados. Se van aligerando”.

lOS CASOS Uno de los casos resueltos tuvo lugar en San Francisco 18. Se trataba de un edificio con gran impacto en la calle que tenía mucho piso alquilado pero también vacío. No se convocaban juntas en la comunidad ni tampoco había libros de actas lo que complicaba hacer obras. Ibarbia explica que con esta organización de comunidad nadie tomaba ningún tipo de responsabilidad y como estaban viviendo personas alquiladas tampoco les importaba excesivamente el edificio. Tras la intervención de la administradora de fincas Arantza Urizar, “poco a poco hemos conseguido que se vayan haciendo las obras en función de lo que pueden y de la necesidad del edificio”.

Uno de los primeros casos que resolvieron estos mediadores sucedió en Hernani 26. “La comunidad necesitaba un asesoramiento en el tema de legalidad, sobre todo relacionado con la accesibilidad. Hacía falta alguien que hiciera de negociador intentando lograr mayorías”.

En Atxuri, había mucha dificultad para llegar a acuerdos porque había mucha desconfianza y una alta morosidad. “No querían hacer obras temerosas”. Otro administrador fue abriendo procedimientos judiciales para poner al día el tema de la morosidad. Finalmente se pudieron hacer las obras.

El pago de los administradores fue uno de los asuntos que hubo que arbitrar. “Pensábamos que no se iba a querer contratar. El primer año les pagamos el 100% de los honorarios; el segundo, el 75%, y el tercero, el 50%. Pero luego se quedan con el administrador en casi todos los casos”, explica la directora de Surbisa. De hecho añade que la mayoría de las veces lo que les hace pensarlo “no es el costo”. Por este motivo, confiesa que “tuvimos nuestras dudas, pero, por ejemplo, en las ayudas para la rehabilitación de edificios, además de la obra, incluimos el costo de los honorarios”.

Surbisa establece la relación con estos profesionales a través del colegio de administradores. “Ellos mismo quieren superar la mala praxis de algunos. Están tomando conciencia de lo importante de un buen trabajo”, dice Ibarbia. Pero tienen que saber que “el objetivo no es tanto administrarles las cuentas como hacer estos trabajos”.

Hay gente que ha sabido de la figura de mediación que ha puesto en marcha el Ayuntamiento y lo han llegado a solicitar pero “la idea no es cambiar un administrador por otro, sino contar con esta herramienta cuando queremos mejorar un edificio y nosotros vemos que se necesita ayuda de mediación”.

Así, el objetivo de Surbisa, además de la rehabilitación de edificios como función específica, invita a proyectar un entorno digno y con una convivencia que ayude a la regeneración urbanística y social de nuestro barrio.

La sociedad ya ha convocado a aquellos profesionales en la administración de fincas interesados en este tipo de conflictos. Previamente deberán realizar un curso de formación que además les habilite como mediadores para actuar en estos casos.