Los colores festivos, la música y la alegría conquistó ayer el barrio bilbaino de Castaños. Pero sobre todo, lo que se apoderó del barrio fue la emoción. Y es que entre todos los curiosos que se acercaron ayer a ver cada detalle de la kalejira, había una persona especial; una mujer que ha sido el motor del grupo de danzas Sabaltzaile Dantza Taldea, que este año celebra su 40 aniversario. Begoña Arroyo ha sido el corazón del barrio, ya que durante muchos años ha puesto tiempo, esfuerzo, trabajo y compromiso por el grupo.

A sus 86 años, por nada del mundo quería perderse lo que ella hace 40 años fundó. “Fíjate, hace 40 años empecé a dar clases de jotas a cuatro mujeres y mira ahora en todo lo que se ha convertido”, dijo emocionada y sonriente. No perdió detalle de la kalejira y, acompañada de uno de sus hijos, recorrió junto a los casi 200 participantes todo el recorrido que se había programado.

Entre ellos se encontraba el consejero de Cultura y Política Lingüística del Gobierno vasco, Bingen Zupiria, asiduo en la celebración de estos carnavales cuya fecha tiene marcada en rojo en su calendario: “Castaños para mí es un pueblo pequeño dentro de Bilbao. Tenemos mucha vida y en torno a todos los grupos que hay en el barrio se ha formado una comunidad. Este Carnaval es la cosa más especial que hacemos además de la Euskal Jaia”, dijo Zupiria, quien tuvo palabras muy cariñosas para Begoña: “Gracias a ella estamos aquí y, sin duda, ha sido el motor del grupo”.

Bien es cierto que desde donde partió la kalejira, la plaza del Funicular, ya había gente esperando media hora antes de que comenzase el festín. Los carnavales de Castaños han sido el primer acto de la conmemoración de los 40 años del grupo y decidieron hacerlo con bailes típicos de Lapurdi: Makil txiki, Dantza luze, Jauziak, Kontradantza, entre otros. “Nosotras vamos a salir a bailar dentro de tres meses más o menos cuando sean las fiestas”, dijo Irati, de 5 años, mientras no perdía detalle de ninguno de los pasos. “Tenemos muchísimas ganas de que lleguen”, comentó, mientras miraba a sus amigas.

Tras realizar la primera parada fueron directos al puente Zubi Zuri. “Ah, ¿pero van a bailar en el puente?”, comentó asombrada Izaskun mientras intentaba dejar paso. Y así fue. La mayoría de los allí presentes, con móvil y cámara en mano, no quisieron perder la oportunidad para capturar ese momento. “Esperemos que aguante el puente”, dijo riendo una de las dantzaris. Pero, segundos más tarde, el desconcierto se apoderó de ella: “¡Dios mío! ¿Pero cómo se puede mover tanto el puente?”. Y es que, incluso los tensores de la estructura empezaron a tener vida propia.

Representación Tras finalizar la kalejira, alrededor de las 14.00 horas, volvieron a hacer suya la plaza del Funicular y ahí comenzó la verdadera fiesta. El grupo de danzas interpretó varios bailes al son del txistu y la alboka, entre otros instrumentos. “Amama, quiero salir a bailar, ¿puedo?”, preguntó Adrián, de 7 años. “El año que viene, cariño”, le respondió con una sonrisa su amama. “Lleva desde siempre bailando y es algo que le apasiona”, informó a los presentes.

Además, la txosna incorporada en la plaza del Funicular no paró de servir talos de diferentes ingredientes a los asistentes a la fiesta.