Bilbao - La villa amaneció ayer gris pero eso no fue impedimento para que la capital vizcaina celebrase su tradicional kalejira del Carnaval. Durante la primera hora de la tarde, el tiempo dio un poco de tregua a los amantes del Carnaval pero, según iban pasando los minutos, Bilbao comenzó a convertirse en una ciudad fría, mojada y un poco oscura. Bien es cierto que las 50 cuadrillas que participaron en la Kalejira pusieron toda su imaginación en el asador para animar a los espectadores y conseguir una ciudad multicolor retando al mal tiempo.

“Esperamos que no sea muy lenta como el año pasado porque de aquí nos vamos a casa”, dijo Irune, mientras no quitaba ojo a sus hijas disfrazadas de mariquitas. Pero, a pesar de la lluvia y el frío hubo quien lo tenía muy claro. Es el caso de la cuadrilla de Julen, que se disfrazaron de investigadores. Todos ellos tenían una misión. “Analizaremos con lupa y a fondo la noche de Bilbao, mínimo hasta las 7 de la mañana”, bromearon.

Apenas quince minutos antes de que comenzara el desfile, la Gran Vía ya estaba repleta de curiosos. A pesar de la lluvia, se pudo observar cada detalle de los laboriosos disfraces que los bilbainos, tanto los participantes en la kalejira como los que no, portaban encima de sí.

A las 17.30 horas los asistentes, nerviosos y con frío, comenzaron a desfilar cuadrilla por cuadrilla. Durante el recorrido se pudo ver a indios, leones, multitud de personas convertidas en Harry Potter, emoticonos de Whatsapp o bolos. Incluso hubo quienes se atrevieron a hacer el gamba y desfilaron convertidos en ese manjar.

Ellos eran Borja, Lander y Xabi. Sin duda fueron los más fotografiados de toda la tarde. “Perdona, ¿nos podemos hacer una foto con vosotros?”, les preguntó una cuadrilla de chicas. Y así una y otra vez. “El resto de la cuadrilla no ha podido venir”, dijeron. Pero eso no fue impedimento para participar en la kalejira. “La clave está en trabajar bien la gomaespuma, luego la hemos pintado y listo. Tardamos dos días en pensar la idea y otros tres en hacerlo”, comentaron mientras bailaban un poco y disfrutaban del ambiente carnavalero. Otros, en cambio, aprovecharon el desfile para dar a conocer la esencia de su cuadrilla. Es el caso de la comparsa Pinpilinpauxa, que este año cumple 40 años y decidieron ir de “lo que la gente quisiera” pero con una condición: tenía que ir entero de amarillo, color que identifica a la comparsa.

El público Lo que más se pudo ver entre el público fueron los pequeños disfrazados de animales: tigres, leones, tortugas o mariquitas. “Yo soy la tortuga pequeña y junto a mis aitas formamos un equipo”, dijo Aiara, de 5 años, que radiaba felicidad al ver tantos disfraces. Hubo también los que se pudieron quitar “la espinita clavada” que tenían. “Llevo tres años queriéndome disfrazar de los Minions así que este año tenía que ser sí o sí. He conseguido engañar a dos amigas para no ir yo sola”, dijo Irene, de 16 años. El desfile llegó a su fin pero eso no significó que la fiesta terminaba. El frío no pudo con los carnavales y el ambiente festivo siguió por las calles de Bilbao.