No tienen edad para votar pero fueron elegidos en un plebiscito escolar para representar los intereses de todos sus compañeros. Tampoco llegan al 1,50 de altura y, sin embargo, las aportaciones para mejorar la ciudad desde su punto de vista son muy valiosas. Solicitan más zonas de esparcimiento, integrar la conciencia ecológica, la accesibilidad universal... y manifiestan alguna que otra petición que, incluso siendo inverosímil, rebosa buenas intenciones. “Me gustaría que hubiera más árboles... -hasta ahí todo bien- y más montes”, deseó ayer Laia, una alumna bilbaina, durante la constitución del Consejo Municipal de la Infancia y Adolescencia que tuvo lugar en el Ayuntamiento de Bilbao. Su demanda fue acogida con una carcajada generalizada. “El alcalde de Bilbao tiene mucho poder, ¡pero no llega a tanto!”, tuvo que admitir Juan Mari Aburto.

45 niños bilbainos, seleccionados en 22 centros educativos de los ocho distritos, tuvieron ocasión ayer de dar su opinión respecto a cómo ven la ciudad mientras el alcalde tomaba nota en su cuaderno rojo y concejales de todos los partidos aguzaban el oído. El primer encuentro del consejo fue un paso más en la aspiración de Bilbao a ser reconocida como Ciudad Amiga de la Infancia, un anhelo por el que el Consistorio lleva trabajando desde 2015 y que espera alcanzar en el primer semestre de 2018. En palabras de Isidro Elezgarai, presidente de Unicef Euskadi, Bilbao va por buen camino para conseguir dicho honor. “Debemos tener en cuenta la opinión de los niños para desarrollar nuestras políticas y actividades”, aseguró el alcalde, que se dirigió a los pequeños de un modo muy pedagógico.

“Uxue, ¿en Bilbao respetamos los derechos de los niños?”, preguntó a una de las escolares que llevaba su nombre escrito en una pegatina. “Sí, pero todos los niños no tienen los mismos derechos...”, contestó sin ser complaciente. “Por eso tenemos que seguir trabajando desde las instituciones, para construir una sociedad más inclusiva, ¿todos de acuerdo?”, inquirió Aburto, quien atendió a todos los niños que levantaban la mano para poner su granito de arena. Joseba pidió “más baños públicos y zonas con wifi”, mientras que Lexuri se decantó por “ensanchar las aceras”. También hubo numerosas alusiones a la limpieza, a lo que el alcalde replicó que, a veces, no solo se trata de sanear más la ciudad, sino de no ensuciar. Los niños comprendieron al instante cuál es su responsabilidad en aras de mejorar el entorno que habitan.

Más de 50.000 menores Aburto aprovechó además la celebración del Día Universal de la Infancia para dar a conocer el primer diagnóstico de realidad de los bilbainos menores de 18 años, que representan el 14,5% de la población de la ciudad (50.112 personas). “Nueve de cada diez niños cree que Bilbao es una ciudad agradable”, expuso el alcalde, quien también señaló que “al 83% de la población encuestada le gustaría que el Ayuntamiento tuviera en cuenta lo que piensa”. Los niños disfrutaron de la experiencia de tener contacto directo con el máximo responsable de la ciudad, al que solicitaron más espacios verdes en una sociedad más justa y cívica.

“Me gustaría que pusieran más parques para que las personas discapacitadas puedan jugar”, demandó Uxue San Juan, una alumna de 5ª de Primaria de Urretxindorra. Naia Monge, estudiante de Ikasbide, pidió que “se recojan las cacas de perros de las calles”. También se escuchó una petición para arreglar el elevador de Begoña, ya que “ahora los vecinos solo tienen un ascensor que tienen que pagar”. El alcalde no ocultó cierto recelo ante esta petición tan adulta: “¿Y eso te lo han dicho o te lo ha chivado Izaskun?”, preguntó con una sonrisa señalando a la concejala de EH Bildu que se sentaba junto a la niña cuya propuesta, tan concreta, sorprendió a los asistentes. En todo caso, Aburto concedió que “hacen falta muchos ascensores”, ya que “la ciudad es un botxo en el que rápidamente llegamos a los barrios altos”.