curioso oasis. El rincón escogido por Ernesto del Río como su lugar favorito de la ciudad proviene del pasado, de la memoria. Se ubica en lo que fue la parte trasera del museo de Bellas Artes de Bilbao, una de las visitas recurrentes del cineasta. “En aquellos tiempos”, recuerda, “no había demasiados sitios recoletos en Bilbao”. Ernesto recuerda ese rincón como un lugar de recogimiento, un oasis al que le gustaba ir a pensar, a leer o con la novia. La arquitectura que rodea a la estatua de Durrio también le atraía. “Y la propia estatua, que por aquel entonces estaba vestida aunque todos sabíamos que había sido esculpida desnuda”. Ese saber provocaba cierto morbo en la época. “Soñabas con ella, la imaginabas en pelotas...”. Vista esa ensoñación, ¡cómo no pensar que iba a ser el rincón favorito de Ernesto a la hora de la localización! Imposible otro. Foto: Pablo Viñas