LA fogosa Marijaia ya se ha ido y su ciudad lo nota. La villa siente el vacío que ha dejado la reina de la fiesta y las nubes que acompañaron al día de ayer reflejaron el ánimo de muchos bilbainos. De hecho, comparando con la marea de gente que tomó, literalmente, la villa durante los pasados nueve días de fiesta, ayer pocas personas transitaban por el que hasta hace dos días fue el recinto festivo; la mayoría eran trabajadores de mantenimiento que se encontraban realizando las labores de desmontaje de las txosnas, carpas o escenarios que se habían instalado para disfrutar de Aste Nagusia. Los otros pocos fueron curiosos que no quisieron perder detalle del desajuste de tornillos.
Frente al Hotel Ercilla estuvieron ayer alrededor de 10 personas trabajando en las labores de desmontaje desde las ocho de la mañana. Mariano Mediavilla era uno de ellos. Forma parte del equipo de mantenimiento del hotel y cree que “dentro de tres o cuatro días” todo volverá a la normalidad. “Evidentemente se nota que las personas que han venido a disfrutar de las fiestas de Aste Nagusia ya se han ido tras la quema de Marijaia y ahora nos toca a nosotros pasar unos días duros trabajando”, dijo.
De hecho, para los trabajadores de este sector son jornadas intensas y duras. Jon Munioz forma parte del equipo de Montaketa, que se encarga del desmontaje del escenario de la Plaza Nueva y del Parque Europa. Según cuenta, “meten muchas horas” porque hoy deben dejar todos los espacios libres para que Bilbao pueda volver a la normalidad de su día a día. Precisamente, Munioz asegura que es una fecha en la que se incrementan los contratos en este sector después de las fiestas, ya que “hay que trabajar muchísimo” en poco tiempo. “Si no... no damos a basto y eso que estamos alrededor de 10 horas trabajando”, confiesa.
A quien le impresiona la rapidez con la que desmontan todos los “bártulos” de fiestas es a Santiago Etxebarrieta. Este veterano bilbaino se conoce cada rincón de la parte vieja de la villa y como dejó la fiesta “hace mucho tiempo”, todos los años después de la quema de Marijaia sale a callejear la ciudad. “Es alucinante porque en un abrir y cerrar de ojos Bilbao está como si no hubiese pasado nada”, aseguró.
Precisamente, el Club Cocherito ya tenía, alrededor de las doce del mediodía de ayer, un camión cargado de sus artilugios, que ocuparon el Hotel Carlton durante Aste Nagusia. Ahí se encontraban seis trabajadores moviendo y levantando cajas y, entre ellos, también se encontraba Antonio Fernández Casado, presidente del Club. Era tan bueno el ritmo que llevaban que, según sus estimaciones, podrían ayer mismo dejarlo todo recogido; no obstante, y en previsión de que finalmente no se pudiera, se dieron un margen “como muy tarde” hasta hoy para dejar libre las instalaciones del hotel y que este pudiera volver a su rutinaria diaria.
“Hay que dejar los espacios que ocupábamos bien limpios así que lo finiquitaremos rápido”, confesó Fernández. A su juicio, lo que más cuesta no es meter todos los “trastos” al camión sino ordenarlos una vez depositados en el Club. “En total tardamos alrededor de 16 horas en ponerlo todo como estaba antes y la verdad que cuesta mucho”, afirmó.
LOCALES DE COPAS Los escenarios, los hoteles o las txosnas no fueron los únicos que tuvieron que realizar labores de desmontaje ya que muchos de los bares de la villa que sacaron su propia carpa al aire libre también tuvieron que hacer repetidamente el movimiento de muñeca para desatornillar sus toldos depositados en plena acera. Palets para mover los armatostes pesados, escaleras para poder llegar a lo más alto de las carpas, incluso a la iluminación festiva, e intentar dejar la ciudad como si Aste Nagusia aún no hubiese empezado.
Así mismo, fuentes de la Policía Municipal aseguraron que para hoy “en teoría” las txosnas deberían de estar ya totalmente desmontadas, para que se pueda abrir el paso a los coches en las zonas donde, durante Aste Nagusia, se cortó el paso a los vehículos.