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Esto ya no hay quien lo pare

El alcalde inaugura de forma sencilla las barracas72 atracciones y puestos aseguran diversión y emociones fuertes en Etxebarria

Esto ya no hay quien lo parePablo Viñas

BILBAO. Ya no hay quien lo pare; Bilbao tiene ganas de fiesta. De bailar, de cantar, de reír. Aste Nagusia ya está aquí y uno de los centros neurálgicos de la fiesta, el recinto de las barracas, abrió sus puertas ayer de forma oficial. Lo inauguró el alcalde, Juan Mari Aburto, con un discreto acto por respeto a las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils, y lo tomaron al asalto cientos de vizcainos ansiosos de emociones fuertes, incapaces de esperar a Marijaia para sumergirse de cabeza en la jarana. “Que tengamos unas fiestas en las que reine la convivencia, la alegría y el pasarlo bien; que esto que vemos aquí, familias, niños y niñas, aitatxus y amatxus con ganas de disfrutar, sea lo que recordemos al día siguiente de terminar Aste Nagusia. Eso y nada más”, deseó Aburto.

Aunque las barracas llevan ya una semana funcionando en el parque de Etxebarria, su inauguración oficial el viernes previo a la llegada de Marijaia es la señal inminente de que Aste Nagusia ya está aquí. Como todos los años, el alcalde y varios concejales del PNV, el PSE y el PP acompañaron a los representantes del Circo Mundial en su ofrenda a la Virgen de Begoña. Dos ramos de flores, depositados por los payasos Rivelinos junto al pequeño Yuri, de cinco años, el hijo de los acróbatas, mostraron el cariño y la devoción de los artistas hacia la Amatxu, a quien se encomiendan todos los años buscando su protección. “Es una hermosa tradición”, reconoció José Luis Achotegui, exvicario de la basílica, que ofició la ofrenda, en la que se guardó un respetuoso minuto de silencio en memoria de las víctimas de los atentados yihadistas. Apenas horas después de los sangrientos ataques, este año no se llevó a cabo la tradicional actuación del circo a los pies de la basílica.

Tras el oficio, los representantes municipales se desplazaron hasta el recinto de las barracas para simbolizar su apertura oficial, sobria, sencilla en esta ocasión por los atentados, sin aurresku ni corte de cinta. En su lugar, el alcalde de Bilbao, junto a varios niños que quisieron acompañarle, pulsó un botón que simbolizaba esa puesta en marcha. “Merece la pena recordar a las víctimas de Barcelona, mostrar nuestra más enérgica repulsa al atentado, gritar figuradamente, aunque sea con un grito desgarrador, para que no haya ni un atentado más y que tengamos unas fiestas en paz, en las que reine la convivencia, la alegría y el pasarlo bien”, confió Aburto.

Tras él, las inconfundibles sirenas, la música machacona y el rintintín de las tómbolas no dejaban lugar a la duda: la fiesta está ya aquí. Los que se paseaban ayer entre las barracas ni siquiera habían podido esperar a que Marijaia asomara al balcón del Arriaga para saciar sus ganas de emociones fuertes. Mai, Natalia, Ugaitz y Paula, cuatro amigos de Santutxu, Txurdinaga y Otxarkoaga, llevan ya toda la semana visitando el parque de Etxebarria en busca de emociones fuertes. “Casi me muero”, gritaba la primera tras bajar del vertiginoso Bonder, un martillo que eleva las cabinas a cuarenta metros sobre el suelo y desciende, girando sobre su propio eje, alcanzando los 90 kilómetros por hora. No apto para todos los estómagos. “No ha estado mal”, afirmaba Natalia, ante la atónita mirada de su amiga. A Ugaitz ni se le pasó por la cabeza subirse. “Tengo vértigo”, admitía.

Silueta inconfundible

Muy cerca, junto a los divertidos rápidos que prometen un chapuzón de agua, Idoia daba saltos en bucle junto a sus hijas, Jare y Laia, de 7 y 5 años. Las pequeñas lo tenían claro: amatxu era la que más había gritado a bordo del Saltamontes. Ya habían subido en el tren de la bruja, los toros, las camas elásticas con arneses y el tiovivo, y todavía tenían algunos pendientes en su lista antes de volver a Gernika: el Ratón Vacilón, la mayor, y la noria, la más pequeña. “Aunque es muy alta no da miedo”, afirmaban las dos, muy serias, frente a la colosal figura, un clásico en Aste Nagusia desde 2012 y silueta inconfundible con sus 65 metros de altura. “Hay que adaptarse; es un atracción tradicional, pero las cabinas cubiertas la renuevan en cierta forma”, aseguraban sus responsables.

También desde Gernika llegaron Gotzon e Iraia, junto a sus hijas Miren y Aroa. “Es el día más tranquilo para disfrutar de las barracas”, admitía la pareja. Recién terminadas las fiestas patronales de su pueblo, Aroa tenía claro que, como las barracas de Bilbao, ninguna. “En Gernika solo han puesto unas camas elásticas”, lamentaba. Eran tantas las ganas de montar en las atracciones que tenía, que había ahorrado dinero para ello vendiendo pulseras y dando masajes a sus tíos. “Me dieron cinco euros cada uno”, contaba, orgullosa, la pequeña de 6 años.

El parque de Etxebarria condensa diversión para todos los públicos; emociones fuertes para los mayores y divertidas atracciones adaptadas para los más pequeños. Un total de 25 atracciones han inundado de diversión el recinto, a las que hay que añadir tómbolas, bares y restaurantes, o churrerías. Los precios son los mismos que los años anteriores: tres euros las barracas de adultos, 2,50 las de los niños, y cincuenta céntimos menos una vez que termine Aste Nagusia. Y es que las atracciones permanecerán en Bilbao hasta el domingo 3 de septiembre.

Begoña y David, de Castro, vinieron a pasar el día a Bilbao y se habían encontrado por casualidad la inauguración de las barracas. “Sabíamos que las habían instalado ya pero no sabíamos que empezaban a funcionar”, admitían mientras paseaban junto a su hija Lucía, de dos años. Saboreando un cucuruchos de churros, consideraban que ese iba a ser su plan para la tarde. “Yo tengo vértigo y la niña es todavía muy pequeña para montar”, admitía David. Los que no perdieron tiempo en subirse al pequeño scalextric fueron los mellizos Irati y Pablo. “Todo el autobús se ha enterado de a dónde veníamos. Es el mejor día para venir, antes de las aglomeraciones”, se reía su madre, Cristina Urkidi. “Queremos ir a la noria pequeña, y a los autos de choque...”, enumeraban los niños. No hubo quién los parara.