Bilbao - Si hace un año llega a saber que abrir la discoteca Moma le iba a acarrear tantos dolores de cabeza, probablemente no habría dado ni un paso. “Me lo están poniendo difícil”, apunta Luis Ángel Rodríguez, uno de los socios de la discoteca de Rodríguez Arias. Sin embargo, en una entrevista exclusiva a DEIA, Rodríguez confiesa que aunque ha llegado a pensar en tirar la toalla, Bilbao tendrá Moma para rato. “Es una alternativa de ocio que desde que hemos abierto ha tenido mucha aceptación. A nuestros clientes les gusta”, dice con orgullo.

El equipo de música sigue precintado. ¿Cómo está la situación?

-Estamos a la espera de que el Ayuntamiento retire el precinto. Aun así hemos pedido al juez como medida cautelar que nos levante el precinto. Esperemos que mañana (por hoy) o el jueves tengamos noticias del Ayuntamiento.

Pero primero deberán garantizar que el problema está solucionado.

-Hemos presentado otro informe.

El primero no garantizaba los niveles de decibelios permitidos.

-El primero no estaba correcto, pero el de ahora sí.

Entonces, ¿a partir de ahora no superarán más los decibelios?

-No. Retiramos el altavoz de graves para evitar que los ruidos lleguen a dos habitaciones del hotel.

¿Cuál es el tope de decibelios?

-Ahí tenemos la pelea. Resulta que tanto la discoteca como el hotel son dos negocios de grupo 3 y, según la ordenanza que marcan desde el Gobierno vasco, el tope de decibelios en los locales de hostelería es de 30. Lo que sucede es que el Ayuntamiento de Bilbao nos ha reducido el tope a 25, aunque en la ordenanza local no se contempla ese límite.

Pero un hotel debe garantizar el descanso de los huéspedes, ¿no?

-Sí y lo entendemos. Y por eso si el Ayuntamiento nos marca 25 vamos a respetar 25, ya veremos lo que luego dicta el juez en este conflicto.

¿Y por qué han llegado hasta los nueve expedientes?

-Ahí hemos fallado. No todo hemos hecho bien. Durante un tiempo hemos intentado realizar mediciones en las habitaciones para solucionar el problema y nos han negado la entrada. En ese tiempo, la discoteca ha estado abierta y es cuando hemos ido superando los decibelios en 28, 29..., pero nunca más de 30.

Permítame que haga de abogada del diablo. Si semana sí y semana también superan los decibelios es lógico que el director del hotel lo denuncie ¿no?

-Por supuesto que está en su derecho. Lo que decimos es que hemos pedido que nos deje acceder a esas habitaciones para realizar mediciones y solucionarlo y su director nos lo ha negado. Le hemos dicho que mientras el problema persista, le alquilamos y nos dice que están completas...

Los vecinos piensan que se cachondean del Ayuntamiento.

-Nosotros no nos cachondeamos de nadie, y menos del Ayuntamiento. Todo lo que nos ha dicho el Ayuntamiento lo hemos cumplido. Nos han llegado a medir hasta las dimensiones de las escaleras de acceso...

Ellos también se quejan de que no pueden dormir.

-La música de la discoteca no se oye fuera del local. A los vecinos lo que les molesta es que la gente venga a esta calle donde hay un local de ocio. Les molesta el ruido, que la gente orine en la calle, que hablen...

¿Entiende a los vecinos?

-Claro que les entiendo. Pero nosotros respetamos y cumplimos con todas las exigencias que nos marcan desde el Ayuntamiento. Todos los fines de semana nos cuidamos muy mucho para intentar que la gente que hace cola y que frecuenta el Moma se comporte y genere el menor ruido. Nosotros hacemos hasta donde podemos.

Los vecinos dicen que la policía no hace nada.

-Eso no es cierto. La policía multa, retira litros de la calle, pero lo que no pueden hacer es multar a la gente por el simple hecho de estar en la calle. Incluso nosotros hemos prohibido la entrada a muchos que han orinado en la calle.

¿Entonces, el conflicto dónde reside, fuera o dentro?

-Los expedientes que nosotros tenemos abiertos es por superar los decibelios dentro del local y afectan a dos habitaciones de la primera planta, a la 106 y a la 107. En seis meses no hemos tenido ninguna denuncia por problemas en el exterior. La guerra es con el hotel.

¿Han intentado hablar con su director?

-Sí, pero ya hemos desistido.

¿Por qué?

-Porque no quiere solucionar nada.

¿Y qué es lo que quiere?

-Cerrarlo.

¿Se lo ha dicho así?

-Claro que lo han dicho. Me han llegado a decir a la cara que no van a parar hasta cerrar la discoteca. Lo demás no importa. Siempre van a encontrar algo para quejarse.

¿Y cómo se le queda el cuerpo?

-Mal. Llevo semanas sin dormir. La gente piensa que somos millonarios y que hemos abierto esto por capricho. Esto es un negocio que da de comer a mucha gente.

¿Ha calculado cuánto perdió el pasado fin de semana?

-Uf, no quiero pensar.... No sé. Unos 40.000 euros... Y claro aquí hay que tener en cuenta a toda la gente, unas treinta personas, que se quedan sin trabajo, más proveedores...

Han llegado a decir que solo les interesa ganar dinero.

-¿Ganar dinero? He invertido mi vida y tanto yo como mi socio hemos hipotecado los pisos para abrir este negocio. En mi caso hasta el de mis padres. Los próximos doce años tenemos que trabajar para poder pagar todo lo que debemos. Esto no es un juego.

¿Cree que hay un complot?

-No sé si un complot pero sospechamos que lo que quieren es hacerse con el local. La gran mayoría de hoteles tienen una sala de fiestas.

Antes también hubo en ese mismo local otra sala de fiestas.

-Nos consta que el anterior director del hotel bajaba a la discoteca y les pedía que bajasen la música. Nosotros hemos hecho una inversión de 3 millones de euros en un local que ya tenía licencia. Echamos el local por completo. Antes no estaba insonorizado; ahora, sí.

¿El proceso de mediación puesto en marcha por el Ayuntamiento ha servido para algo?

-No se lo han tomado en serio.

¿Está cansado?

-Mucho.

¿Qué es lo que más le molesta de todo lo que está pasando?

-La hipocresía. Es muy fácil echar la culpa a la discoteca de que la gente orina en la calle, pero el otro día, uno de los vecinos que sale en otro medio alegrándose del precinto del equipo de música paseaba con sus dos perros y les dejó mear en una papelera. Le llamé la atención. Es muy fácil dar ejemplo de civismo y luego uno ser el más incívico.

¿Enfadado?

-Indignado. Llevamos seis meses soportando presiones, mentiras... Nosotros no salimos hablando como hacen otros, pero estamos hartos de que nos echen la culpa de todo. Y hartos de que otros medios mientan diciendo que el Moma está cerrado. Si yo quiero montar un concierto lo puedo hacer. Nos han precintado el equipo, pero por poco.