MARÍA Jesús llegó a San Adrián por amor. Su novio tuvo la culpa de que una chica de Cantalojas decidiera instalarse en un barrio algo alejado de sus raíces. Primero abrió la tienda de chucherías, por la que se ha hecho famosa y una de las personas más queridas y respetadas de San Adrián, y dos años después se trasladó a vivir al barrio tras la correspondiente boda. Nada más que cincuenta años, el suficiente como para cerrar un ciclo en su vida. Por eso, en julio, María Jesús bajará la persiana de Mundo Infantil, el comercio de golosinas que ha endulzado la vida a los niños de San Adrián, entre ellos a personajes ilustres como los hermanas Salinas o Jon Kortajarena, top model internacional. Hace pocas semanas recibió un merecido homenaje de amigos y vecinos con motivo del medio siglo. Hasta el alcalde le hizo llegar un regalo, un libro sobre Bilbao, que le entregó la diputada foral Isabel Sánchez Robles, también buena clienta de María Jesús.
Una vez que cierre la tienda no sabe lo que va hacer. No tiene planes de futuro. “Lo que surja”, dice. Tiene 75 años, que los disimula muy bien, y muchas ganas de vivir. María Jesús se puso a trabajar con 18 en un taller que confeccionaba jerseys para comercios de Bilbao. Así estuvo unos cuentos años hasta que un buen día, paseando con su novio por San Adrián, vio una lonja que se alquilaba por traspaso. “Nos animamos a cogerla aunque yo nunca había tenido un negocio”, dijo. La inauguración fue en abril de 1967, una fecha en la que “había muchos niños y mucha vida en el barrio”. En aquellos años, María Jesús estaba todo el día en la tienda, desde las ocho y media de la mañana hasta las diez y media de la noche. “Entonces no cerraba ni para comer”, recuerda. Tampoco había fiestas ni fines de semana libres.
Brebaje mágico La mayor parte de las personas que se acercan hoy en día a Mundo Infantil ya son mayores. Se acuerda con nostalgia de cuando la tienda se llenaba de escolares antes y después de clase. “Lo que me compraban era chucherías, pero también mucho jariguay, el brebaje mágico de los años sesenta y setenta. Ya no lo vendo”.
María Jesús recuerda la vida que antaño había en el barrio. Prueba de ello son la cantidad de comercios que había en la misma plazoleta donde ella tiene su tienda. “Dos panaderías, una zapatería, una peluquería. Me ha dicho la de la zapatería que en cuanto yo cierre, ella también”. Así que tampoco le da pena cerrar el negocio. Más bien le provoca pereza ya que “al no ser mío el local tengo que vaciarlo”.
A María Jesús le ha tocado sacar el negocio sola. “Mi marido trabajaba por su cuenta, luego enfermó y le tuvo 20 años en casa malito hasta que falleció”. Así que esta mujer se siente muy orgullosa de haberles podido dar estudios a sus dos hijas. A pesar de todo, María Jesús siempre ha atendido con una sonrisa y mucha paciencia, aunque más de uno le hiciera alguna trastada. “Antes me tiraban una revista o hacían algo, les reñía, les castigaba sin entrar y no decían nada; ahora los niños son diferentes, solo están pensando en los teléfonos”. Pero eso sí, siguen pidiendo chucherías.