Bilbao - A Vicente todo el mundo le conoce en el barrio como El Bisi “porque de pequeño iba a todos los sitios en bisicleta”, cuenta con un exagerado acento andaluz a pesar de llevar más de sesenta años en el País Vasco. Desde que llegó siempre ha trabajado de barman en diferentes establecimientos de Bilbao La Vieja. Así que desde su privilegiada atalaya que supone estar detrás de una barra ha sido testigo de excepción de la transformación que ha sufrido esa zona de la capital vizcaina. “Antes las prostitutas daban mucho ambiente y era muy bonito cuando le cantaban las saetas al Nazareno”. Desde hace unos años él es el protagonista.
¿Desde cuándo le canta saetas a la virgen y al Nazareno?
-Desde 1958.
¿Cómo empezó?
-Yo trabajaba entonces en el bar Heredia, en la calle San Francisco, y el nieto del dueño, que estaba metido en la cofradía del Nazareno, me dijo a ver si me animaba. Me lo propuso porque me solía oír cantar en el bar.
Y se animó.
-Sí, aunque pensé: o me hago popular o me meten al talego.
¿Dónde le cantó la primera saeta?
-Desde un balcón que había frente al cine Vizcaya, en la calle San Francisco, que entonces se conocía como El pulguero.
¿Qué recuerda de aquel día?
-Muchas cosas. Por ejemplo, que cuando terminé de cantar la saeta, un hombre que era de Málaga y la conocía, dijo en alto: “¡Viva la madre que te parió!”. También recuerdo que cuando terminó todo aquello me fui al bar y vino una señora, la que le viste al Nazareno, preguntando por el chico que había cantado. Le dije que había sido yo y me regaló un ramo de flores. (Se emociona Vicente).
¿Había cantado anteriormente saetas?
-No, pero había escuchado muchas en mi pueblo, sobre todo al difunto Juanito Valderrama, que era como yo, de Torredelcampo, que está a 11 kilómetros de Jaén capital.
¿Es difícil de cantar una saeta?
-Sí, es muy difícil, pero yo las tengo muy ensayadas. Además, todos los años es la misma ya que, como digo yo, siempre viene el mismo cliente, el Nazareno.
¿Cómo era el ambiente de esa época durante la procesión?
-Muy bueno. Las chavalas de Las Cortes adornaban los balcones y echaban claveles. Antes era más bonito, cuando las prostitutas le cantaban saetas al Nazareno porque todas las que trabajaban en La Palanca eran andaluzas.
¿Y hoy en día?
-Ahora también hay mucha gente, pero es distinto. Cantamos desde un balcón del club El Edén con micrófono. Antes era todo a garganta.
¿Se pone nervioso antes de cantar?
-Sí, un poquito, pero la dueña del bar, que es andaluza, nos saca una botella de vino para que nos tranquilicemos.
¿Alguna vez ha fallado en el cante?
-Sí, en alguna ocasión ya me ha salido algún gallo.
¿Ha faltado algún año a la cita?
-Nunca desde el año 1958.
¿Actualmente canta alguien más saetas al Nazareno a su paso por Las Cortes?
-Sí, un chico de Jerez y otro de Huelva.
¿Usted es muy religioso?
-Sí, siempre he sido muy religioso. En mi pueblo era de Acción Católica. Creo que he sido muy buen chico, muy querido en el pueblo.
¿Suele ir a más procesiones en Bilbao?
-No. A veces igual bajo a las Siete Calles a ver otra vez al Nazareno, porque hay gente que me reconoce y me dice que le cante. Y yo le canto.
¿También ha cambiado el barrio?
-Sí, mucho. Pero a peor. Ahora vas por Las Cortes y está desconocido. No hay nada de lo de antes. Han cambiado los dueños de las cafeterías y de las tiendas. Las lonjas las han cogido los morenos. Las prostitutas en mi época daban ambiente, salían a comer a los bares, ganaban dinero...
¿Qué impresión tuvo cuando pisó Bilbao?
-Llovía, y el que me traía me dijo: Esto es el sirimiri, aquí hay que llevar paraguas todos los días.