Entre los insólitos documentos que uno puede hallar navegando por la red sorprende la Guía de la Okupación, en la que el usuario puede encontrar consejos de lo más inimaginables en el caso optar por esta “práctica revolucionaria de la autogestión”. Desde la reforma del Código Penal en 1995, la ocupación está tipificada como delito. Pero ello no ha impedido que desde hace casi una década exista una Oficina de Okupación de Bilbao, una organización compuesta por ocho personas que ofrece asesoramiento sobre cómo llevar a cabo esta infracción y cómo responder ante la ley. Las pautas más básicas están descritas en el citado informe, elaborado por ellos mismos, aunque cada viernes se reúnen en un local de Ekologistak Martxan en el Casco Viejo, al que afirman que acuden una media de tres personas en busca de información.
Ibai Larrea e Iraide Etxaniz son dos miembros de este colectivo que ofrece orientación a quienes quieren okupar o ya lo han hecho. Con estudios de Derecho, Iraide sostiene que la labor que realizan es legal. “Ofrecemos información y después cada uno decide qué hace con ello”, indica, alegando que nunca han tenido problemas con ninguna institución. “Cuando comenzamos en 2008 la okupación ya existía, estaba muy organizada alrededor del movimiento de los gaztetxes, con un trabajo colectivo de por medio, pero existía la necesidad de labrarlo en el ámbito de la vivienda”, explica Ibai, quien expone como telón de fondo “la grave situación de especulación inmobiliaria” que convirtió la vivienda “en una mercancía para hacer negocio”.
Carecen de cifras sobre cuántas viviendas están actualmente okupadas en Bilbao, pero conocen bien el protocolo de cómo entrar a una casa ajena. ¿Qué precauciones se deben tomar a la hora de okupar una vivienda? Según su guía, entre otras medidas, no se debe forzar la cerradura, sino que es preferible entrar por patios o ventanas abiertas; se recomienda colocar una pancarta para reivindicar la okupación, desechando la posibilidad de una acusación por robo; y conviene sacar fotos y grabar vídeos del estado de la casa. Eso sí, desde la Oficina de Okupación de Bilbao aseveran que cuando un okupa entra en una casa tiene unos derechos, pero también obligaciones. “Legitimamos la okupación, pero un tipo de okupación que no sea dañina para la sociedad”, sostiene Iraide, en sintonía con la descripción que aporta la guía sobre una vivienda que podría ser okupada: “Aquel espacio que no se ha utilizado durante los últimos años, no recibe mantenimiento periódico, ninguna gestión y supone un espacio muerto para el barrio”.
En ese sentido, Ibai se muestra enérgico al sostener que “las casas que están vacías lo están porque sus propietarios no tienen ninguna necesidad, están a la espera del momento preciso para venderlas al mejor precio”. En contraposición, expone que el contacto semanal con las personas que acuden a ellos les sitúa frente a otra realidad. “Hay casos de gente, incluso familias, que por su situación económica no tiene otro recurso para salir adelante y okupa por necesidad”, explica, si bien revela que también hay personas que optan por esta alternativa por cuestión de principios, porque no están de acuerdo con pagar alquileres excesivos o hipotecarse para treinta años.
Viviendas vacías La existencia de viviendas vacías es una problemática que también preocupa al Ayuntamiento de Bilbao, que ha cifrado en 5.453 las viviendas deshabitadas en la villa, en las que no consta ni empadronamiento ni consumo de agua. Precisamente, con la intención de conocer las causas de porqué estas viviendas están deshabitadas e impulsar su alquiler, entre otras cuestiones, ha puesto en marcha una experiencia piloto en Altamira, Ametzola, Iturralde, Matiko o San Ignacio.
Desde la Oficina de Okupación de Bilbao exponen que muchos de los propietarios de esas casas vacías viven fuera. “Si se enteran de que su vivienda ha sido okupada es porque un vecino ha dado el aviso o porque el Ayuntamiento les ha emplazado a que pongan una denuncia, pero si fuera por ellos no se enterarían en años”, considera Iraide. Por ello, estiman que a la hora de okupar una vivienda se debe aplicar el sentido común. “No es cuestión de okupar con el chip de la propiedad”, afirma Ibai, sino que la idea consiste en “desarrollar un proyecto determinado en un plazo de tiempo”. Asimismo, expone que cada semana deben desmentir un mito falso: “Fui de vacaciones y cuando volví me habían ocupado la casa”. Las personas “con perspectiva de okupación” no entran en casas que están habitadas, declaran.
Durante la trayectoria de la oficina, aseguran haber comprobado casos en los que “la comunidad de vecinos se ha puesto del lado del okupa porque el propietario no pagaba sus deudas, mientras que el okupa cumple con esas responsabilidades”. La casuística es variada. “Muchas veces no existe conflicto social con los propietarios porque aceptan que tienen las casas abandonadas, en un estado de deterioro avanzado, y se llega a un acuerdo”, añaden. Así es como se firman una especie de contratos en los que se acuerda que los okupas se hagan cargo del seguro de responsabilidad civil o que cuando el propietario quiera hacer uso de la vivienda a través de un proyecto se marcharán. Pero no todas las okupaciones son tan idílicas, algunas terminan en multas. “La pena económica suele ir desde los 300 a los 700 euros, aunque hemos tenido un caso de 1.500 euros”, explica. En ese sentido, revelan que a menudo se denuncian las okupaciones bajo el pretexto de que “los propietarios quieren poner la vivienda en alquiler”. Sin embargo, desde la Oficina de Okupación de Bilbao critican que, en muchos casos, las viviendas siguen vacías años después de ser desalojadas por orden judicial.