Bilbao - Los que esperaban hacer el agosto ayer con la venta ambulante de muérdago se toparon de frente con la ley. Ni siquiera la suerte que los supersticiosos atribuyen a la planta les protegió. La Policía Municipal de Bilbao realizó cinco intervenciones para decomisar este vegetal a varios vendedores dispersados por diferentes puntos del recinto festivo, que como cada año llegaron a Santo Tomás con intenciones lucrativas. Desde primera hora de la mañana se llevaron a cabo actuaciones con el fin de evitar el comercio con este objeto de deseo navideño cuya venta está prohibida.
Primero en El Arenal y después frente a San Nicolás. Hasta en dos ocasiones fue multado Christian, un joven de Sondika, por tratar de vender manojos de muérdago que posteriormente le fueron confiscados. “Es el cuarto año que vengo con unos compañeros y hasta ahora no nos habían dicho nada”, comentaba en el tercer punto de venta que improvisó en el puente del Ayuntamiento, donde exhibía otro alijo arriesgándose nuevamente a ser sancionado. “Aunque después de esto... No creo que vuelva a venir”, reconocía este joven que había desplazado el material en furgoneta.
Como es habitual cuando una tradición arraigada se encuentra con la prohibición, los asistentes a la feria, ajenos a la actuación policial, no desperdiciaron la oportunidad de adquirir ramilletes de esta codiciada planta por tres o cinco euros, dependiendo de si llevaban tronco o no. Algunos incluso regateaban. “Solemos ir nosotros mismos a recogerlo a montañas de Bizkaia, en las que tenemos localizados lugares donde crece, pero no siempre vamos al mismo lugar para así evitar su extinción”, explicó Christian sobre esta especie protegida.
José Luis San Nicolás, subdirector operativo de la Policía Municipal de Bilbao, expuso que el protocolo ante este tipo de faltas administrativas consiste en “confiscar el material y poner una denuncia por venta ambulante”. Pero el despliegue de 30 agentes uniformados y otros 18 de paisano no solo se encargó de controlar los puestos ilegales. Como es habitual los días de fiesta multitudinaria, los carteristas hicieron acto de presencia.
A última hora de la tarde se habían registrado cuatro denuncias por hurtos al descuido en la zona festiva. Además, se interpusieron otras dos denuncias: una por daños en un portal y otra por un robo en el Campo Volantín. A pesar de ello, desde el Ayuntamiento de Bilbao indicaron que la jornada fue “bastante tranquila”. En palabras de Alfonso de la Calle, jefe de servicio de la Policía Municipal, “en comparación a Aste Nagusia, donde además de carteristas hay casos violentos por los efectos del alcohol, en Santo Tomás el ambiente es más distendido”.
La calma también reinó en cuanto a las emergencias sanitarias, según confirmó, desde el centro de asistencia ubicado hasta las 21.30 horas en los tinglados de El Arenal, Blas Bustamante, jefe de Emergencias Médicas de Seguridad Ciudadana. Durante el día fueron atendidas quince personas, de las cuales cinco requirieron traslado hospitalario, en uno de los casos por una reacción alérgica, en otro por una intoxicación etílica y en otro por un posible ictus. El resto de las asistencias fueron resultado de mareos, hipotensión y problemas respiratorios.
Txosnas También estuvo todo bajo control en los 286 puestos, donde Yolanda Díez, concejala de Salud y Consumo, supervisó una de las inspecciones realizadas durante la mañana por el equipo de veterinarios compuesto por cuatro personas. La txosna elegida fue la de Xabier Aretxabaleta, quien sigue la tradición familiar iniciada por su abuela en 1948. Bajo la lupa de Miren Garai, jefa de Inspección de Mercados, pasaron el examen.
“La inspección in situ consiste en una revisión documental, donde revisamos que traigan todas las facturas, los carnets de manipuladores... Y después pasamos a ver la instalación”, explicó la inspectora, quien trata de minimizar los riesgos referentes a la alimentación. Según reveló, suelen encontrar “pequeñas deficiencias”, principalmente de gente que viene por primera vez, pero “cada vez hay menos incidencias”. Otro gallo canta para los puestos de venta ambulante de comida, que no pasan ningún tipo de inspección ya que son ilegales. “Apelamos a la responsabilidad individual de los ciudadanos para que no coman en estos lugares”, señaló la edil sobre estos puestos que suelen ser intervenidos por la policía.