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Miles de fieles aguantaron el calor para visitar a la Virgen de Begoña

El Samur atendió por la mañana a una veintena de personas por lipotimias

Miles de fieles aguantaron el calor para visitar a la Virgen de BegoñaPablo Viñas

BILBAO. Mariposas transformadas en abanicos de colores revoloteaban con rítmicos juegos de muñeca para refrigerar el caluroso ambiente que hacía en el interior del templo. “Un año vine sin abanico y por poco me muero. Esta vez es lo primero que he metido al bolso para aguantar el calor. No sé si podré aguantar toda la misa”, comentaba una de las feligresas que asistía a la Misa Mayor en Begoña.

El continuo ir y venir de peregrinos -más de 150.000- que desde la madrugada del lunes fueron llegando desde de los municipios de alrededor hasta la colina en la que se ubica la basílica provocó la subida incontrolable de temperatura en el interior del santuario.

Sin embargo, y pese a la falta de aire que provocó más de un desmayo, el equipo del Samur atendió a una veintena de personas por lipotimias, dos de ellas durante la Misa Mayor, la celebración más multitudinaria de las quince que se oficiaron con motivo del Día de la Virgen. “Es el milagro de la Amatxu”, comentaba a DEIA un médico del Servicio de Ambulancias Municipal de Urgencias y Rescate, Samur. “Con el calor que hace hoy (por ayer) poco ha pasado”, reconocía.

Según explicaron la hora de mayor trabajo para el equipo de sanitarios fue sobre las seis de la mañana. “Cuando hemos instalado la tienda de campaña teníamos todas las camillas llenas. La gente llegaba andando y, al entrar a la basílica con el calor, les bajaba la tensión y se sentían indispuestos”, relataban. En Misa Mayor, en el momento de la comunión un hombre se desmoronó tras sufrir un vahído que le provocó un fuerte golpe en la nariz. “En total hemos trasladado al hospital a dos personas”, según el parte de asistencia hasta las 14.00 horas del Samur. “Por la tarde suele ser más tranquilo”, comentaban.

Los peregrinos se fueron acercando al santuario desde primeras horas de la madrugada, ya que la primera eucaristía se celebró a las cuatro de la mañana. A partir de ahí, según los datos de la Diócesis de Bilbao, “la visita de los fieles a la Amatxu ha sido incesante”. Fue un goteo constante que no cesó hasta bien entrada la noche del lunes. Ni si quiera el chaparrón que a media tarde cayó en la villa y apagó el fervor por la Amatxu. “Hoy no hay descanso para nadie. Ya nos tocará mañana (por hoy), explicaba un miembro de la Hermandad de Begoña.

La jornada festiva comenzó encapotada en Bilbao, pero a medida que avanzaban las agujas del reloj el cielo mostró su color azul más intenso y el mercurio comenzó a subir hasta alcanzar, a las 14.00 horas, los 36 grados. El momento de mayor afluencia coincidió con la Misa Mayor a las 12.00, presidida por el obispo de Bilbao, Mario Iceta, en la que se animó, en el actual “mundo convulso”, a “no caer en derrotismos y ponernos en camino” para “acoger y ayudar a todo ser humano caído y restituirlo en su dignidad”.

A las 11.45 horas acceder a la basílica de Begoña se presentaba una misión casi imposible. A pesar de ello, María Luisa, vecina de Orduña, se propuso como objetivo hacerse con un hueco en los bancos de delante para, tal y como dijo, “seguir bien la misa” a la que asistiría la corporación municipal con el alcalde, Juan Mari Aburto, a la cabeza. Para eso, María Luisa comenzó una hora antes su particular aventura para sortear a la multitud de fieles que se agolpagan en el templo y acceder hasta las primeras filas. “En cuanto la gente de la misa anterior se levante ocuparé el sitio y de ahí no me muevo”, afirmaba. Le costó, pero finalmente lo consiguió. A las once y media ya estaba bien sentada y con su abanico de flores en mano para calmar el calor que le iba tocar pasar.

Casi al final de la eucaristía y, antes de que sonase el Begoñako Andramari, el grupo de dantza Beti Jai Alai de Basurto bailó la Ezpatadantza en honor de la Virgen que robó un emotivo aplauso de los asistentes a la misa. Tras el oficio, y en declaraciones a los periodistas, el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto destacó que “hoy es un día de celebración, de sentimientos, emociones, tradiciones, homenaje y fiesta” y transmitió “un saludo especial a esas 150.000 personas que se van a acercar a Begoña”.

Aburto expresó también su “máximo respeto por las tradiciones” y subrayó que “Bilbao es una ciudad acogedora donde todas las personas que vengan de buena voluntad tienen sitio”. Poco después, Aburto, el obispo y las demás autoridades presentes detuvieron ante el retoño del árbol de Gernika que crece en la parte trasera de la basílica de Begoña y han entonado el “Gernikako Arbola”, la canción que compuso el bardo Iparraguirre dedicada al roble que simboliza los fueros vascos.

ARRAIGO

Mantenida desde siglos la visita a la Amatxu de Begoña el 15 de agosto continua siendo una de las tradiciones religiosas más arraigadas en el territorio vizcaino y que a más personas congrega. “Cuando por la razón que sea una acto como es el de la virgen mueve a tanta gente es una cosa muy seria”, comentaba el presidente de la Hermandad de Begoña, Javier Diago Elorduy.

Por devoción, promesas o simpletamente por tradiciones familiares, los fieles siguen acudiendo a pie, en coche, en bus o en metro a ver a la Amatxu año tras año. No hay edad, ni condición social... La visita a la patrona de Bizkaia se convierte en un día de fiesta no solo para las personas llegadas de diferentes municipios del territorio sino también para quienes viven fuera Euskadi.

Los vizcainos Zuriñe y Jon residen en Madrid y no faltan ningun año a la cita con la Virgen en agosto. Y este años, según explicaron han acudido con más razón porque hace cuatro meses nació su hija, Lizel. La pequeña, vestida con un traje típico tradicional vasco sonreía en brazos de su madre. “Hemos venido a presentar a la peque a la Amatxu”, aseguraba Zuriñe. A su lado, Begoña Cembrero, deslumbraba vestida con un traje de casera en tonos morados. “Para nosotros el día de la Virgen es una jornada de encuentro en familia al que este año le hemos sumado un una princesita”, comentaba. Lizel no fue la única pequeña que visitó a la Amatxu ayer. Mikel no solo no acudió a misa con sus aita y su hermano Julen, sino que por si fuera poco encendió velas en el interior de la basílica. “¿Cuántas velas has encendido?”, le preguntaba el padre al niño. “Cinco”, respondía el pequeño de tres años. “¿Y para quién?”, seguía. “Para la familia”.

Josefa también visitó a la Amatxu a primera hora para pedirle que ayude a una amiga que está pasando por un mal momento de salud. “Una amiga ha empezado un tratamiento y le he pedido a la Virgen que le ayude a llevarlo bien y que se ponga buena muy pronto”, relató emocionada la mujer que recorrió a pie la distancia que separa Deusto de Begoña. “La Amatxu siempre me ha ayudado y este año también va a estar ahí apoyándonos”, concluyó emocionada.