LA creatividad brilla por sí sola en la calle Gordoniz número 44. “Nos están sorprendiendo mucho las ideas innatas que aportan los niños”, relata Eunate Ramírez de Miguel, gerente de Esle, sobre los veinte niños de entre 9 y 14 años que se encuentran disfrutando el campus de Creatividad y Tecnología en Auzo Factory de Rekalde. Hoy dará fin el campamento creado por iniciativa de Esle, junto con el Ayuntamiento de Bilbao, a través de Bilbao Ekintza, tras una semana de trabajo. “Aunque viendo el nombre todo el mundo piense que se trata de drones y robots, no es simplemente eso, busca ir mucho más allá”. De hecho, admitía que el nombre solo era el incentivo para que la gente quisiera acudir, ya que a día de hoy, “los jóvenes muestran un gran interés en las nuevas tecnologías”, y temían que explicado con otras palabras a lo mejor no mostraban demasiado interés. Pero, el objetivo lo tenían muy claro desde el principio: “crear emprendedores del futuro”.
No obstante, reconoce que conseguirlo lleva mucho trabajo por detrás, ya que no se trata simplemente de tener ideas, insisten en que tras ello hay unos valores que son indispensables. “Esle sabe mucho sobre tecnología, pero necesitábamos docentes expertos en niños”, explica Ramírez de Miguel. Es por ello que han contado durante todo el proceso con la ayuda de Rosa Poo, fundadora de EmprendeKids y experta en emprendimiento desde el punto de vista docente, para que junto a un grupo de instructores multidisciplinares se encargara de guiar y enseñar con una metodología adecuada a los menores.
El primer paso que dieron fue que los niños entendieran qué es ser un emprendedor. “Les pusimos un vídeo en el que un joven que explicaba que estaba cansado de subir y bajar constantemente una cuesta que le separaba del lugar donde trabajaba con un montón de archivos, hasta que un día se planteó: ¿Por qué no hago algo para no tener que andar así a diario? Y así surgió la nube”, explica Poo. Tras la visualización y algún ejercicio más a los niños se les pidió que explicarán qué era para ellos ser un emprendedor “y aunque no habían oído en ningún momento una definición sobre lo que era, supieron explicar la esencia”. Así, hubo definiciones desde “es una persona que se aplica al máximo para solucionar sus problemas”, hasta “es una persona que se esfuerza para poder hacer algo original”.
Con el objetivo en mente de todos, el siguiente paso: descubrir los talentos y pasiones. “Muchas veces ni los adultos conocemos nuestros talentos, y es totalmente necesario para saber como potenciarlos trabajando sobre ellos”. En este punto comenzaron a trabajar la creatividad y el pensamiento divergente, para después, con los valores de base adquiridos, lanzarles el reto ¿Qué mejorarías de tu ciudad? “Es increíble cómo se les ocurren cosas a cada momento, y observar qué crean sus compañeros para darles unas vueltas a sus ideas originales y mejorarlas”, cuenta Ramírez de Miguel.
Proyectos Algo en lo que todos coincidieron es que una de las claves más importantes en el desarrollo del proyecto es la complementariedad, pues en las empresas reales cooperar y unir ideas, tanto con los de dentro como con los de fuera, es algo indispensable para poder seguir adelante. “La idea que ellos tuvieran luego la tenían que poner en común con sus compañeros, reflexionar y dialogar para ver cuáles eran las mejores, o complementarlas entre sí para crear unas nuevas que las superaran”.
Naia Rodríguez tiene 12 años, y aunque al principio no le “hacía gracia” la idea de ir al campus porque se esperaba que fuera a ser aburrido, ahora admite “que se lo está pasando muy bien”. Su idea para mejorar Bilbao está relacionada con el bienestar social: “Aunque mi idea al principio fue hacer una máquina de dinero, al pensarla un poco más me acordé de los que no lo tienen y así se me ocurrió hacer un refugio para los pobres”. “La mayoría de ideas estaban orientadas hacia causas sociales, como ayudar a los mayores o a los discapacitados. Incluso crearon un tren al que llamaron ético en vez de ecológico”.
La siguiente labor de los menores fue prototipar su ideas, para acercarse a la tecnología como creadores y no como meros usuarios. Yago Temprano tiene 14 años y esa es la parte que más destaca del campus. Relata que “al principio no tenía mucho interés en ser emprendedor, pero hacer proyectos reales con robots y drones ha sido mi apoyo para verme como un emprendedor en el día de mañana”.
Dos de los profesores que les han instruido en el montaje tecnológico son Luis Sainz, ingeniero informático, y Javier del Río, ingeniero de telecomunicaciones. Ambos afirman que enseñar a los alumnos no se les ha hecho difícil pero que “la paciencia, y el ir poquito a poco para observar las necesidades de cada uno” ha sido clave en el proceso.
Para cerrar el ciclo, desde que algo se crea, hasta que se comunica al público, la organización consideró importante que recibieran clases de cine “pues hay mucha gente que tiene ideas buenísimas pero se quedan ahí estancadas porque no saben cómo comunicarlas”.