bilbao- Llegó a Bilbao con 5 o 6 años, en aquellos tiempos en que los niños maduraban rápido, como los frutos tropicales. Aún no sabía que le aguardaba a la vuelta de la esquina del futuro, pero el porvenir era más soleado que en su Soria natal. Nada le fue regalado pero poco a poco Toribio Martín fue abriéndose paso, como si avanzase por la vida como uno supone que avanzan los intrépidos exploradores por la espesa selva del Amazonas. Hoy ama la buena gastronomía, la pintura abstracta al óleo que regala a los amigos, el golf (aún tiene el desafío de bajar el termómetro de sus hándicap...) y el Athletic, el viejo Athletic que tanto cautiva. Ha superado innumerables tempestades y hoy vive en apacible calma.

¿Vino de Soria en busca de la luz?

-Más bien en busca de una nueva vida, de un cambio. En Soria era difícil ganarse la vida para uno y para su familia y llegamos con ese sueño.

Conseguido. A cambio le quedó, supongo, el amargo regusto de no poder jugar en el Athletic...

-Ja, ja. Yo lo tenía difícil, sí. Pero es verdad que me casé con una bilbaina y tuve un hijo aquí que sí hubiese podido. ¿Que si me hubiese gustado jugar...? ¡Me hubiera encantado! Hubiese sido una de las mayores ilusiones de mi vida.

¿Entiende su filosofía?

-No solo la entiendo, sino que la apoyo. Le convierte en un club diferente.

Ese mismo adjetivo, diferente, le ha colgado en más de una ocasión al empresario vasco... ¿Lo es?

-Sí, creo que sí. Sigue siendo un ejemplo de buen hacer para el resto de empresarios. Somos trabajadores, serios, cumplidores. Somos gente de fiar, de palabra.

¿No se ha devaluado un punto el valor de la palabra dada?

-Quizás. Recuerdo los tiempos en los que no hacía falta firmar un contrato, era suficiente con la palabra dada. Eso se ha perdido y es triste que haya sido así para un pueblo como éste, pero el mercado actual se rige todo por una rígida legalidad.

¿Ve a la juventud de hoy y piensa que lo tienen más fácil que su generación?

-No, más difícil. Cada día vemos cómo la juventud tan bien preparada se tiene que ir a países emergentes a ganarse el pan. Y da pena que sea así porque no recuerdo generaciones más preparadas que éstas.

¿Quizás no les falta las enseñanzas de la calle?

-Son universidades diferentes. El aprendizaje de la universidad es vital para crecer, pero la calle es primordial para formarse como hombre. Yo he nacido y crecido en la calle. Soy hijo del trabajo y del día a día. Y ahí aprendes a ser fuerte para no frenarte por nada. Si te caes, te levantas y tiras para delante.

Cuántas veces no habrá vivido algo así...

-La más dura, en 2010. Me detectaron un cáncer de colon del que hoy, gracias a Dios, estoy curado pero aprendí que la vida hay que vivirla. Tu escala de valores cambia y vigilas más la salud porque da vértigo ver que puedes dejar sin nada a los que te rodean.

Y entre los que le rodean, su hermano Ángel...

-Una persona vital en mi trayectoria. Sin él, sin su apoyo, no estaría hoy en Bilbao. Además, soy hombre de familia. Valoro mucho la unión familiar; es una piedra angular en tu vida, un nexo de unión esencial. Para mí, por ejemplo, el dinero no tiene sentido sin familia ni amigos. La familia te obliga a pensar en los demás: es una escuela de vida...

...¿que le guía en su empresa?

-¡Claro! Sin los trabajadores, otra gran familia, ninguna empresa puede tener éxito. Sin esa unión familiar sería imposible la supervivencia del trabajador y del empresario.

Hablaba antes de un cáncer que le puso entre la espada y la pared... ¿Rezó?

-Yo rezo, pero casi siempre pido por los demás. Digamos que soy creyente medianamente practicante.

Hay gente que ha sustituido la fe por una ONG.

-No estoy de acuerdo con eso, la religión es algo más íntimo.

En cuyo nombre se cometen barbaridades universales.

-Respeto todas las religiones, pero nunca he entendido a los extremistas, en ningún orden de la vida.

Suavicemos la charla: ¿ligar ha sido siempre en Bilbao tan difícil como dicen?

-Sííí. Y para una persona que venía de fuera, con las diferencias que se marcaban, más aún. Luego, cuando cumplí los 18 años, me hice con un 600 de segunda mano y las posibilidades, cómo decírselo, se ampliaron.

Pertenece a la generación de los que aborrecen o elogian su mili...

-Hice la mili en Ibaigane y guardo grandes amigos de la época, entre ellos Pedro Campo, Javier Foraster o Jaime Castellanos. También coincidí con jugadores del Athletic como Amorrortu, Zaldua o Vidal y con Gorostiza, campeón manomanista.

Y sin poder mandar un WhatsApp o contarlo por Twitter.

-La tecnología es el futuro y es primordial, sobre todo en el mundo laboral. Para mí es esencial en la seguridad, el ahorro y la eficiencia energéticos.

¿Es tan cara la energía como dicen, señor experto?

-Sigue siendo cara. Sería bueno mirar a otros países europeos pero son las reglas del juego.

¿Qué pone Iberdrola?

-¡No me complique la vida! Las compañías eléctricas son buenas compañeras de viaje y los precios están controlados por el gobierno.

Hablando de política: ¿A qué líder seguimos hoy?

-Faltan referentes, es cierto. Quizás el Papa Francisco que quiere cambiar la púrpura vaticana. He admirado a Martin Luther King, a Ghandi... Estamos perdiendo humanidad, somos menos humanitarios.

¿La política hace daño?

-Mal entendida ha hecho mucho daño. Debiera de haber profesionales que se entregasen al pueblo.

Antes me esquivó la pregunta del Twitter... ¿Cómo pregono ese mensaje, hombre?

-Ya no esperamos expectantes esa llamada; no escribimos ni esperamos cartas con ilusión. Hoy besanpor WhatsApp y cortan por WhatsApp. Antes, por lo menos, quedabas para un café.

Le veo molesto.

-Apuesto por la relación personal: no me gustan ese tipo de personas que ya sólo son un teléfono móvil. Es de cobardes: si te envío un e-mail me ahorro las explicaciones.

Le doy diez minutos para hablar con su padre...

-Le hablaría de su familia para que se enorgulleciese.