BILBAO - “Hay un problema cultural y es que la gente que utiliza estos locales tiene unos comportamientos determinados que hacen incompatible su ubicación en un entorno urbano”. El alcalde de Bilbao, Ibon Areso, se refirió así a una de las causas por las que Bilbao no puede tener una macrodiscoteca ni cerca de viviendas, ni de colegios: “tenga una acera de un metro o de diez”. El concejal Eduardo Maiz fue más explícito si cabe: “Ni el mayor ejército del mundo podría controlarlo”.
El año pasado, según los datos que aportó el edil de Urbanismo, se realizaron 393 actuaciones en la discoteca Mao Mao, que se encuentra en Zorrotzaurre, y otras 429 en la Fever de Bolueta. Se reforzaron dispositivos y se hizo un control exhaustivo del botellón que realizaban los jóvenes en los alrededores de estos locales. Pero las molestias que se generan son indiscutibles; por eso, al menos de momento, parece que la única solución pasa por que el entorno urbano se blinde ante este tipo de locales y solo se permita su apertura en la periferia. Incluso, el portavoz del PSE, Alfonso Gil, defendió el pasado jueves que en Bilbao no tienen cabida este tipo de establecimientos. Lo cierto es que otras discotecas de estas características en poblaciones de los alrededores demuestran que hay un público que las demanda, tal y como defienden estos empresarios hosteleros.
Cierre a la 22.00 Otro caso más fácil de encauzar, según se puso sobre la mesa del debate del pleno celebrado el pasado jueves, son los bares de día que han proliferado en la ciudad desde hace un año y que deben cerrar a las 22.00 horas. En este aspecto, los concejales de la oposición dudan de que se hagan los controles necesarios para garantizar el cumplimiento de la ordenanza. Sin embargo, tanto Eduardo Maiz como el propio concejal de Seguridad Ciudadana, Tomás del Hierro, apuntaron que hay sanciones para quien no cumple los horarios de cierre.
Otra manera de encauzar la convivencia entre el ocio y el descanso de los vecinos en estos casos es apelar a los criterios medioambientales. Porque “si las directrices europeas marcan la necesidad de flexibilizar la apertura de locales que generen una actividad económica, no es menos cierto que también son escrupulosos con el respeto al descanso”. - O. Sáez