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Las visitas guiadas al Hospital de Basurto, un éxito de asistencia

Las rutas se realizarán durante todo septiembre Todavía hay unas pocas plazas para conocer todos sus rincones

Las visitas guiadas al Hospital de Basurto, un éxito de asistencia

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Bilbao - El teléfono para reservar las visitas guiadas al hospital de Basurto no ha parado de sonar desde que la semana pasada se pusieran en marcha. Los primeros que llamaron para inscribirse serán los afortunados que formarán parte de uno de los selectos grupos de 30 personas que realizarán el recorrido por el emblemático edificio acompañados de una guía. La paseos dirigidos, que comenzaron a principios de mes y se prolongarán hasta el 27 de septiembre, cuentan todavía con unas pocas plazas libres, pero dado el éxito cosechado hasta el momento, no tardarán en agotarse del todo.

Muchos de los participantes de esta iniciativa están repitiendo la experiencia después de que en mayo y junio visitasen la Santa y Real Casa de Misericordia y la plaza de toros de Vista Alegre, dentro del programa de visitas guiadas a instituciones históricas de la Anteiglesia de Abando que ha organizado este año el programa de difusión patrimonial Bilbao IZAN, promovido por el Área de Cultura y Educación del Consistorio bilbaino. Durante este año, se han escogido tres edificios a los que les une su valor arquitectónico e histórico, con un origen común de servicio social, ya que fueron creados a finales del siglo XIX por la que entonces se llamaba Junta de Caridad para socorrer a las personas más desfavorecidas, enfermos y niños sin hogar.

Las visitas al hospital de Basurto están teniendo lugar de martes a sábado, en horario de mañana y tarde, y en castellano y en euskera. El perfil de los asistentes responde en gran parte a bilbainos y residentes de localidades aledañas interesados por conocer el pasado histórico y arquitectónico de la villa. “La mayoría suelen ser mujeres mayores de cincuenta años, aunque en los últimos años el número de hombres que acuden a este tipo de visitas ha aumentado hasta situarse en el 25%, más o menos”, relata a DEIA Eguzkiñe Urreta, la guía que dirige el recorrido y encauza la mirada de los visitantes, antes de comenzar una de las rutas que han tenido lugar este semana.

Creación Echar la vista atrás y situarse a finales del siglo XIX es el ejercicio constante que propone Eguzkiñe a sus acompañantes. La creación del Santo Hospital Civil de Bilbao -nombre originario con el que se bautizó al actual Hospital Universitario de Basurto- se remonta a 1895, cuando el antiguo Hospital de Atxuri -donde actualmente se encuentra el Instituto Emilio Campuzano- quedó desfasado. “Entonces decidieron que había que modernizarlo, además de ampliarlo, porque la población de Bilbao creció muchísimo en los últimos veinticinco años del siglo XIX”, explica la guía al principio de la visita que dura en torno a una hora y media.

“De esa forma, el doctor José Carrasco, director de aquel hospital, emprendió una serie de viajes junto a Enrique Epalza, el arquitecto municipal”, narra. El periplo por hospitales y centros sanitarios de varios países europeos les llevó a Francia, Holanda, Bélgica o Alemania. Finalmente, recalaron en el Hospital Ependorff de Hamburgo, del que se quedaron prendados “porque estaba constituido por un gran espacio ajardinado, con diferentes pabellones o pequeñas edificaciones”. Así es como decidieron reproducir a escala menor el modelo del hospital alemán, construido sin ninguna intención estética -al contrario de lo que piensan muchos visitantes- y en base a criterios de salubridad.

La edificación del hospital de Basurto se dilató durante diez años, de 1898 a 1908, tal y como delata la inscripción originaria que perdura en la entrada principal atravesada por el grupo antes de pasar por delante del interminable listado de benefactores -algunos de ellos dan nombre a los edificios- que ayudaron a levantar el conjunto arquitectónico. “Aquel primer hospital contó con 800 camas y fue pionero por ser el primero del Estado que contó con un pabellón especializado para niños, otro para tuberculosos y otro para enfermos mentales”. Ubicado a 3 kilómetros del centro de Bilbao, lejos del bullicio pero relativamente cerca, el traslado de enfermos desde el antiguo Hospital de Atxuri “fue un auténtico espectáculo”: tardaron entre cuatro y cinco días en realizar los desplazamientos en la línea 8 del tranvía.

Curiosidades El grupo liderado por Eguzkiñe se adentra en la laberíntica agrupación de bloques con una primera parada frente al busto de Areilza para observar, con la ayuda de un mapa, que el hospital ha perdido su simetría inicial después de que se añadiesen varios bloques. El edificio Allende, construido en los años 50, es uno de los pocos que no mantiene la armonía del hospital. Otra suerte corrieron en los 80 los inmuebles Makua y Escuza, copias exactas de los prototipos. Mientras la guía continúa con su charla, algunos visitantes la interrumpen para hacer preguntas, y los veteranos del grupo incluso se atreven a añadir apuntes.

A continuación, Eguzkiñe desvela uno de los datos más curiosos del pintoresco hospital: su subsuelo posee un túnel de medio kilómetro con forma cuadrada que enlaza todos los pabellones. El grupo que realiza la visita guiada es conducido por ese pasadizo subterráneo donde las camillas de hospital abandonadas contrastan con los murales de pintores como Alberto Rementeria o Jesús Mari Lazkano. Además de utilizarse para trasladar a los pacientes de un lugar a otro, el visitante descubre que el túnel alberga un sistema neumático de transporte de documentos que funcionan como valija interna.

Una vez fuera de la galería, la estética del jardín, con su importante flora descrita en pequeñas placas, cobra protagonismo. Pero el visitante aún quiere que se le descubra “¿Por qué se pintaron así los tejados?”. La guía señala que esa suele ser la pregunta más repetida en las visitas. “Según una leyenda urbana, fue para que durante la guerra los aviones supieran que era un hospital civil, pero no está comprobado. Lo que es cierto es que el Hospital de Ependorff también fue pintado así, por que lo que pudo haber sido una simple copia”, aclara.

Las curiosidades no se acaban aquí, puesto que el visitante, si aún no lo sabe, ha de conocer el origen de la célebre expresión bilbaina A cascarla a Ampuero. “No tiene nada que ver con la localidad cántabra. El hospital tiene un pabellón con ese nombre en honor a la familia benefactora que lo impulsó, donde se cobijaban las personas desahuciadas a la espera de la muerte”, explica la líder del grupo.

Presente Cuando averiguan que cualquiera puede acudir a las instalaciones del hospital, algunos visitantes proclaman que traerán a sus amigos para mostrarles el conjunto ellos mismos. Tras ser regido por las Hermanas de la Caridad durante décadas, en 1985, el hospital comenzó el proceso de publificación y, desde 1992, es parte de Osakidetza. Además, el ahora Hospital Universitario de Basurto fue el primero en albergar una facultad de Medicina en 1970. Actualmente, los estudiantes de Medicina de la UPV/EHU cursan quinto y sexto de grado en un barracón de las instalaciones. Eguzkiñe cuenta que existe un proyecto para trasladar a todos los alumnos de dicha especialidad a Basurto, aunque por ahora está paralizado. Lo que si está en marcha es un plan para “cambiar la puerta de la entrada, puesto que el acceso por la Avenida Montevideo queda a desmano y quieren conectarlo con la ciudad”, apunta.

El recorrido termina con una larga lista de cifras que dan cuenta del volumen de pacientes que atiende el centro sanitario, el tercero más importante de Euskadi detrás del hospital de Cruces y el Hospital Donostia. Con 698 camas, se registran 38.000 ingresos anuales, 2.500 partos, 31.500 intervenciones quirúrgicas, 140.000 urgencias y 625.000 consultas. Entre sus distinciones destaca que 2008, año en el que se celebró su centenario, recibió un premio al mejor centro hospitalario del Estado.