LA última vez que estuvo con Iñaki Azkuna fue el pasado 16 de febrero. El máximo edil celebraba su 71 cumpleaños en compañía de su allegados en el restaurante Arbolagaña del Museo Bellas Artes. Aitor Basabe recuerda aquel día con un sabor agridulce. El cocinero preparó con esmero la mesa en la que el edil jeltzale se iba a sentar, pero la enfermedad no le concedió unas horas más para que pudiese disfrutar de ese momento tan especial. "Se sintió mal durante la comida y se tuvo que marchar", cuenta. "Estaba tan contento celebrando su cumpleaños", comentaba ayer el chef. Azkuna era un habitual de su cocina y eso le enorgullece. "Solía venir mucho y yo encantado. Azkuna era una persona excepcional, de las pocas que te encuentras a lo largo de la vida. Soy un privilegiado por haberle podido conocer", dice.
Aitor Basabe recordaba ayer a DEIA el día en el que el propio Azkuna le llamó para hacer la reserva de la comida. Lo hizo desde la cama porque llevaba varios días con gripe. "Le pregunté: pero Iñaki (me dirigía a él por su nombre), ¿estarás bien para el sábado? Y él me respondió con esa raspa que le caracterizaba: "Aitor, que no estoy tan enfermo, ¿eh? Resérvame la mesa para el sábado". Así fue. Azkuna no faltó a su cita. Era, según recuerda Basabe, un hombre de palabra, sincero. "Si decía una cosa lo cumplía. ¡Cómo iba a faltar él a esa cita con su familia". No era la primera vez que se sentaba en el comedor del Arbolagaña. Era un asiduo de los fogones. "Solía venir con su amigo, Javier Viar, director del Museo Bellas Artes". "Era un hombre exquisito en las formas. Ganaba en las distancias cortas", concreta. Además, según relataba Basabe a Azkuna le encantaba comer. "Como buen vasco le gustaba comer, comida moderna y también la tradicional", dice.
"Patatas con Arvejillas" Entre los platos preferidos para Iñaki Azkuna estaba las patatas en salsa verde. "Le encantaban. Siempre que había en el menú lo pedía", recuerda Basabe. Pero eso sí, para el alcalde los guisantes no eran guisantes, sino arvejillas. "Un día me dijo: Aitor, ¿qué es esto de guisantes que pones en el menú? Para mí son arvejillas, no guisantes", dijo con esa contundencia con la que lanzaba siempre sus afirmaciones. No hubo discusión. Para Azkuna eran arvejillas. "Era un hombre con humor y gran corazón", añade con nostalgia.
Azkuna era una hombre con las ideas claras, no vacilaba y si te tenía que decir algo te lo decía. "A mí me gustaba su forma de ser", explica Basabe. Para el chef de Arbolagaña el alcalde de Bilbao era un hombre de principios, sincero y sobre todo, muy humano. "He conocido gente de mucho nivel que te trata desde la distancia. Nosotros somos unos trabajadores y se agradece cuando una persona del nivel, como era Azkuna entra a la cocina y te saluda", cuenta el cocinero bilbaino. Azkuna lo hacía. Y lo hacía desde la humildad, cercanía y desde el agradecimiento. Porque, según Basabe, Azkuna, era una persona muy agradecida.
"No venía al restaurante como el alcalde de Bilbao, sino como uno más. Le gustaban las cosas bien hechas, era exigente, sincero..., pero, sin embargo, nunca se marchaba del restaurante sin decirme que le había gustado la comida". Su recuerdo perdurará en el comedor y en la cocina del Arbolagaña. "Le echaremos de menos, no solo como alcalde, sino también como amigo", concluye Basabe.