Bilbao. La Sección Primera de la Audiencia Provincial acogió ayer la segunda sesión del juicio con jurado popular por la muerte violenta de Néstor Gándara ocurrida en enero de 1996. Un total de 27 personas comparecieron ayer ante el magistrado, las partes y los familiares de la víctima y de los tres acusados por el caso del Pagasarri.
De todas, las declaraciones de las dos exparejas de I. A. A., acusado como autor material del crimen, resultaron clave en el proceso. Las dos mujeres declararon protegidas por un biombo para evitar cualquier contacto visual con los acusados, especialmente, con I. A. A. quien, según estas, las sometió a malos tratos físicos y psicológicos durante las relaciones sentimentales y años después.
Las testigos protegidas explicaron en sus respectivas declaraciones cómo I. A. A. les confesó la autoría del crimen. "Salió a las 18.00 horas y volvió a las 3.00 horas. Llegó con la cara desencajada y lleno de sangre", explicó la mujer con la que convivía en el caserío familiar en la campa de San Justo en 1996. Según el relato de esta testigo, al preguntarle qué había sucedido I. A. A. respondió: "Ya he matado a ese hijo de puta". Ante tal afirmación, la mujer trató de llamar a una ambulancia "porque aún podía estar vivo". "I. A. arrancó el teléfono y me llevó a la fuerza a la habitación donde me ató de pies y manos a la cama con unas cuerdas. Así me tuvo durante tres días en los que me puso una pistola en la cabeza y me amenazó con matarme a mí y a mi familia si decía algo", expuso entre sollozos. A pesar de que la relación sentimental finalizó en 2004, la testigo protegida aseguró que vivió "en un martirio" de constantes amenazas y coacciones hasta 2010 cuando "no podía más" y decidió denunciarle ante la Guardia Civil.
Tras la denuncia de esta mujer, la Ertzaintza se puso en contacto con la segunda testigo protegida con quien el acusado mantuvo una relación "entre 2001 y 2006" y que tampoco denunció antes los hechos "por miedo". La joven, que aseguró no conocer a la otra mujer ni a Néstor Gándara, afirmó cómo al que fuera su pareja le gustaba "crecerse el ego" por lo que "se autoinculpó" ante ella para "que viera lo que podía hacerme". "Me contó que le mató porque aun debiéndole dinero se compró un coche", explicó la joven en relación al todoterreno Suzuki que Néstor adquirió en la compraventa de los otros dos acusados por su implicación en el delito, los hermanos F.E. B. y J.I. B.-.
Según la testigo, el principal acusado le confesó que tras la muerte otro de los acusados, F.E. B., le ayudó a deshacerse del cuerpo. "I. A. A. quería enterrarlo en cal viva, pero F.E. B. le propuso simular que se había caído por el barranco -en el que se encontró el cuerpo- mientras orinaba", matizó la joven.