Santa Ana ve el final del túnel
El barrio bilbaino asiste a la recta final de un lustro de obras a causa de los nuevos accesos a Bilbao En Santiago, los trabajos no concluirán hasta que se construyan las VPO y unos adosados para realojar a 14 familias
Bilbao
Los vecinos de Santa Ana vislumbran el final de un túnel mucho más largo que el que se alza cerca de su barrio tras las obras de los nuevos accesos a Bilbao. Por mor de estas obras, se iniciaron hace cinco años unos trabajos en esta zona alta de la villa que, un lustro más tarde y tras el desalojo de 14 vecinos, ven cómo van llegando a su fin. No es así en el caso de los vecinos de Santiago, barriada cercana a Santa Ana en la que aún no saben durante cuánto tiempo tendrán que verse entre camiones, excavadoras, ya que es en los terrenos de la antigua fábrica Krug en los que se alzarán unas viviendas de VPO y unos chalets adosados en los que se reubicará a las 14 familias que tuvieron que ser desalojadas por los nuevos accesos a la villa.
Tanto aquellos vecinos que ven el final de los trabajos cerca, como los que viven en "una absoluta indefinición" tienen el deseo de que las obras abandonen el paisaje de sus barriadas, un mar de tranquilidad a escasos metros del centro de Bilbao, "lo más pronto posible". "Hay gente que se cree que al haberse abierto los nuevos accesos, también han acabado las obras aquí, pero no es así", señala Rosalía Gómez, una mujer de 85 años que lleva casi 60 años viviendo en Santa Ana. Ella ha sido testigo directo desde su hogar tanto del progreso que ha experimentado este barrio a lo largo del tiempo como del cambio ocasionado por las obras. "Hoy este barrio está mucho mejor que cuando llegué, no hay comparación", asegura esta mujer que llegó al barrio tras casarse. Pero, desde la puesta en marcha de las obras, asumen "haber perdido la gran tranquilidad" de la que hacía gala esta zona de la capital vizcaina. "Le veo buena salida a esta situación, creo que el barrio va a quedar bien, pero lo que realmente quiero es que las obras acaben ya", destaca esta mujer que vive en la primera casa que se ve nada más llegar a Santa Ana. Rosalía ha visto crecer este barrio, pero, por ejemplo, Luis Vico, a su llegada hace nueve años, vio un Santa Ana muy similar a lo que fue antes de las obras. "Yo vine aquí desde un piso de la calle Labayru. Quería que mis hijos se criasen dentro de la tranquilidad que había aquí, quería que disfrutasen", asegura este hombre cuya casa se libró "por los pelos de pertenecer al grupo de viviendas que tuvieron que ser derruidas". Su vecino no corrió su misma suerte y tanto Luis como su familia sintieron de primera mano lo que afectó a esta barriada en la que actualmente viven poco más de una treintena de personas el desalojo de 14 familias en 2009. "Estos desalojos nos afectaron a todos, porque aquí vivíamos como si fuésemos una gran familia", recuerda Luis, quien mira con esperanza hacia la zona que resta por urbanizarse para culminar las obras en lo que a Santa Ana se refiere. "Estos trabajos creo yo que son de rápida ejecución, en cuanto se pongan a ello, en un plazo de cuatro o cinco meses estará todo listo y se acabarán estos cinco años que han sido un pequeño infierno", indica este hombre que no dudó en abandonar el centro de la villa por "vivir de una manera más tranquila".
Esa tranquilidad que en parte han perdido porque "el ruido de los coches es continuo ahora que se han abierto los nuevos accesos" también la han ganado los vecinos de Santa Ana porque según Luis "nuestras casas han dejado de estar amenazadas, sabemos que no se van a derruir". Por ello, no es nada extraño ver cómo hay hogares en los que se empiezan a acometer obras de diversa índole. Pese a todo, hay vecinos que creen que quedan muchos detalles por pulir y por mejorar para que la vida en Santa Ana se acerque a la normalidad que imperaba antes de las obras.
Uno de ellos es Santiago Bizarro, quien espera "que nos quiten el tendido eléctrico. No lo queremos ahí, solo trae contaminación y nosotros que nos hemos tragado estos cinco años de obras merecemos una mayor consideración". Otro aspecto a pulir, a su juicio, es la megafonía de los túneles de los nuevos accesos a la villa. "Está muy alta y cuando suena de noche nos despierta a los vecinos de un salto". En esta travesía de cinco años, Santiago se ha sentido muy solo, no ha sentido el apoyo de otros colectivos vecinales de la villa. "Basurto nunca ha apoyado a Santa Ana. Ahora están contentos porque han conseguido su objetivo, pero deberían ayudarnos en nuestra lucha de conseguir que no se nos olvide y que el barrio logre volver a la normalidad".
PROVISIONALIDAD PERMANENTE El objetivo de volver a la normalidad parece mucho más cercano para el barrio de Santa Ana que para el de Santiago. Tan solo están a decenas de metros, hasta el inicio de las obras estaban unidos por una senda que los vecinos de Santiago piden que se reabra, pero la diferencia entre ambos lugares es más que patente. Santiago se encuentra en una encrucijada de obras que, según Dioni, Begoña, Francisco y José les ha llevado a estar en una situación de "provisionalidad permanente" desde 2006, cuando se iniciaron las obras del soterramiento de FEVE en Basurto. Desde entonces, las obras y trabajos se han sucedido en este barrio que no se ha librado de los avatares de la creación de los nuevos accesos a la capital vizcaina. Lo que más atenaza a los habitantes de este barrio en el que viven alrededor de un centenar de personas es "la indefinición de fechas". No saben cuándo van a acabar las obras en su entorno. "En un principio, las viviendas de VPO y los adosados iban a estar para el año 2015, ahora ya se habla de finales de 2017", indican resignados. Los plazos se van alargando y, actualmente, en los terrenos sobre los que se asentaba la antigua fábrica Krug, solo hay tierras removidas que, en principio, se rellenarán en un futuro próximo. Esta provisionalidad también se traslada a un solar fruto del soterramiento de FEVE en Basurto que "lleva vallado desde el año 2006. Esto es un foco de suciedad, crecen malezas, aunque lo limpian de vez en cuando, hay ratas y es un espacio que tenemos ahí y que no podemos utilizar para nada", expresa este grupo de vecinos. Todo ello se traduce en que la barriada está empeorando en sus prestaciones. El pavimento está lleno de baches, los muros de contención están agrietados y así varios aspectos que están condicionando la vida diaria de Santiago. "Llevamos tiempo queriendo hacer proyectos para mejorar el barrio, pero como no tenemos fecha de finalización de todas las obras ni a qué zonas afectarían, pues no hemos podido hacer nada aún", explican.
Begoña, Francisco, Dioni y José piensan que "ha llegado el momento de arriesgarse y hacer obras, porque no podemos seguir más tiempo así. No podemos estar con estos baches y con el barrio tan mal". Así entre el lenguaje presente de los vecinos de Santiago se cuelan expresiones como pavimentar, cambiar tuberías, mejorar muros y replantar árboles para ganar espacio, ya que, actualmente "no puede entrar al barrio un vehículo de emergencia", indican. En el futuro Santiago, saben que el aparcamiento tendrá un apartado importante con la creación de un parking que va a dar respuesta a todas las necesidades del barrio. Este lugar es una cooperativa, una propiedad privada al igual que Santa Ana, pero, cuando hay partido del Athletic en San Mamés, hasta estos lugares llegan coches desde distintos puntos de la villa para aparcar. "Esta zona se ha popularizado entre la gente y vienen aquí a aparcar. Los días que hay partidos es horroroso", coinciden Francisco y Luis desde cada uno de estos barrios. "Con las obras hemos perdido algunas cosas como la tranquilidad, pero, pase lo que pase, hay cosas que no perderemos, como el buen ambiente y la familiaridad que se vive aquí. Eso es innato a estos barrios", describe Francisco, quien anhela "recuperar la intimidad que aquí teníamos". Mientras tanto, Santa Ana y Santiago, cada uno a su ritmo, se van acercando al final de un túnel que llegará antes para los primeros pero que, en ambos casos, supondrá el final de una travesía de obras, zanjas, ruidos de excavadoras y trasiego de camiones.
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