"Había un ambiente excelente, la ikastola era nuestra segunda casa"
Itxaso Atutxa, Olatz Saitua y Goizalde Landabaso comparten sus recuerdos
Bilbao. A lo largo de estos 50 años de historia de Deustuko Ikastola han pasado más de 2.000 alumnos por las diversas instalaciones que el centro ha ido teniendo en esta andadura marcada por las mudanzas, por los cambios de sede. En los diferentes enclaves donde este proyecto ha ido creciendo y afianzándose como un referente de la educación en euskera en Deusto, se han sucedido anécdotas e historias y, por estas aulas han pasado personajes conocidos como la presidenta del Bizkai Buru Batzar del PNV, Itxaso Atutxa; la soprano Olatz Saitua, y la periodista y escritora Goizalde Landabaso. Ellas han compartido con DEIA parte de sus recuerdos y vivencias en su ikastola.
"Había muy buen ambiente, era excelente; la ikastola era nuestra segunda casa", rememora Itxaso Atutxa, quien estuvo en el colegio desde el parvulario hasta 8º de EGB. "Teníamos muy poco espacio y escasos medios, pero nos lo pasábamos muy bien", asegura Olatz Saitua. La soprano y la presidenta del BBB son fiel reflejo de que la estancia en el centro marca y une. "Coincidimos en la ikastola y mantenemos una muy buena relación. De hecho, ella cantó en mi boda", afirma Atutxa. Las limitaciones y dificultades hacían que la comunidad educativa se arropase. "Entre los padres surgieron cuadrillas y hoy es el día que se organizan cenas y comidas entre ellos", asegura Landabaso. "Sí, tengo el recuerdo de que estábamos todos muy unidos y poníamos todo de nuestra parte, sobre todo los padres. Trabajábamos en equipo y eso era muy bonito", agrega Saitua, cuyos hermanos fueron de los primeros alumnos, de los que recibieron clase en la casa Azaola-López de Gereño. Las tres protagonistas fueron testigos y víctimas durante su estancia en Deustuko Ikastola de las carencias que tenía el centro en cuanto a instalaciones se refiere, ya que con las aulas de San Felicísimo no podían dar un servicio completo al alumnado. "Pertenecemos al grupo de alumnos que esperaba poder recibir clase en otro edificio, en aquella gran instalación en la que tuviésemos más espacio", precisa Landabaso. "Sí, nos decían que en dos años o tres años estaríamos en un nuevo edificio, pero al final no pudo ser y fue una espinita que se me quedó clavada", reconoce Atutxa.
Ese edificio llegó, en gran parte, gracias al esfuerzo y la implicación de los padres. "Para mí, lo grandes artífices de que el centro sea lo que es hoy son esos padres que apostaron por este proyecto y trabajaron por él", remarca Landabaso. Con su tesón y constancia pudieron superar los obstáculos y las barreras del franquismo y que Deusto tuviese, en esta ikastola que ahora cumple 50 años, el gran referente de la educación en euskera.
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