Bilbao
El cineasta Ettore Scola hablaba con pasión cuando dijo aquello de que el cine es un espejo pintado, dejando entrever que éramos nosotros, todos los seres humanos, la materia prima que insuflaba espíritu al estrafalario invento de los Hermanos Lumière. Pese a que el curioso Cinematographe fue considerado, por los propios creadores, como "una invención sin ningún futuro", la historia registra la presencia de un cameraman en la coronación del zar Nicolás en mayo de 1896, como una de las primeras filmaciones que se recuerdan.
No la primera, claro. El 22 de marzo de 1895 los hermanos mostraron su primera creación en París, rodada apenas tres días antes. Fue en una sesión de la Société d'Encouragement à l'Industrie Nacional bajo el título Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir. Unos meses más tarde, el 28 de diciembre de 1895 y también en la Ciudad de la Luz (para más señas, en el Salon indien du Grand Cafe, allá en el Boulevard des Capucines parisién...) se proyectó por primera al público previo pago. Ahí comienza esta historia.
Un salto cronológico digno del mejor plusmarquista olímpico de todos los tiempos, sea quien sea, sitúa ahora al lector frente a la Carta Encíclica Miranda Prorsus (también conocida como Film Ideal...) de Pío XII sobre la Cinematografía, la Radio y la Televisión, publicada el 8 de septiembre de 1957. Era rotunda en sus postulados: "Hoy, si el desarrollo de los medios técnicos de difusión no se somete al yugo suave de la Ley de Cristo, corre el peligro de ser causa de infinitos males...". Esas palabras, en apariencia tan distantes de nuestra realidad, marcaron el primer desarrollo del cineclub FAS en Bilbao, "en una época tan difícil para el asociacionismo, por las limitaciones impuestas por el régimen franquista", tal y como asegura Txaro Landa, su actual presidenta, a las puertas de 2013, año en que la institución cumple 60 de vida. Es el más antiguo de Europa en funcionamiento. La resistencia en medio del declive de las salas de cine.
¡Qué tiempos aquellos! Tan complejos que el artículo primero de los Estatutos iniciales del cine club, el segundo más antiguo de Europa, exigía "mantenerse al margen de toda cuestión política y desenvolver sus actividades en completa sumisión a nuestra Santa Madre la Iglesia y leal adhesión a nuestra España". Palabras que hoy suenan a viejo pero que en aquel entonces retumbaban. Durante los primeros años existía un asesor moral, que vigilaba las películas y los coloquios. Pese a todo, hubo cintura de peso mosca en los regates al ojo avizor de la censura: proyectaron películas prohibidas como El acorazado Potemkin y Octubre, ambas de Eisenstein y la segunda de ellas con la asistencia del máximo representante de la época del Gobierno español en Bilbao, a título personal.
un 'kinetógrafo' vino a Bilbao El cine aterriza en Bilbao relativamente pronto. Cuenta el historiador Santiago de Pablo que el 6 de agosto de 1896 comenzaba a proyectar, en un local de la calle Jardines, un "kinetógrafo, llamado también cinematógrafo". Este aparato -probablemente un Werner, empresa concesionaria en París de la Casa Edison- venía de la mano del Eliseo-Express, un "Museo Artístico Científico Recreativo" ambulante, propiedad del aragonés Manuel Galindo, que se mantuvo en Bilbao hasta el 5 de septiembre. Causó asombro pero ningún altercado ni tiroteo que se recuerde. Las pistolas aparecerán más adelante.
El cineclub FAS, que extrae su nombre del latín (Fas significa, lo correcto) es heredero de aquel pionero Louis Delluc, que en 1918 había iniciado la crítica de cine en el París-Midi y fundó, en 1920, Le Journal du Ciné-club, así como una asociación del mismo nombre en la que podrían encontrarse realizadores y críticos para conocerse y discutir. Siempre desde la perspectiva de que el cine era un arte. No por nada hoy se le considera el séptimo, por mucho que su arraigo en Hollywood obedeciese a una cuestión crematística: los cineastas huían de la abusiva tasa Edison, toda vez que el legendario empresario e inventor poseía la patente como teórico inventor del cine. Las disputas eran entonces resueltas a tiros, buena prueba del negocio en juego. Nada de eso sucedió en Bilbao.
Prohibido dormirse Los primeros pasos del cineclub Fas datan en Bilbao de 1953, auspiciado por el Obispado de Bilbao. No por nada, el prelado en la segunda mitad de los años 50, Pablo Gurpide, exigía a los sacerdotes que asistieran a las sesiones del FAS, e incluso impuso sanciones a los que dormitaban o se marchaban durante la proyección. Antes, el 31 de octubre de 1952, se desarrolló un Ciclo de Conferencias llamadas Preparatorias a las sesiones del cine fórum, que pueden considerarse el germen del Cineclub FAS, fundado durante el curso 1953-54, con sus primeros estatutos fechados a 30 de septiembre de 1954. Cuentan las crónicas -y los afiches que aún se conservan...- cómo las primeras proyecciones se realizaban en el salón San Vicente, instalado donde hoy reina la noche de Bilbao: el Kafe Antzokia. En 1995, tras las venta de aquel local nodriza, el cine club emprendió un incierto peregrinaje que desembocó en el salón El Carmen de Indautxu, junto a la iglesia del mismo nombre.
no le detienen las balas Para entonces, el cineclub FAS ya lucía una increíble musculatura, dada su condición sibarita dentro de un cine de corte cada día más comercial. No en vano, los herederos de los fundadores pioneros no han faltado jamás a su cita de los martes, ni siquiera aquel infausto 23 de febrero de 1981. Pese a la incertidumbre se proyectó, a la hora prevista, New York, New York, de Scorsese. No le detenían las balas.
En mayo de 1978, el cineclub tocaba el cielo con sus manos. Aquel viejo sueño cinéfilo celebraba por todo lo alto su proyección número 1000, un hito histórico conmemorado por la proyección de dos cortometrajes que forman parte de la prehistoria del cine realizado en Euskadi: Un drama en Bilbao y La huerfanita, ambos de Aureliano González. Y con el regreso a los mares del celuloide de El acorazado Potemkin, ahora ya sin el acecho de la marejada del censor.
El viejo FAS ha estado apegado a la realidad de la calle a lo largo de los años. Hay ejemplos que lo ilustran. En 1959 impulsó y colaboró en la fundación del Zinebi, Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao, donde entrega cada año el Premio a la Innovación Cinematográfica. Tres años antes había traído a la villa la I Reunión Nacional de Cine Clubes, de la que surge la Federación Nacional de Cine-Clubes. En 1983 organizó una semana de cine pro damnificados de las inundaciones de Bilbao: era el cine arremangándose entre el barro: luz en la ciénaga. En fechas más recientes, en 2004, y en colaboración con la Plataforma de Nuevos Realizadores Vascos organizó un maratón de Cortos Vascos. Asimismo en 2007 puso su grano de arena en el X Aniversario del Guggenheim con la elaboración de un ciclo, en torno a la idea del sueño americano. Todo ello sin desdeñar que por sus salones han desfilado nombres propios del cine vasco como los de Pedro Olea, Enrique Urbizu, Álex de la Iglesia, Luís Marías, Pablo Berger, Ernesto del Río, Juan Ortuoste, Javier Rebollo, Alberto López Echevarrieta, Oskar L. Belategui, Santos Zunzunegui y Paulino Viota, entre otros.
Las múltiples actividades cinematográficas programadas para celebrar el 60º cumpleaños del Cineclub Fas en 2013 incluyen la visita de cineastas reconocidos como David Trueba, Pablo Berger (Blancanieves), Enrique Urbizu y Michel Gaztanbide (No habrá paz para los malvados), Fermín Muguruza (Zuloak), Asier Altuna (Bertsolari) y Javier Rebollo, además de Roberto Castón (Ander) o David Arratibel (Oírse). La visita del cineasta y artista británico Peter Greenaway pondrá el broche de oro. No un The End sino un To be continued.