BILBAO. Asusta pensar que, en solo un año, 16.000 personas se han situado al borde del abismo.

Muchos de ellos ya estaban así, en el límite; el problema es que ahora las posibilidades que hay de que tengan dificultades importantes son mucho mayores.

¿Cómo se dan cuenta ustedes de que aumenta este colectivo que se encuentra al borde del abismo?

A través de Cáritas y del Banco de Alimentos, porque cada vez aumentaba más la petición de comida y también de ropa.

¿Y cuál es el perfil de estas personas?

Es difícil hablar en general, cada caso es individual.

Pero hablamos de clase media, de gente que hasta ahora hacía una vida normal.

Sí, gente que puede pasar algunas dificultades, porque uno de ellos haya perdido un trabajo y no pueden pagar algún recibo, pero que hacen vida normal. Y preocupa mucho porque hay un colectivo más castigado que es el de las mujeres con hijos a su cargo.

¿No tienen apoyo familiar, amigos...?

Sí, pero a veces se agotan todos los recursos, los ahorros, venden las propiedades si las tenían y las familias tampoco les pueden ayudar más.

¿Hay recursos para que los niños, al menos, no entren en la marginación?

Por ejemplo, a través de Cruz Roja se reparte material escolar y se financian programas para jóvenes.

¿Con este Plan de Pobreza pueden evitar que estas familias caigan al abismo?

Sabemos que no vamos a poder resolver sus situaciones económicas, pero si conseguimos atender sus necesidades básicas, por lo menos frenamos que entren en el mundo de la exclusión. Que no se queden sin comida ni ropa. Es nuestro objetivo.