Bilbao rasca más cielo
La falta de superficie en la villa obliga a pensar en edificios de oficinas y viviendas cada vez más altosGarellano y Bolueta, los próximos grandes núcleos de la capital, sumarán una docena de rascacielos
Bilbao. La arquitectura de Bilbao mira cada vez más alto. Desde que en 1946 se construyera el primer edificio que se definió como rascacielos -el bloque de la calle Bailén fue el primero en superar los 40 metros-, el skyline de la villa ha ido definiéndose a trompicones.
Los dos próximos barrios que están a punto de construirse en la capital vizcaina sumarán un total de 12 rascacielos de viviendas. Son edificios en altura que van de los 82 a los 110 metros (entre 24 y 36 plantas en cinco bloques) en la nueva pastilla de Garellano, mientras que en Bolueta se han proyectado otros siete edificios de diferentes elevaciones, teniendo su culmen en los 90 metros de los rascacielos que flanquearán la urbanización.
La falta de superficie donde construir viviendas en horizontal y la necesidad de pisos de protección oficial son las dos razones que están llevando a Bilbao a contemplar cada vez más proyectos en altura, a la espera de los edificios que se construyan en la futura isla de Zorrotzaurre, la última zona de expansión de la capital vizcaina.
Para 2013 está previsto que Inmogroup, la promotora que ha comprado dos solares de Garellano, inicie la construcción de las tres torres más pequeñas, las que albergarán tanto viviendas de protección oficial como de precio tasado. Son tres edificios de 82, 89 y 96 metros de altura, correspondientes a 24, 27 y 30 plantas, respectivamente, que tendrán adosados otros tres bloques con 8, 9 y 10 pisos de altura. Todos en escala para disimular la diferencia de cota del terreno y que culminarán con las dos torres restantes, las que se elevarán 103 y 110 metros (33 y 36 plantas), destacando la más alta, un bloque exento que tendrá la calificación del rascacielos de viviendas más alto de Euskadi.
La previsión de Bilbao Ría 2000, la sociedad que promueve el nuevo barrio con el permiso municipal, es que las primeras viviendas se estrenen en 2016. Por delante resta sacar a la venta los solares que acogerán las viviendas de precio libre, las torres más cercanas a las nubes, aunque para eso habrá que esperar a mejores tiempos.
Sin arquitecto concretado Inmogroup tenía el compromiso de que sus torres fueran diseñadas por alguno de los estudios de arquitectos de prestigio que participó en el concurso restringido que organizó Ría 2000 para diseñar el planeamiento de la parcela, pero de momento no ha dado a conocer el estudio elegido.
En cuanto a la urbanización que conectará el barrio de Bolueta con el cauce del Nervión, se compondrá de siete edificios de diferentes cotas que también albergarán viviendas para las economías más modestas. En el proyecto auspiciado por el Gobierno vasco destacan las dos torres que cierran por ambos lados el complejo con sus 90 metros de altura, que permitirán incluir 29 plantas de pisos. También resaltan los otros dos colindantes que se elevarán 73 metros con 21 plantas. Como ocurre en Garellano, excepto el bloque central, las torres tendrán adosados edificios de nueve plantas de altura dando al conjunto una forma de ele tumbada.
Los dos primeros inmuebles, cuyas obras se iniciarán el primer trimestre del próximo año, han sido diseñados por el estudio navarro de arquitectura Varquitectos, que dirige Germán Velázquez. Su propuesta son unos edificios revestidos de una piel de vidrio y metal que albergarán un total de 361 viviendas que estarán disponibles para 2016. Para el resto del complejo no hay fecha de ejecución.
Son nuevas torres en ciernes que vienen a confirmar la corriente de inmuebles de altura que se inició con la construcción de los dos bloques gemelos del arquitecto japonés Arata Isozaki. El complejo de viviendas de lujo, que conecta el Ensanche con los muelles de Uribitarte con una escalinata, supuso un punto de inflexión en el devenir arquitectónico de la ciudad. Muy criticadas entonces, tanto por los vecinos de Alameda Mazarredo, que protestaron porque les iba a quitar luz y vistas, como por algunos arquitectos locales, Isozaki Atea supuso la concreción de los primeros bloques de viviendas que superaban los 80 metros.
El top, en Abandoibarra Después vino el hito de la Torre Iberdrola. El punto más elevado del skyline de Bilbao se vino pergeñando desde la década de los noventa, pero no fue hasta hace cinco años cuando se concretó su construcción. Si las torres Isozaki fueron cuestionadas, el monolito de cristal diseñado por el prestigioso arquitecto argentino César Pelli ha tenido los parabienes de prácticamente toda la sociedad bilbaina. Su construcción ha sido seguida mes a mes con entusiasmo hasta culminar sus 165 metros, correspondientes a 41 plantas.
Contemplada en el plan urbanístico de Abandoibarra como la guinda de la nueva zona ribereña, su sobresaliente perfil se puede observar desde toda la metrópoli. No hay que olvidar que su altura suma la de las dos torres de Isozaki puestas una encima de otra, una elevación que para unos significa la firma de modernidad de Abandoibarra pero para otros rompe definitivamente con la tradición de edificios a escala humana presentes desde siempre en el Ensanche bilbaino.
Son varios los arquitectos que han alzado sus voces en los últimos años en contra de esta fiebre de rascacielos que ya vivió la ciudad hace medio siglo y que sembró entonces sus barrios de bloques mastodónticos y densamente poblados.
En la actualidad, la capital vizcaina suma 58 edificios que se elevan 50 metros por encima de la calle. Es decir, bloques de viviendas u oficinas que cuentan con un mínimo de quince plantas estándar.
Gran parque de rascacielos La época de desarrollismo del franquismo, en la década de los sesenta y setenta, supuso en la villa un crecimiento demográfico compulsivo que primero se hospedó en barrios de arrabal para más tarde trasladarse a urbanizaciones de edificios de gran altura. Basta con echar un vistazo al mapa de Santutxu o Txurdinaga para comprenderlo. Los bloques de las calles Txomin Garat y Gabriel Aresti, las colmenas de la plaza Lauaxeta, las torres de la plaza Haro, la manzana de Sagarminaga, las casas de Santa Clara o el edificio Ibarreta, en la plaza Iturriaga, son referencia de lo alto que se construyó sobre todo en Santutxu, el barrio bilbaino con mayor densidad poblacional.
Pero la mirada de los arquitectos al cielo no se quedó en casas protegidas por el tardofranquismo. La capital vizcaina está salpicada de inmuebles que sobresalen. Los tres bloques que abren paso al barrio de Deusto, conocidos como el edificio Plaza por el centro comercial que albergó en sus inicios, casi alcanzan los 75 metros; las torres de Etxezuri, plantadas en mitad de la avenida de Sabino Arana y que conforman una manzana con jardines propios a los que dan sombra 70 metros de edificios; las conocidas como Casas de Panera, 68 metros de edificios en torno a una plaza... son algunos ejemplos de barrio en altura, este último, por cierto, al que dio permiso la alcaldesa franquista Pilar Careaga.
Después vinieron bloques solitarios como el de la avenida de las Universidades, al lado del puente de La Salve (61 metros). Muy cerca, al otro lado de la entonces Solución Centro, se elevó el alargado edificio, también en planta, de Artasamina (60 metros) o el triste edificio Sanreza de oficinas, en la plaza de Zabalburu (65 metros). Son solo algunos ejemplos de esa fiebre que vuelve, aunque con un ordenamiento menos caótico que entonces.
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