Bilbao. Madruga para coger el autobús en Donostia donde reside. Aprovecha los kilómetros que separan Bilbao de la capital guipuzcoana para leer la prensa, repasar los correos electrónicos y organizar la agenda del día. Su primera cita de la mañana es una entrevista. Lourdes Fernández se encargará de diseñar la programación artística y la estrategia de Alhóndiga Bilbao, cuyo tirón popular, hasta la fecha, se ha debido sobre todo a su oferta de ocio. El contrato inicial es por dos años prorrogable a otros dos. Su objetivo: lograr que el antiguo almacén de vinos sea tan conocido por su continente como por su contenido.

¿Qué tal el primer mes?

Si tengo que resumirlo puedo decir que ha sido desbordante, con todo lo bueno y lo malo que lleva esta palabra.

Demasiadas cosas sobre la mesa, ¿no?

Muchas, porque la Alhóndiga está dividida en muchas fracciones, en muchos departamentos con sus equipos correspondientes. Hay donde rascar y mucho.

A Lourdes le gustan los retos. ¿Es este uno más?

Sí, lo es. Me encantan las cosas difíciles, mis hijos me lo suelen recordar. Aunque no es el caso, me gusta poner en marcha proyectos. El otro día lo pensaba. Me llamaron para poner en marcha, aunque era una bienal nómada, la galería Manifesta. También, aunque ya estaba en marcha, para adaptar Arco a los nuevos tiempos.

Su predecesora, Marian Egaña, se ha dejado cuerpo y alma en este proyecto que lleva dos años en marcha.

Ha hecho una labor magnífica. Recuerdo cuando estuve con ella y me enseñó cómo se gestó este proyecto, el edificio... Está claro que la Alhóndiga es un proyecto que ha cuajado muy bien entre los ciudadanos, el edificio es magnífico.

¿Le falta algo?

Falta dotar al edificio de personalidad propia. Aunque el proyecto Alhóndiga lleva muchos más años, este edificio en sí es joven, solo han pasado dos años desde su apertura. También está pendiente la construcción de otro edificio, pero la coyuntura económica no es la mejor para llevarlo a cabo. De todos modos, hasta ahora se han hecho muchas cosas interesantes y, aunque se hagan cambios ahora, eso no significa que lo anterior esté mal.

Seguro que Lourdes tiene apuntados en su agenda los puntos por los que va a comenzar a trabajar.

Así es. El primer punto es el tema de la personalidad de la Alhóndiga, en todo lo que tiene ver con el arte, tecnología, diseño y conocimiento. Ya sé que dicho así parece mucho, pero en el fondo está más enfocado hacia el arte y la tecnología, que son ámbitos que no cubren otras infraestructuras que hay en Bilbao, como pueden ser el Guggenheim o el Bellas Artes.

La Alhóndiga como centro de tecnología...

Sí. Además, el tema de la tecnología es una estrategia que tanto la Diputación y el Ayuntamiento están impulsado. Nosotros, desde la Alhóndiga, podemos hacer la aportación del diseño entendido como arte aplicado a la tecnología. Después el conocimiento. De hecho la Alhóndiga, cuando he llegado, ya tenía programas de ciencia, innovación de sostenibilidad, la propia mediateca.

Lo que pretende es ir más allá, profundizar, ¿no es así?

Sin duda. Lo que queremos es que la mediateca BBK -lo recalco porque sin ellos no podríamos tener ese espacio- sea el eje de todo lo que tiene que ver con el conocimiento y la formación, que es fundamental. No solo la formación de los jóvenes sino de todo el público en general.

El capítulo de la formación un punto fundamental a tener en cuenta.

Totalmente. Nosotros podemos hacer programas punteros, más o menos interesantes, pero yo creo que la ciudadanía debe tener las herramientas necesarias para la formación. Que no solo se adquiere en la universidad.

¿Se ha puesto fechas?

Ahora toca sentarse y analizar con el equipo, porque la Alhóndiga y todo lo que se haga aquí no solo va a ser cosa mía, detrás hay un gran equipo de profesionales. Con respecto a su pregunta, me he puesto como límite otoño para empezar a dar forma a las ideas que tengo.

¿Los diseñadores locales tendrán ventaja?

Por supuesto. En Bilbao hay artistas con mucha iniciativa que no tienen voz y para los que, a partir de ahora, la Alhóndiga va a servir de escaparate. El gran reto que nos marcamos para la internacionalización de la Alhóndiga tiene que pasar también por internacionalizar lo que nosotros tenemos, y ahora nadie lo está cubriendo.

¿Tan importante es la internacionalización?

Importante, no, es importantísimo. Por mucho que tengas buenas ideas si nadie sabe que las tienes no sirve para nada. En la medida que nosotros podamos ayudar a ciertos creadores que hay en Bilbao a tener proyección internacional, todo lo que representa esta infraestructura se irá conociendo más, irá creciendo, se irá dotando de una personalidad propia. Eso, sí, tener proyección internacional no significa salir fuera de la villa; de lo que se trata es de que se sepa qué pasa y qué hay en Bilbao. Para eso, este edificio es estupendo, es el espacio ideal para poder dar salida a mil proyectos, mil ideas.

El continente es ideal, pero hay que llenar de contenido.

Eso es. En la actualidad en Bilbao hay personas, incluso colectivos y la propia universidad, que tienen entre manos proyectos de interés a los que se les puede dar salida. Existen cosas, pero es necesario tiempo y...

... mucho trabajo.

Muchas horas, sin lugar a dudas. Pero para eso hemos venido. Sé que todo esto es solo teoría; es incluso complejo de entender porque hay que analizar muchos aspectos antes de que se conviertan en realidad. Voy a poner un ejemplo.

Perfecto.

Este verano visita Bilbao la Visiting School. Es un proyecto que hacemos con la Architectural Association de Londres y que está promovido por Bilbao Ekintza, ya lo tenían sobre la mesa antes de que yo llegase aquí.

¿Qué supone para Bilbao?

Lo bueno es que esta escuela de arquitectura, la mejor que hay en Europa, se moverá por unos días a la capital vizcaina con sus profesores para, junto a diferentes áreas del Ayuntamiento -Alcaldía, Obras y Servicios...- analizar una zona de Bilbao y ver los pasos que se pueden dar para mejorarla. Además de profesores de arquitectura, van a participar de este taller, de quince días de duración, unos cuarenta alumnos de Burdeos, Logroño, Catalunya, Toulouse y la Comunidad Autónoma Vasca.

Este encuentro recoge la filosofía de la que hablaba anteriormente.

Efectivamente. Tiene, por un lado, formación, porque está abierto a arquitectos, artistas, diseñadores... Está dirigido a un público nuestro, local. Además, viene gente desde otros lugares a conocer nuestra ciudad, nuestros espacios, el arte y los proyectos que tenemos aquí.

Nuevos lazos de unión.

Con el convenio que hemos firmado por tres años, Bilbao va a tener una relación estrecha con la mejor escuela de arquitectura de Europa; uniendo lazos se abren vías de oportunidad. En todo esto también colabora la escuela de arquitectura de Donostia. De estos encuentros incluso pueden salir ideas que sirvan para contribuir en el desarrollo de esta ciudad. Yo creo que Alhóndiga debe protagonizar este tipo de proyectos, que luego igual pueden finalizar en una exposición y que no tiene que ser solo de arquitectura.

¿Cuál es el espacio qué más le ha gustado del edificio?

Hay muchos que me gustan. La terraza me parece estupenda. Me he centrado mucho en el aspecto de la formación, que es más a largo plazo, pero queremos que la Alhóndiga sea un lugar de encuentro del mundo del diseño, del arte y la tecnología.

Entonces, ¿qué organizaría en esa terraza?

La terraza es muy utilizable, con unas vistas magníficas, ese suelo de madera, la estructura de ladrillo, el material original de este edificio. La terraza, por un lado, podemos utilizarla para organizar eventos, conciertos puntuales o cócteles. También puede convertirse en un lugar de trabajo, instalando unas carpas, para los participantes de un taller de diseño, por ejemplo. Las posibilidades son múltiples.

¿Alguna cosa que le gustaría cambiar o mejorar?

Me gustaría iluminar un poco más el atrio, principalmente, el bajo del edificio. Hablaré con el artista a ver qué me dice. Tampoco estaría mal cerrar con algún sistema de puertas, de esas que se abren y cierran, los accesos, porque las corrientes que se crean en esa zona son muy grandes y hace frío. Pero, por lo demás, me encanta la sala de exposiciones.

¿Ha hablado con el alcalde, Iñaki Azkuna?

Por supuesto. De hecho, si estoy aquí es por él. La Alhóndiga es realidad, entre otras cosas, por su apuesta clara por este edificio.

Quién le iba a decir que una donostiarra como usted que terminaría al frente de un proyecto tan importante como la Alhóndiga, ¿eh?

Sabía que me iba a decir eso.

¿No le dio miedo al principio?

No. Le voy a decir la verdad: yo soy muy donostiarra. Me encanta mi ciudad, incluso estando en Arco no he dejado nunca de vivir en Donostia, nos podíamos haber trasladado, pero no quisimos. No obstante, Bilbao tiene un potencial extraordinario para el mundo de la cultura que me fascina. Creo que se ha reinventado a sí misma de una manera muy inteligente.

Ha trabajado con Bilbao Ekintza.

Sí. El año pasado elaboré un informe para hacer una radiografía de la actualidad artística de la ciudad y plantear así posibles actuaciones que, por medio del arte, ayuden a promocionar Bilbao en el mundo.

¿Decir que no era imposible?

Totalmente. Es un reto interesante. A mí me gustan estos trabajos porque creo que es más interesante el desarrollo del mismo que el fin. Desde mi punto de vista el fin nunca existe, tienes que estar reinventándote cada día. Me siento una persona privilegiada porque soy consciente de que esto me va a enriquecer.

¿Es Lourdes Fernández una mujer exigente?

Mucho, conmigo misma y con el resto. Siempre digo que no es tanto el talento, que también lo es, como el trabajo. En mi casa siempre me decían que hay que tener mucha disciplina para trabajar, mucho coraje para enfrentarte a las adversidades de la vida y mucha generosidad para saber luego estar con la gente. Si combinas todo eso, consigues buenos resultados.