Poco queda del céntrico edificio del RAG, las instalaciones que durante 83 años prestaron servicio a bilbainos y visitantes de la villa. Solo el recuerdo. Con el solar vacío comienza la cuenta atrás para la construcción de un complejo residencial promovido por el BBVA.

A principios de diciembre se inició el derribo de este gran inmueble, obra de Diego Basterra, uno de los arquitectos "modernos" que contribuyeron a dar a Bilbao su carácter. No fue un hombre famoso ni un arquitecto estrella, pero fue el autor de esta notable pieza racionalista. Hoy se termina de derribar la fachada que aún mantenía vivo su recuerdo. Ahora, falta por sacar los tanques del depósito de la gasolinera que albergó el edificio y los escombros que se han apilado en los sótanos. Sin embargo, estos trabajos más complicados aún tardarán al menos un mes en realizarse.

Cuando acaben hoy las obras del derribo total del edificio se construirá un muro de 2 metros de altura que bordee el solar mientras se construyen los pisos. Sin embargo, el céntrico solar ha suscitado gran expectación entre la gente. De hecho, hace unos días incluso unas mujeres en un coche muy vistoso se interesaron por el solar.

Este edificio perteneció históricamente a la familia Acillona, una de las más acaudaladas de Bilbao que llegó a ser propietaria de una inmensa finca en Gipuzkoa todavía hoy conocida como Artikutza. Precisamente, Artikutza es el nombre que recibió la sociedad que gestionaba el edificio. Siempre estuvo ocupado por talleres de coches y por una gasolinera, que se cerraría definitivamente en 2005, junto con el concesionario de Audi.

Encargo a Jean Nouvel A cambio del cierre, Artikutza consiguió que el Ayuntamiento de Bilbao recalificara los terrenos para poder edificar sobre ellos. La inmobiliaria Urvasco, a través de Vizcaína de Edificaciones, los compró y encargó al arquitecto Jean Nouvel, el autor de la Torre Agbar de Barcelona, un proyecto para edificar un centenar de pisos de lujo. Pero llegó la crisis y el BBVA ejecutó la hipoteca sobre los terrenos y se quedó con ellos.

Dado el proyecto inicial, la entidad bancaria retomó hace dos años la iniciativa de levantar en el solar un edificio de pisos. El frustrado plan de Antón Iráculis pasaba por edificar dos bloques de pisos, uno de seis plantas y otro de siete, sobre una superficie total de 2.628 metros cuadrados.

Los responsables de BBVA confirmaron en su día "el gran interés de promover este proyecto" y, aunque la actuación no llevará el sello de una arquitecto de renombre internacional, la entidad bancaria adelantó que esta circunstancia no "restará brillo" al céntrico edificio. En verano se iniciaron los trabajos para apuntalar las paredes de la estructura.

Con el interior del inmueble vacío, se llevó a cabo el derribo de las fachadas, la parte, sin duda, más compleja. Asimismo, al tratarse de una zona donde durante más de medio siglo ha existido una gasolinera y en la que se van a levantar viviendas, fue obligatorio la descontaminación de los suelos. Con el solar ya vacío la promotora deberá definir el proyecto para la construcción de este nuevo complejo residencial en pleno corazón de la capital vizcaina.

El Ayuntamiento dio vía libre a la demolición el pasado mes de febrero y concedió a la entidad financiera un plazo de un año para despejar la parcela. En verano empezaron las obras con el derribo de la estructura interna del edificio antes de atacar las fachadas. En un entorno tan sensible, rodeado de viviendas, era necesario ejecutar estas tareas de forma gradual y con medios mecánicos. Ante el inicio de la fase decisiva, se ocuparon las aceras y aparcamientos alrededor del número 49 de Alameda Rekalde.

Curiosidad vecinal Los propietarios del solar aprovecharon el inicio del puente festivo para dar un fuerte impulso al derribo. El derribo del gran edificio despertó la curiosidad de vecinos que se agolparon para ver cómo el edificio se convertía en un montón de escombros. Era la imagen que esperaban ver desde hace diez años, cuando empezaron las protestas por la "constante amenaza" que suponía la actividad de esta gasolinera en el centro.

El negocio se cerró en el año 2005 tras un acuerdo entre los propietarios y el Ayuntamiento, que recalificó el terreno para uso residencial. El inmueble, ubicado al lado de la Alhóndiga, fue adquirido en 2010 por el BBVA para promover un complejo residencial. Las nuevas viviendas, en una de las zonas más céntricas y mejor comunicadas de la villa, podrían estar terminadas en un plazo de cuatro o cinco años. Ahora, con el solar vacío, los responsables de la promotora de la entidad bancaria y constructora, Anida, realizarán una visita a pie de obra para definir lo que será "un edificio bonito", acorde al espacio céntrico que ocupará y al resto de los edificios que se ubican en ese entorno.