Bilbao
harina, huevo, mantequilla y azúcar. Todo bien mezclado, junto a una pizca de talento y mucho cariño; es lo que necesita Alain Liesse para elaborar cada mañana unos deliciosos cupcakes, esas llamativas magdalenas decoradas con coloridos copetes. Y ahora todos los bilbainos pueden disfrutar de ellas en su local Mami Lou, una pequeña y acogedora cafetería situada en la calle Barrainkua, con suculentos dulces caseros y una apetitosa carta de cafés, infusiones, pastas, batidos o cervezas y vinos dulces.
Hace un par de meses, el belga Alain Liesse decidió abrir este pequeño negocio junto a su mujer, Natalia del Rey Guerri, en el centro de la villa. Tras dedicarse durante muchos años a la hostelería, decidieron especializarse en dulces y así comenzaron a cocer estas pequeñas magdalenas con coloridas decoraciones y mermeladas. "Siempre tenemos gofres típicos belgas, receta de mi abuela, cupcakes y cuatro tipos de tartas diferentes cada día", explica, con orgullo, Liesse.
El pequeño salón está decorado con un cuidado impecable, al igual que la banda sonora de cada día. Muebles de madera blanca, una pequeña barra, tazas de porcelana y platos de herencia familiar crean una cálida atmósfera. "Queremos que la gente se sienta como en casa. Y no es solo una palabra de marketing, es lo que queremos realmente. La idea es que cuando entren aquí tengan la impresión de entrar en la cocina de mi abuela", asegura Alain.
Cada bocado que uno se lleva a la boca -a un precio de 2,5 euros los cupcakes y 3,5 las tartas-, está elaborado de manera artesanal. El día anterior a la elaboración de los pasteles, Alain elige minuciosamente la carta que va a ofrecer a sus clientes. "Si vienes a las cinco de la mañana y te pones a pensar qué preparas, te puedes quedar en blanco. Aunque a veces -admite- cambio algo sobre la marcha".
Desfile de sabores Después, elabora las diferentes masas, especiales para cada tipo de magdalena, y personaliza uno a uno cada cupcake; es lo que los convierte en únicos. Para cuando abren el local, sobre las ocho y media de la mañana, ya han elaborado alrededor de cien pequeños bocados de placer. Y comienza el desfile de sabores: ciruela de temporada, vainilla con praliné, chocolate y mantequilla de cacahuete con fresa, grosella, caramelo, pera con almendra, brownies de chocolate o una espectacular tarta de queso con fresa que ya se ha hecho famosa entre los clientes.
La primera mención de estas tartas en miniatura data del año 1796, cuando Amelia Simms la citó como una "tartaleta que se cocina en pequeñas tazas", en su libro American Cookery. Sin embargo, llegaron a la lista de los más deseados cuando la neoyorquina tienda Magnolia Bakery apareció en la popular serie televisiva Sexo en Nueva York. Y en dos meses han conquistado el corazón de la capital vizcaina, porque conseguir una de las cuatro mesas con las que cuenta este pequeño rincón es muchas tardes casi una misión imposible.
Por suerte para muchos, cuentan con un servicio de encargo y también venden sus delicias para llevar. "Los encargos pedimos que sean al menos con un día de antelación, porque, por ejemplo, las galletas pueden tardar hasta seis horas en elaborarse", asegura Liesse. Además, tienen varios accesorios y masas preparadas para que cada cliente pueda elaborar sus postres en su casa y se convierta, por un día, en un gran repostero.