Bilbao. El barrio bilbaino de Rekalde despertó ayer entre sirenas y petardos. El desalojo que acechaba al gaztetxe Kukutza era ya una realidad y los usuarios del centro pedían la colaboración del barrio. Era el momento de actuar; por ello los vecinos se asomaron a las ventanas y continuaron el aviso con cazos y cazuelas. Eran las pautas a seguir emitidas días antes por el gaztetxe, y parte del barrio respondió. Los portales quedaron abiertos, y un centenar de personas ocupó la calle. Eran las 05.30 horas.

Mikel Aguirre, uno de los profesores que apoyó el centro social autogestionado, llegó allí sobre las 06.00 horas. "Cuando llegué estaba todo bastante tranquilo, pero en un momento en que me despisté ya estaban cargando", aseguró. Para ese momento los gritos "más cultura, menos policía" y "el desalojo no es el camino" resonaban sobre el asfalto.

El cordón policial impedía el acceso a la zona, y Marisol Galán fue una de las primeras perjudicadas. "Entro a trabajar a las cinco en la Fundación Peñascal y no me han dejado pasar. Tengo que limpiar antes de que entren los chicos a las ocho, pero no creo que vayan", explicó. Mientras tanto, continuaban los txupines desde el gaztetxe, señal de que aún estaban en lucha en el interior.

Los refuerzos de los antidisturbios llegaron sobre las 06.30 horas. Las zonas perimetradas se ampliaron. El barrio de Rekalde quedó tomado por ambos bandos. Al menos un agente aguardaba en cada esquina, y pedía la identificación de los ciudadanos que querían acceder a su casa o salir de ella. Aun así, las calles de Bizkargi, Esperanto y Estrada Kaleros quedaron totalmente cortadas, impidiendo el acceso de vehículos o el uso de estos.

Tras los primeros momentos de tensión, llegó la calma. Esta se interrumpió cuando los agentes de la unidad de Brigada Móvil de la Er-tzaintza cargaron contra los vecinos que estaban concentrados en la plaza de Rekalde, centro neurálgico del barrio bilbaino.

Las luces de las farolas se apagaron, y los niños y niñas acudieron a las clases de la escuela pública Grabiel Aresti bajo la mirada de los agentes policiales. "Los niños estaban asustados, no entendían qué pasaba", explicaba una vecina. Otros, sin embargo, tuvieron que acercarse hasta la rotonda de Ame-tzola para tomar el autobús. "No han podido bajar porque estaba todo cortado, mis hijos estaban asustados y me preguntaban qué pasaba. Tienen 7 y 3 años y desde hace dos años acuden a Kukutza al taller de malabares. Es una pena", explicaba la madre, Marijo Fernández.

Aun así, los vecinos del barrio quisieron desarrollar sus quehaceres diarios de la manera más normal posible. Los nervios y la angustia se palpaban en el ambiente, y en el barrio solo había un tema de conversación: el desalojo.

Los principales supermercados del barrio permanecieron cerrados, y los vecinos "solo se acercan a comprar el pan, nada de recados", explicaron desde la panadería Alberdi, situada en una de las calles paralelas al gaztetxe, apenas a 20 metros de distancia.

Las persianas de aquellos comercios que permanecieron abiertos bajaban y subían tras cada momento de tensión. Uno de los instantes más conflictivos surgió sobre las diez de la mañana, cuando unos cien jóvenes se sentaron en la calle Gordóniz. Tras una nueva carga para dispersar la zona, los contenedores quedaron cruzados en mitad de la calle. "Hemos visto muchos cristales, pero tras ese momento de tensión la mañana ha transcurrido con normalidad", explicaban Leire y Sandra al preguntarle por lo sucedido. Ambas trabajan en una peluquería en la calle Biarritz, por donde transcurrió una de las batallas. "Después, sobre mediodía, han acudido los servicios de limpieza. Por la mañana han acudido todas las clientas programadas, aun así se nota la inquietud y el nerviosismo. Y por la tarde no ha venido nadie", aseguraron.

Redes sociales A la hora de comer la red ardía, y es que los medios elegidos para comunicarse fueron las redes sociales. Twitter explotaba bajo los hashtag #Rekalde y #Kukutza, que llegaron a ser dos de los temas más nombrados del Estado. Los apoyos llegaban de todas partes, y fueron muchos los que mostraron su orgullo de ser de Rekalde. Xanti Sarabia escribía en su cuenta de Twitter: "Muy feliz de que mi barrio de toda la vida sea TT y encima por el motivo que es: Gora #Rekalde! Aurrera #Kukutza!!"

Sobre las 15.30 horas, los agentes de la Brigada Móvil de la Ertzain-tza comenzaron a replegarse y se abrió el perímetro de seguridad establecido durante las primeras horas. Los vecinos podían caminar sin restricciones, aunque la presencia policial era latente en cada calle.

Miren, residente en la calle León de Uruñuela, lamentaba no haber podido acceder al coche así como la "inmovilización" del barrio. "Cuando he ido a trabajar he tenido que desviarme de mi camino habitual, y he vuelto a las cuatro de la tarde. Ahora acabo de venir de la compra y estaban cerrando ya el supermercado", afirmaba Marijo Rivera, también residente en la misma calle.

La mayoría de los comercios cerraron antes sus puertas, puesto que a las 17.00 horas estaba convocada una manifestación desde la rotonda de Ametzola hasta la puerta del gaztetxe Kukutza. Desde la asociación de vecinos Rekaldeberriz, afirmaron que el barrio "continuaba latiendo por Kukutza", a pesar de los acontecimientos.