BILBAO.Larrea, nacido en el barrio de Deusto en 1907 y fallecido en Madrid en 1980, es compositor de boleros universales y de gran éxito entre el público como "Camino Verde", "No te puedo querer" o "Dos cruces".
A diferencia de otros compositores como Juan Crisóstomo Arriaga, cuyo apellido da nombre a una plaza y al teatro municipal de la villa; poetas como Gabriel Aresti e intelectuales como Miguel de Unamuno, que tienen calles o premios con su nombre o estatuas públicas, Larrea carecía hasta ahora de tales honores en su ciudad natal.
La corporación bilbaina ha paliado este olvido a lo largo de esta semana con la inauguración de una zona ajardinada del barrio de San Inazio a la que han dado su nombre, la celebración de un concierto en su honor en el Teatro Arriaga y la publicación de un libro dedicado a su vida y obra.
Carmelo Larrea estudió Comercio en los Padres Escolapios de Deusto y Música en la Sociedad Filarmónica de Bilbao con otro ilustre creador de su época, el vitoriano Jesús Guridi, de quien aprendió canto y órgano.
Compositor de canciones que inmortalizaran cantantes de boleros de la talla de Antonio Machín, Jorge Sepúlveda o Maria Dolores Pradera, Larrea demostró desde muy joven ser un hombre polifacético.
Así, y después de trabajar como dependiente en una casa de bicicletas y de realizar apuntes taurinos en sus ratos libres, Larrea se relacionó durante cinco años con el mundo del circo, donde ofreció pequeñas actuaciones de piano, violín y concertina.
Tras debutar en Donostia en el circo de los hermanos Carrey, pasó a trabajar a otras grandes pistas ambulantes, como la de Corzana y Feijoo.
Virtuoso del piano, el músico bilbaíno era un entusiasta del jazz, lo que le llevaría también a ofrecer en diversos establecimientos del barrio de Santa Cruz, de Sevilla, pequeñas actuaciones tocando el saxofón, otro instrumento que dominaba.
Un compañero de orquesta le animó a que se introdujera en el mundo de la creación musical y entonces comenzó una profusa producción de canciones que, en la época, se escucharon en los receptores de radio, en los patios de vecindad, en las plazas de los pueblos en fiesta y en las orquestinas de los bailes de domingo.
Las composiciones de Larrea, llenas de desgarro sentimental, ayudarían en una época dura, como fue la de la postguerra española, a que la vida fuera algo menos agria y más llevadera.
Algunas de sus canciones de esa época, como en el caso de "Dos Cruces", de la que se han realizado más de 80 versiones y ha sido traducida al inglés, francés o el japonés, serían interpretadas hasta la saciedad.
En 1965 volvería a Madrid, donde falleció el 2 de febrero de 1980 a los 72 años.