Bilbao
EL sol se cuela por las rendijas de su persiana. Hay que levantarse. Desde la ventana de la habitación observan el Bilbao Arena y la Torre Iberdrola, aunque esa información la conocerán más tarde. Desayunan fuerte. Les espera un largo día descubriendo los rincones de Bilbao. Han viajado cinco horas en coche desde Barcelona para saborear los pintxos, conocer a Puppy en persona, beber txakoli y perderse por las calles del Casco Viejo. La familia López Martí, compuesta por Javier y Angels, los padres, y Paula y Daniel, los niños de 12 y 14 años, se enfunda la mochila y, con el mapa en la mano y el GPS en el bolsillo, parten en busca de su particular visión de la villa.
Bilbao luce espléndida el miércoles, para ellos bañada por el sol. Y, como si fuera conocedora de que va a ser el centro de atención de muchos turistas, la ciudad muestra su mejor cara. Amable, acogedora, tranquila, divertida, elegante. Así es la villa para esta familia que llegó el lunes a los apartamentos Atxuri y volvió, "con mucha pena", ayer a Hospitalet de Llobregat. Han decidido centrar su jornada en las visitas a los dos museos más importantes de la capital vizcaina, el Guggenheim y el Museo de Bellas Artes. Gracias a la información que recibieron en la oficina de turismo del Teatro Arriaga, Angels sabe que la mejor opción para dirigirse hasta el museo de Frank Gerhy es el tranvía. "Compraremos un creditrans de 10 euros", informan a sus hijos mientras llegan a la estación de Atxuri. El tren les recuerda al de Barcelona. Se sienten como en casa. Están a gusto. Javier y Angels tenían muy claro que este año era el turno de visitar Euskadi. Se lo pedía el corazón y también el cuerpo. Llevan tres veranos recorriendo el norte, "primero fue Asturias, luego Cantabria...", explica él. "Así que buscamos alojamiento en Euskadi", termina ella.
Su primera mirada, mientras navegaban por la red desde Barcelona, se centró en Donostia. Pero en la capital guipuzcoana no encontraron el alojamiento que ellos necesitan: "Allí todo son hoteles. Nosotros buscábamos algo más familiar, unos apartamentos en los que poder estar los cuatro tranquilos", aseguran. Así acabaron en Bilbao, una decisión de la que no se arrepienten lo más mínimo.
Durante el trayecto descubren el Arriaga, el Ayuntamiento - "¡qué bonito es!"- y a Don Diego López de Haro, a quien le sacan un curioso parecido con Cristóbal Colón, quien vigila desde lo alto el puerto de la ciudad condal. "Son parecidos", asegura Javier entre risas.
"Guggenheim", anuncia la megafonía del tranvía. "Mira, esta parada es muy explícita, no tiene pérdida", bromean. Están contentos, tranquilos. Están de vacaciones. Abandonan el tren y les sorprende la pasarela Padre Arrupe. Desde allí contemplan en toda su majestuosidad el museo. Con el titanio reluciente y el puente de La Salve al fondo, disparan la primera fotografía. "Vaya vistas", dicen. "¿Y esa grúa roja de allí?", se preguntan. La Carola, junto al Museo Marítimo, también capta su atención. Otra foto.
Mientras se acercan al Guggenheim se proclaman turistas, pero no guiris. "Los guiris son otros, nosotros somos mucho más tranquilos", aclaran. Sin embargo, Angels no contiene la emoción cuando aprecia la silueta de la araña a lo lejos. "Mira Paula, ahí está la araña que te gusta", le indica. Foto.
Por fuera, el museo les impresiona. Pero quieren conocer el interior. Aprecian el arte y no quieren dejar escapar esta oportunidad. La exposición de Anish Kapoor les enamora. "Es alucinante", aseguran al tiempo que levantan la vista para ver la cara de Puppy, a quien, en un principio, confunden con un gato.
Descubrir una ciudad
Museos, tiendas y comida
Su siguiente parada programada es el Museo de Bellas Artes. Paula, de 12 años, es una artista -le encanta dibujar- y no perdonaría no visitar las pinturas del museo. Pero los estómagos comienzan a rugir. Javier saca el plano. "Qué pintxos queréis comer hoy, clásicos, de vanguardia, modernos...", pregunta mientras revisa las indicaciones del mapa. Un plato combinado en un restaurante de la calle Iparraguirre es el convite ganador.
Llevan tres días en Bilbao, pero sí se les pregunta por las palabras que conocen en euskera sólo contestan una: agur. "Nos ha sorprendido mucho que no se hable mucho euskera por la calle. Pensábamos que escucharíamos a mucha gente hablando en vasco, como en Barcelona...", dicen mientras degustan unos ricos piperrak, de Gernika, claro.
Ya con las pilas recargadas, y un poco de cafeína, visitan la pinacoteca del parque de Doña Casilda. "Muy interesante", dicen. Pero se quedarían, sin duda, con el Guggenheim. "Es que no nos ha gustado mucho la exposición que tenían", justifican. Un helado, otro café y la familia entera ya está preparada de nuevo para hacer alguna compra. "Unas postales no pueden faltar y de regalo típico de aquí... ¿una txapela?", se preguntan totalmente ajenos a la baldosa de Bilbao. "¿Ese es uno de los regalos típicos? Qué curioso, es parecida a la de Barcelona", destacan.
A parte de visitar un H&M, tienda que le encanta a Paula, la familia busca comercios más locales. Por eso deciden que darán una vuelta por el Casco Viejo en busca de ropa made in Euskadi. En cuanto a los souvenirs, optarán seguro por algo culinario, un pastel de arroz, bollos de mantequilla y carolinas.
Y es que la familia López Martín, ha venido a Bilbao con muchas recomendaciones. "Mis cuñados han estado alguna vez y nos han indicado muchas de las cosas que tenemos que ver, comer, beber...", explica. Por eso, en su primera jornada en la villa se acercaron hasta el Casco Viejo. "Estuvimos en la Plaza Nueva y nos encantó. Había gente de todo tipo mezclada, niños, jóvenes, padres, abuelos...", destaca Paula, que ha quedado maravillada con la forma de la plaza. "A mí me ha gustado mucho la gente de Bilbao, son muy amables", confiesa Daniel.
Su plano está lleno de cruces. Quieren viajar a San Juan de Gaztelugatxe, Bermeo, Gernika, Portugalete -"queremos subir al Puente Colgante", comentan-, montar en el funicular... Sólo lamentan no poder estar en Aste Nagusia, "queríamos probar eso de unas fiestas con conciertos gratis", apuntan. Muchos planes. Pocos días. "No nos dará tiempo a ver todo", adelantan, "pero así tenemos una excusa para volver".
10.10 horas. La familia López Martí entrega las llaves de su apartamento en la recepción de los Apartamentos Atxuri, donde han estado alojados hasta ayer. "Estamos encantados, tenemos buenas vistas, está cerca de todo y, además, el precio está muy bien", aseguran los cuatro. "Además arriba tiene un solarium", indican encantados. Antes de partir a callejear Bilbao piden consejo e información al recepcionista. foto: Jose MAri MArtínez
10.30 horas. La familia decide coger el tranvía en Atxuri para ir a visitar el Museo Guggenheim, un edificio que tienen muchas ganas de conocer. La estética del tren urbano les recuerda mucho al que utilizan a diario en Barcelona y gracias a la información que han recibido en la oficina de turismo del Teatro Arriaga saben perfectamente que el creditrans es el billete que mejor se adapta a sus necesidades. foto: Jose MAri MArtínez
12.15 horas. Las primeras fotografías no tardan en llegar. Paula, de doce años, es la encargada de plasmar para la eternidad los momentos más especiales del día. La primera foto que dispara la realizan en la pasarela Padre Arrupe desde donde se consiguen unas vistas inmejorables del museo. Después, le seguirán otras instantáneas con la araña, que le encanta a la pequeña de la familia, y con Puppy, a quien en un principio confunden con un gato. foto: J.M. MArtínez
13.00 horas. Mientras sus padres y su hermana deciden, inspeccionando el plano dónde van a calmar el apetito, Daniel, de 14 años, "casi quince", ojea unas postales de Bilbao. "Tenemos que comprar algunas y de regalo típico... ¿una txapela?", se preguntan. Sin embargo, a Javier y Angels les gusta mucho más llevar como detalle algo típico, pero culinario. "Unos pasteles de arroz, unas carolinas, unos bollos de mantequilla...", enumeran. foto: Jose MAri MArtínez
16.00 Horas. El deseo de Paula se cumple. La pequeña de la familia es una apasionada del arte y no podía permitir que sus padres no la acompañasen al Museo de Bellas Artes. Sin embargo, la colección que la pinacoteca expone en estos momentos no le gusta mucho a Paula y ante la pregunta asegura que le ha gustado mucho más el Guggenheim. "Es mucho más impresionante, tanto por fuera como por dentro", dice. foto: Jose MAri MArtínez
19.15 horas. Agotados de su día dedicado a los museos, la familia al completo decide tomarse un café en el parque de Doña Casilda. Después, vuelven al apartamento donde descansan durante unas horas y cargan pilas para, al anochecer, volver a la calle. En esta ocasión se acercan hasta el Casco Viejo, "que nos pilla muy a mano", para cenar en alguno de sus restaurantes y disfrutar de la noche bilbaina. foto: Jose MAri MArtínez