AL ver cómo un malabarista está enplena calle haciendo reír al público,pocos se paran a pensar que detrásde esa función hay cientos de horasde ensayos y preparación. Es una forma deganarse la vida. Una elección propia. Sonpayasos que actúan bajo la una carpa diferente,la calle. Es un trabajo. Una profesión.La de alegrarle el día a las personas.Muchosde ellos tienen ese don. Otros han acudido aescuelas de circo para aprenderlo. La pena esque, en Bilbao, las personas que se dedicanal mundo circense todavía no son aceptadaspor la multitud como exclusivos profesionales.Este es el caso del baracaldés Mikel Pikaza,un joven de 29 años que se dedica plenamenteal mundo del circo. Comenzó a realizarmalabares, zancos y animaciones callejerashace nueve años. Sin embargo, él nuncase había planteado dedicarse a esta profesión.“Algo que te divierte y te gusta, de repentedescubres que puede ser una salida profesionaly vital”, señala. En su ciudad natal sontradicionales los zancos y los malabares y esoes lo que le llevó a declinarse a ello. Por eso,con 23 años, acudió a la escuela del circo deIruñea y, tres años más tarde, decidió marcharsea Buenos Aires, donde comenzó a dedicarseprofesionalmente a este mundo. Aseguraque en Argentina hay un gran movimientocultural donde el circo tiene muchoreconocimiento y, sobretodo, muchas opcionesdonde poder acudir a formarse. “Allí,estás dentro de una dinámica de gente que sededica a ello y poco a poco comienzas a meterel morro y hacer tu primer espectáculo en elcalle o en las varietés... Hay una aceptaciónmayor a la que te puedes encontrar aquí”,señala rotundo.
Hace aproximadamente un año, Mikelregresó a Bilbao con una mentalidad más clara.“Sabía que me quería dedicar a esto sinsaber lo que me esperaba”. Ya tenía muchosconocimientos y una formación mejorada.Incluso vino con dos espectáculos trabajadosen Suramérica. Y la suerte estuvo en susmanos porque, nada más aterrizar en la villa,comenzó sus primeras funciones.
UN CAMINO LEJOS DE LA CARPA DEL CIRCO
Su trabajo, Malas compañías
Actualmente, este joven forma parte de unacompañía de circo formada por un argentinoy dos bilbainos llamada Malas compañías,donde hacen todo por cuenta propia ya que“no tenemos ayudas de ninguna institución”.Asegura que “es una pena que en EuskalHerria el teatro haya llegado tan tarde, o que,incluso, la danza ande a trompicones y el circose haya ignorado”. Explica que Francia esel lugar más avanzado y donde más se apoyaal circo desde las instituciones. “Nos llevanaños de ventaja. Hay más de 300 escuelas decirco. Allí es una salida profesional que nogenera ninguna duda”. Sin embargo, conmucha perseverancia, ellos mismos se hanhecho un “huequecito en elmundillo circense”actuando en fiestas y festivales de todoEuskadi y del Estado. Una de sus funciones,denominada Barriendo voy, mezcla el malabarismo,las técnicas de clown y el teatro dehumor. Sin embargo, en este momento estárealizando otra función llamada El señor Ukelele,de formato más callejero.
Este artista resalta que la mentalidad delpayaso actual está cambiando. “Ya no aspiramosa trabajar en un circo tradicional, consu carpa y sus animales, sino que ahora tiramosmás por formar nuestras pequeñas compañías.A todos los que nos dedicamos a estonos gustaría trabajar dentro de una carpa,pero es muy difícil. Así que se puede decirque nosotros somos la expresión de este cambio”.Igualmente, Pikaza pertenece a la asociaciónde malabaristas de Bizkaia, Koblakari,desde que vino de Buenos Aires. Estegrupo fue creado en 2001, época donde comenzarona surgir los encuentros de malabaristaspor todo el Estado. Está formada por unas30 personas, de donde han salido unas cuatroo cinco compañías profesionales de circo e,incluso, proyectos sociales. Hace un mes, celebraronel octavo encuentro de malabaristasde todo el mundo en Bilbao. “Nos reunimospersonas que ya somos profesionales, otrasque lo hacen por afición y otras que están encamino de dedicarse a esto profesionalmente”.Además, hacen cursillos para todos aquellosa los que les gusta o quieren dedicarse almundo circense. “Tenemos cursillos de malabares,acrobacia, pinos, contorsión y técnicasde aéreos”. Esta asociación también organizacuatro galas al año y talleres infantilesque Pikaza compagina con su compañía conlos trabajos que haya en Koblakari.
Este joven malabarista quiere romper contrael estereotipo del payaso. “Mucha gentepiensa que no nos gusta trabajar y que hacemosesto porque es cómodo y fácil, pero cuandonuestros padres y amigos de fuera de estemundo se dan cuenta de hasta qué punto nos implicamos y somos disciplinados, alucinan”.“En este sentido, en Bilbao hay grandesartistas”, subraya Pikaza.Su amor por los equilibrios y el humor nole viene de sus ancestros. Es más, provienede una familia de abogados y prefirió ser“payaso antes de seguir la saga familiar” yexplica que para sus padres, en un principio,fue un trauma. “Les costaba asimilarlo”. Sinembargo, ahora su familia es su gran apoyopara él y no se pierde ni una de sus funciones.“Se emocionan al verme”, especifica conorgullo. Igualmente, señala que el público bilbainoasocia este trabajo con el entretenimientoinfantil y “sin embargo, es tambiénpara la gente adulta”, apunta. La mayoría delas veces, su lugar de trabajo es la calle, aunquePikaza y sus colegas malabaristas tambiénrealizan funciones en colegios.
Siente que con este trabajo puede hacer feliza la gente. “Un día, después de uno de misespectáculos, una mujer se acercó amí ymedijo que le había alegrado el día. Esmuysatisfactoriopara mí”. Actualmente, Malas compañíasestá ensayando dos nuevos espectáculospara representar durante el próximoaño. Sin embargo, Pikaza, con una gran seguridaden sí mismo, no se rinde y con los añosllegará a lo más alto. Casi o igual que el famosopayaso Charlie Rivel.