El Surne Bilbao Basket vivió ayer una tarde histórica no por el resultado en Manresa, que fue otra derrota, sino porque la expulsión de Jaume Ponsarnau en el segundo cuarto dio pie a que Javi Salgado se estrenara, a su pesar, en las tareas de primer entrenador de los hombres de negro. Cinco temporadas de su retirada como jugador tras lograr el segundo ascenso de su carrera, el exbase de Santutxu dirigió al equipo durante casi 23 minutos en el Nou Congost y no pudo llevarlo hasta una victoria que habría sido muy valioso.
Salgado siguió de pie la mayor parte del tramo de partido que le tocó dirigir y se apoyó en Sergio García, que sí tiene experiencia como primer entrenador, para repartir indicaciones, en ocasiones de forma enérgica, y buscar las mejores soluciones a un choque que los hombres de negro no lograron llevar a donde más les convenía. No consiguió al final imitar al ahora director deportivo Rafa Pueyo, que también debutó como primer entrenador en la ACB en circunstancias similares cuando tras una expulsión de Txus Vidorreta logró la única victoria hasta ahora del Bilbao Basket en el Buesa Arena en la temporada 2007-08.
Al final, este episodio quedará como una anécdota que se saldará, quizás, con la multa que tendrá que pagar Ponsarnau a la ACB y la que, seguro, le tocará cumplir de forma interna. Lo realmente importante es que el Bilbao Basket sumó otra derrota que le lleva al largo parón de febrero en situación inquietante porque no logra enlazar victorias para alejar los puestos de descenso. Como tantos otros que han pasado por allí en las dos últimas temporadas, los hombres de negro fueron superados en la guarida del Nou Congost por un equipo que ejecuta un baloncesto lleno de dinamismo, que provoca que ocurran muchas cosas a mucha velocidad, no siempre bien ejecutadas por los rivales o bien juzgadas por los árbitros, como ocurrió ayer. Ese ritmo crea partidos de constantes idas y venidas y, aunque parezca una contradicción, de muchas interrupciones porque hay que sancionar y tirar tiros libres.
El Manresa estuvo siempre por delante con un juego sencillo en el que prima la creación de espacios y la movilidad constante para explotar la calidad física y atlética de muchos de sus jugadores. De esta manera, Alston, un cuatro que juega como un exterior, se encontró que nadie en el Bilbao Basket podía defenderle en el uno contra uno y cualquier cambio de emparejamientos provocaba desajustes en la defensa vizcaína y en el rebote. Había que estar muy inspirado en ataque para evitar que el Manresa se lanzara a la carrera, pero conceder 19 pérdidas de balón y anotar solo 6 de 23 en triples hace muy complicado aspirar a la victoria. El Bilbao Basket no renunció, estuvo varias veces cerca de estrechar al máximo el marcador, pero se equivocó por fallar tiros decisivos o acumular pérdidas y el Manresa se lo hizo pagar. La última fue cuando Frey falló un triple liberado para poner el 78-73 a menos de cuatro minutos para el final y Hunt contestó inmediatamente con un acierto que abrió un hueco ya definitivo.
Fue un desenlace similar al de tantos partidos fuera de casa y que el Bilbao Basket tendrá que remediar en esta pausa que queda hasta que vuelva a la competición en un partido de máxima trascendencia ante el Girona. Lo normal es que sea sin Omar Silverio, que ayer no participó ni un minuto para confirmar que ha sido un fichaje fallido. Todo pasa por volver a encontrar unos roles definidos en las posiciones exteriores, determinar quién tiene que generar juego y quién tiene que ejecutar. A lo mejor, así puede aparecer un nivel de acierto que permita ser competitivo en esos finales apretados, esa inspiración a cuya ausencia tanta veces alude Ponsarnau para explicar las derrotas fuera de casa.