JUGAR competición europea tiene sus riesgos, pero tiene una cosa buena: enseguida te pone el chip en el siguiente partido. Nos gusta porque las derrotas las olvidas rápido y no te recreas en las victorias. Todo eso ayuda a seguir creciendo. Hay una cosa de la que estoy muy preocupado de convencer al equipo, y casi ya lo tenemos, que es la importancia de poner esta energía en cada partido. El mejor crecimiento para el equipo nos lo tienen que dar los partidos ya que no podemos hacer tantos entrenamientos como quisiéramos”. Esta es la reflexión que realizó el pasado miércoles Jaume Ponsarnau sobre la importancia que tiene un éxito tan contundente como el cosechado ante el CSU Sibiu y lo que puede aportar al colectivo dentro de un exigente calendario de la Liga Endesa que hacía que se llegara a esa cita tras perder en la cancha del Barça y coloca ahora en el horizonte un importante compromiso ante el Lenovo Tenerife. El entrenador catalán expresó su satisfacción por el “nivel de compromiso” mostrado por su equipo pese a la clara inferioridad del contrincante y lanzó una declaración de intenciones: “Es un buen partido para entender que nuestra filosofía debe ser dar nuestro 100% durante cuarenta minutos. Esto nos puede servir de lección”.

Los hombres de negro tuvieron una plácida noche continental porque desde el salto inicial hicieron saber al CSU Sibiu que no iba a tener opción de pelear por la victoria. Ni sestearon ni racanearon con el esfuerzo, lo que les evitó tener que realizar sobreesfuerzos por dar demasiada vida al rival, algo que ocurrió en el estreno europeo contra el Anwil Wloclawek con aquel 17-2 adverso de salida y con desventajas de dobles dígitos tanto en el segundo como en el tercer acto, y les permitió poder utilizar el choque de manera ideal: reparto de minutos, descanso para las piernas más castigadas, incremento de la presencia en cancha de los menos habituales en la ACB y, por lo tanto, mejora del ritmo competitivo grupal.

Cierto es que entre el conjunto polaco y el rumano hay una plausible diferencia de calidad, más aún con los vigentes campeones ejerciendo de anfitriones, pero en aquella contienda el conjunto vizcaino puso mucho de su parte en forma de déficit de energía para tener que exprimirse posteriormente hasta la última jugada del partido. Aquel día cinco hombres de negro –Sacha Killeya-Jones, Xavi Rabaseda, Kristian Kullamae, Alex Renfroe y Denzel Andersson– tuvieron que jugar más de 23 minutos. Por contra, el pasado miércoles el conjunto vizcaino se ganó con su dominio de principio a fin la posibilidad de poner en barbecho a sus jugadores más veteranos –Renfroe y Rabaseda y a algunos de los que más minutos disputan en la Liga Endesa –Adam Smith y Killeya-Jones–, pues ninguno de ellos superó los 15 minutos de presencia en cancha. Solo dos pasaron de la veintena –Georgios Tsalmpouris (24) y Melwin Pantzar (22)–, Thijs De Ridder y Tomeu Rigo tuvieron mucho mayor protagonismo y respondieron siendo dos de los jugadores más destacados y Ponsarnau pudo dejar fuera de la convocatoria a Andersson, a quien considera por las características del rival pieza importante para competir contra el Tenerife, e incluso Unai Barandalla tuvo sus seis minutos de actividad.

Durante un curso no son muchos los partidos en los que un equipo como el Surne Bilbao Basket puede permitirse el lujo de actuar en modo ahorro de energía y hay que saber aprovecharlos para repartir minutos y protagonismos, lograr que nadie se quede atrás. Es la mejor manera para crecer como colectivo.