Cualquiera habría firmado un balance de 3-3 en las primeras seis jornadas de competición para el Surne Bilbao Basket, con otra distribución de las victorias y derrotas, probablemente. Pero el hecho de que se hayan producido los resultados en tacadas de tres y la más reciente sea la negativa ha abierto el debate sobre las posibilidades y las capacidades reales del equipo de Jaume Ponsarnau. En el derbi ante el Baskonia los hombres de negro se batieron el cobre, dieron la cara y no les llegó para superar a un rival que mostró en la cancha más oficio y temple que buen juego.

El Bilbao Basket quería un partido de marcador bajo que el Baskonia acabó por aceptar a partir del primer cuarto, consciente de que su mayor calidad podía imponerse también en ese escenario. El baloncesto es un juego de dos mitades, no vale solo con atacar o solo con defender, y para vencer a este tipo de oponentes hay que rendir al máximo en los dos lados de la cancha. Los bilbainos estuvieron a buen nivel en defensa, dentro de sus limitaciones, pero se quedaron cortos de nuevo a la hora de sumar puntos en su casillero. Los malos porcentajes de tiro volvieron a aflorar, como en las dos derrotas anteriores, y el Baskonia no lo perdonó.

La historia dice que el Bilbao Basket ha ganado 25 veces desde que está en la Liga ACB al Real Madrid, el Barcelona y el Baskonia, los tres clubes con presencia constante en la Euroliga en estos casi 20 años. Pues bien, solo en uno de esos partidos la victoria llegó con menos de 75 puntos anotados. De ahí para arriba, incluso cerca de los 90, es el listón a superar para pelear con los grandes. La barrera de los 80 puntos es la que vienen alcanzando en seis jornadas la mitad de los equipos de la Liga y la que separa el éxito del fracaso. El Bilbao Basket viaja a 76,8 puntos, lastrado en sus últimos partidos por los problemas para ver aro de sus jugadores exteriores.

Después de seis jornadas, el factor sorpresa ya se ha agotado y los conjuntos muestran una evolución en su juego, una idea de sus debilidades y sus fortalezas. Pero Ponsarnau ya ha dejado caer que esa progresión está siendo más lenta de lo necesario porque el Bilbao Basket es ahora mismo un equipo incompleto. En la suma de piezas falta una, más importante de lo que parecía. La lesión de Radicevic ha trastocado el proceso de construcción y ha descolocado el resto de los componentes de la maquinaria. Con el base serbio en cancha llegaron las tres victorias y cuando se lesionó en Granada el partido estaba igualado. A partir de ahí, han llegado unos daños colaterales que afectan a toda la línea exterior en ataque y que facilitan la tarea a las defensas rivales.

NEGADOS DESDE EL TRIPLE

Por ir a lo sencillo, Reyes promedia un 13% en triples; Hakanson, un 22%; Alonso, un 28%; y Smith, un 37%. Ellos son los mejores especialistas en ese aspecto clave en el baloncesto de estos tiempos y sus números tienen que mejorar porque si no lo hacen, el problema será aún más grave que tres derrotas seguidas. Todos están teniendo que hacer tiros a los que no están acostumbrados y en el caso del estadounidense, se añade el pobre 23% en tiros de dos. A Smith le han cogido la matrícula tras su explosión inicial y las defensas ya no le conceden tiros cómodos. El nivel físico de la ACB no es aquel al que ha estado acostumbrado, siempre tiene cerca gente más alta y más fuerte y tener que hacer de director de juego a ratos no le ayuda, como tampoco las comparaciones con Goudelock.

Por eso, es imprescindible la vuelta de Radicevic, que llevará a Smith a hacer aquello para lo que se le fichó: tirar sin preocuparse de nada más. Lo mismo vale para Alonso o Reyes, a los que están negando tiros liberados y les llevan a terrenos que no dominan, o con Hakanson, que está cargando con demasiado peso a estas alturas tan tempranas del curso. Ya se sabe que el acierto va y viene, pero el Bilbao Basket lo necesita para volver a ganar. Es cuestión de confianza, pero también de que todas las piezas encajen de una vez por todas. l