El Surne Bilbao Basket ha firmado una actuación soberbia este domingo en Miribilla, uno de esos encuentros rotundos que sirven para marcar territorio, coger confianza e instalar en el seno del vestuario y la grada un estado de ánimo de positividad a pesar de que la situación clasificatoria sigue siendo difícil. El conjunto vizcaino ha sumado su quinta victoria seguida en casa al triturar por 95-80 al Gran Canaria en un encuentro que ha dominado de principio a fin gracias a un soberbio trabajo defensivo y a una producción ofensiva sostenida y variada y que no ha acabado con un resultado aún más abultado por la relajación del equipo en el acto final tras llegar a ganar por treinta puntos.

La nueva identidad de los de Álex Mumbrú, mucho mejor armados en el aspecto físico con las nuevas incorporaciones, ha vuelto a dejarse notar para superar a un rival peliagudo. Los anfitriones han construido su victoria desde la retaguardia, con Rafa Luz, Jeff Withey, Stefan Peno y, sobre todo, Damien Inglis, expulsado en el minuto 23 por doble técnica, contagiando a sus compañeros. Y en ataque todo ha ido rodado, con aportaciones de todos los colores y distancias de Valentin Bigote, Ángel Delgado, Álex Reyes y un Andrew Goudelock que volvió al equipo tras la lesión de Khyri Thomas y se comportó como lo que es: un profesional.

En ese ecosistema, el cuadro bilbaino gustó y se gustó. En el primer cuarto firmó ya ventajas de dos dígitos, al descanso dominaba por 55-33, fabricó la treintena de margen en el tercer acto y se permitió caer en la relajación en los diez minutos finales, con tremendo cabreo de Mumbrú cuando el luminoso llegó al 86-68 a cinco minutos del final, aunque el triunfo nunca estuvo en duda.

ARRANQUE CONTUNDENTE

El conjunto vizcaino arrancó el partido donde lo dejó el jueves, con gran actividad defensiva y ganas de correr a la mínima oportunidad. En ataque conseguía generar buenas posiciones de tiro que en ocasiones no cristalizaban en puntos, pero incluso así suyas fueron las primeras ventajas (14-7 con cuatro minutos y medio disputados). Fisac apostó por blindar su zona haciendo coincidir en cancha a los dos Diop, Ilimane y Khalifa, y en primera instancia logró atascar a los de Mumbrú, pero estos recuperaron rápidamente el control de la situación y se dispararon hasta el 24-11 con un magnífico juego coral antes de que los diez minutos inaugurales se cerraran con un interesante 24-13.

Y no levantó el pie del acelerador el Surne Bilbao Basket. Intachable en defensa y muy dañino en ataque, se impulsó hasta el 31-15. Ennis trató de sujetar a los suyos con acciones individuales, pero Reyes le aguantó el desafío tirando de muñeca (36-19 a 6:07 del descanso). Un par de pérdidas amagaron con sacar a los anfitriones de su estado de gracia, pero nada más lejos de la realidad. El 44-26 que llegó a figurar en el marcador de Miribilla sonaba a música celestial. Una pérdida al contraataque y dos triples seguidos de Slaughter amenazaron con reconectar al Gran Canaria (44-32), pero a los de Mumbrú no les tembló el pulso ni lo más mínimo. Goudelock y Bigote respondieron con la misma moneda, Hakanson añadió otro triple y el trabajo a destajo en defensa de Inglis, ídolo absoluto ya en el Bilbao Arena, envió el choque al descanso con un 55-33 digno de matrícula de honor.

UN EQUIPO DESATADO

En la reanudación, la labor del Surne Bilbao Basket no era otra que evitar cualquier intento de insurrección del Gran Canaria. Ni siquiera perder a Inglis por doble técnica al protestar tras otra excelente acción defensiva con menos de tres minutos del tercer acto jugados hizo mella en los hombres de negro. Masiulis se puso las pilas en defensa, suministró puntos junto a Bigote y el 66-40 a quince minutos del final dibujaba un panorama tranquilizador. Reyes, Goudelock, Hakanson… Todos se sumaban a la causa para fabricar una renta que llegó a ser de treinta puntos (76-46) antes de llegar a los diez minutos finales con un 78-49.

El acto final fue de trámite. El conjunto anfitrión cayó en un estado de relajación que no gustó a su técnico pero el trabajo, con mucho desgaste a cuestas, estaba ya hecho. El Gran Canaria remó hasta el final para tratar de acabar con las mejores sensaciones posibles y finalmente dejó el marcador en un 95-80 que no refleja el desarrollo global del duelo.