L glamur hiperbólico, expansivo y luminoso de Nueva York arrojó sombras sobre la carrera de Dzanan Musa. El recogimiento, la humildad y el fervor hacia su equipo que abraza la Muralla de Lugo le han devuelto a la luz. Cuando en verano el Breogán anunció para su regreso a la Liga Endesa el fichaje del jugador bosnio hubo incredulidad porque una de las mejores promesas del futuro del baloncesto europeo, que aún lo sigue siendo, recalara en un recién ascendido. Pero la sorpresa dio paso al convencimiento de que era un jugador que podía marcar diferencias, que los públicos de la competición podían asistir al resurgimiento de una estrella.

El nuevo Doncic, le llamaban a Musa, cuando en realidad ambos tienen la misma edad: 22 años, apenas tres meses les separan. Les unen la precocidad, la seguridad de que nada más verlos cuando eran aún más jóvenes se estaba asistiendo al nacimiento de sendos prodigios del baloncesto. La trayectoria de ambos les ha alejado tanto como está la NBA de Lugo, pero quizás en el futuro vuelvan a coincidir en la mejor competición del mundo. Porque Dzanan Musa no entiende su paso por el Breogán como un paso atrás, sino como una etapa más de un camino que comenzó cuando con 14 años abandonó su Bihac natal para fichar por el Cedevita Zagreb, "que estaba cerca de casa, pero no lo suficiente como para no añorar a mi familia y mis amigos", comenta en un reportaje de ACB.com.

Desde ahí, todo fueron fuegos artificiales, explosiones de un talento de 2,06 metros que le llevó a liderar de forma heroica a Bosnia al título europeo U16, el primer triunfo del baloncesto del país desde la independencia de la antigua Yugoslavia. Luego, llegó su debut en la Euroliga con 16 años y en la selección absoluta de su país con 17. Y, como no, llegó la llamada de la NBA, la elección en el draft de 2018 por los Brooklyn Nets. Con solo 19 años, dio el salto a un ecosistema que no espera a nadie. Porque Musa no estaba maduro, no lo suficiente para hacerse un sitio en un equipo de las máximas aspiraciones al que al año siguiente de recalar el bosnio ya había llegado Kevin Durant. La megaestrella no pudo jugar por lesión, pero se convirtió en mentor de un chaval con enormes posibilidades, pero que cargaba con esa pregunta eterna: ¿demasiado pronto?

Dzanan Musa no lo cree así porque asegura que todo forma parte de un proceso, que ni entonces tocó techo ni cuando fue cortado en la NBA tocó fondo. La pasada temporada la concluyó en el Anadolu Efes con el que apenas jugó doce partidos. Ese era un tren que también iba a la máxima velocidad y al que no pudo subirse. Así que su agente Misko Raznatovic, quizás el más poderoso de Europa, explotó la opción de que regresar al Musa de 16 años, a encontrar un lugar en el que recuperar el balón y el protagonismo, liderar otra vez un equipo en la liga más exigente de Europa, aunque sea fuera llegando desde la división inferior.

No tardó Dzanan Musa en ganarse a la afición lucense. Exactamente, una jornada en la que fue elegido MVP tras conducir al Breogán al primer triunfo ante el Tenerife. El bosnio es ya un ídolo en Lugo, un jugador que puede dejar huella al lado de la Muralla como en su día lo hicieron Manel Sánchez, referente en los 80, o Pete Mickeal o Charlie Bell en este siglo. Después de un tercio de competición, es el tercer máximo anotador, con notables porcentajes salvo en el tiro libre, y el sexto mejor valorado. Su carácter y su calidad para anotar de muchas formas está arrastrando a sus compañeros a convertir al equipo lucense en la revelación del curso, un poco como fue el Bilbao BasketMiribilla podrá ver el domingo a otro de esos jugadores llamados a brillar en el futuro. Porque Lugo ilumina de nuevo a Dzanan Musa para volver a empezar.