El Surne Bilbao Basket no ha salido bien parado del tríptico de partidos con el que se ha puesto en marcha la Liga Endesa y es, junto al Morabanc Andorra, uno de los dos equipos que todavía no conoce la victoria. En el fondo, tampoco ha ocurrido nada que no pudiera esperarse atendiendo a la realidad deportiva de los hombres de negro y a la entidad de los rivales ante los que ha arrancado el curso competitivo, aunque en las formas ha quedado un regusto amargo por la puesta en escena en el Bilbao Arena, muy inferior desde el punto de vista de la intensidad y el deseo con respecto a los dos duelos como visitante. En el debut en la cancha del Joventut y hace dos días en Tenerifeque opuso resistencia ante contrincantes mejor armados prácticamente hasta el final. Por contra, en Miribilla ante el Zaragoza, la bandera blanca de rendición se enarboló demasiado pronto y quedó en el aire una sensación de frialdad que disgustó al propio Álex Mumbrú.

Los arranques de ejercicio suelen ser propicios para pescar en río revuelto y a los equipos que saben que se van a mover en la zona baja de la tabla les conviene empezar a llenar el zurrón de victorias para ganar en tranquilidad y confianza, pero a tenor de lo visto hasta el momento lo que más necesita ahora mismo este Surne Bilbao Basket es tiempo en la sala de máquinas del Bilbao Arena para ganar en consistencia y construir su nueva estructura. Al equipo se le intuye un margen de mejora importante porque se aprecia la existencia de individualidades interesantes y más riqueza de recursos válidos que, por ejemplo, el pasado curso pero la competición no espera a nadie y el resto de rivales directos comparecen también rearmados para la presente campaña, puede que incluso más que los hombres de negro.

En estos tres encuentros, Mumbrú ha utilizado distintos quintetos iniciales y, a partir de ahí, diferentes configuraciones de jugadores en pista para ir avanzando en la construcción de rotaciones que ofrezcan el rendimiento más sostenible posible en ambos aros en situaciones de máxima exigencia. Este proceso se debería ver favorecido con el fin de la vorágine de partidos de este amanecer de curso, con tres compromisos en ocho días. En los próximos meses, el Surne Bilbao Basket solo tendrá que afrontar un compromiso semanal y, por lo tanto, tendrá tiempo para trabajar en las lógicas incógnitas y necesarios ajustes de un equipo con siete caras nuevas, casi todas ellas llamadas a tener una importancia capital. En ataque aún hay aspectos por pulir (conexiones entre Andrew Goudelock y sus compañeros para explotar el talento anotador del estadounidense, domar la efusividad de Valentin Bigote, maximizar las opciones que ofrecen Ángel Delgado y Jeff Withey en las distancias cortas...), pero la defensa aparece como principal faceta a solidificar más pronto que tarde.

El conjunto vizcaino ha encajado 85 puntos o más en los tres compromisos que ha disputado, cifra demasiado elevada porque pone muy alto el listón de la exigencia ofensiva si se quiere opositar a sacar adelante partidos. En dos de esas citas, el equipo rival promedió por encima del 60% en porcentaje de tiros de dos puntos (64% el Joventut y 62% el Casademont Zaragoza, al tiempo que el Lenovo Tenerife se quedó en un también notable 55%), mientras que en otras tantas superó el 40% en triples (48% para los de Jaume Ponsarnau y 43% para los de Txus Vidorreta, con los de Carles Duran poniendo sobre la mesa un nada despreciable 39%).

El Barça, próximo rival

Y no será el próximo rival el mejor baremo para medir las mejoras que puedan ir implementando en su juego los hombres de negro, ya que el próximo domingo (17.00 horas) visita Miribilla un Barça que cuenta sus partidos por victorias.